Discriminar a niños y niñas en base a estereotipos de género limita la igualdad de oportunidades y el desarrollo de talentos, señalan investigadoras de Educación 2020. Acá, las expertas caracterizan el problema y comparten estrategias para superarlo.

La reja que separaba a alumnos y alumnas en el colegio Cumbres, la carta que escribió Marina Ascencio para postular al Instituto Nacional o el jardín infantil que, para un taller, pedía a los niños llevar implementos de fútbol y a las niñas, kits de limpieza. Esos son sólo algunos casos que reflejan el sesgo de género en la educación chilena. Pero, ¿por qué producen tanto revuelo y por qué es un problema?

Hay que partir por el principio. Nicole Cisternas, directora de Política Educativa de Educación 2020, explica que primero hay que comprender la diferencia entre sexo y género. “El sexo refiere a lo biológico, a características como los órganos sexuales o los cromosomas, que identifican a una persona como hombre o mujer. El género es una representación cultural, que construye la idea de lo femenino y lo masculino, asignando roles y atributos a hombres y mujeres”.

Así, hay características culturales de lo femenino, que se asigna a niñas y mujeres, como el rol reproductivo (maternidad), el estudio de las humanidades, el color rosado o el espacio privado (la casa). En contraste, hay características culturales relacionadas con lo masculino, que se achaca a niños y varones, como el rol productivo (hombre trabajador y proveedor), el estudio de las ciencias y las matemáticas, el color celeste o el espacio público (como líderes políticos).

Cisternas señala que reforzar estos roles de género en estereotipos también es llamado “sexismo”, discriminación basada en el sexo de una persona que supone la valoración política y social de los roles masculinos por sobre los femeninos. Estos roles de género se aprenden en la familia, en los medios de comunicación y también en la escuela.

Las niñas cuidan, los niños crean

Según un estudio de la Unesco publicado en 2016, niños y niñas ingresan al sistema educativo con las mismas capacidades. Sin embargo, en el Simce de cuarto básico ya aparece que a ellas les va mejor en lenguaje y a ellos en matemática. En vez de corregir esa diferencia, el sistema educativo la profundiza y la refuerza hasta la educación superior.

Salomé Martínez, investigadora de la U. de Chile, explica que esto ocurre por un fenómeno llamado “La amenaza del estereotipo”. “Cuando existe un estereotipo negativo asociado al desempeño de un grupo —por ejemplo, las mujeres y las matemáticas— el desempeño es menor. No es porque haya menos capacidades, sino porque ese estereotipo predispone a estas personas e influye en su rendimiento”.

También hay dinámicas de aula, complementa Mathias Gómez, investigador de Educación 2020. “Está estudiado que los profes le explican y se dirigen más a los alumnos que a las alumnas”, planteándole a ellos preguntas más desafiantes, por ejemplo. También hay prácticas implícitas. Un estudio del BID, del año 2013, reflejó que los textos escolares del Mineduc muestran a las mujeres en roles domésticos y a los varones en profesiones y roles protagónicos.

Así, ocurre que ciertos campos se feminizan y otros se masculinizan. El sitio mifuturo.cl muestra que aunque el 52% de la matrícula de educación superior son mujeres, ellas se concentran en carreras que implican cuidados de otras personas y con menor sueldo, como pedagogía básica (85%) o enfermería (82%), mientras ellos lideran áreas creativas mejor remuneradas, como ingeniería mecánica (93%) o electrónica (92%).

Esto es un problema, según Nicole Cisternas, porque suponer que las niñas son mejores en lenguaje y los niños en ciencias y matemática por ‘naturaleza’ refuerza estereotipos sexistas, que limitan la igualdad de oportunidades y el desarrollo libre de talentos. Se trata, finalmente, de un problema político.

Avances y buenas prácticas

Pese a que existe esta diferencia en la educación, las investigadoras de Educación 2020 destacan avances. Por ejemplo, a principios de 1800 las mujeres no tenían siquiera derecho a la educación. Hoy, los colegios separados por sexo van en retirada, se discute sobre la identidad de género de los niños y niñas y el Mineduc lanzó #EduquemosConIgualdad, una campaña para educar sin estereotipos sexistas.

Para acelerar esos procesos de cambio, las expertas de Educación 2020 entregan algunas recomendaciones para avanzar en una verdadera educación inclusiva.

—Revisar el currículo y los materiales educativos para detectar y eliminar sesgos de género en la sala de clases. Por ejemplo, en 2014 una investigación mostró que el 80% de las lecturas obligatorias eran libros escritos por hombres.

—Prestar atención al currículum oculto de género. Por ejemplo, que el manual de convivencia prohíba a niñas usar pantalón o que los talleres extra programáticos reproduzcan estereotipos de vida doméstica y crianza para las niñas.

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