En los últimos días se ha montado una verdadera campaña de hostigamiento y difamación a investigadoras/es y becarias/os del CONICET, que recopila de modo parcial, mutilado y sin criterio preciso datos académicos, publicaciones y otras actividades realizadas por sus miembros. Con intervenciones sistemáticas y centralmente organizadas en las redes sociales, perfiles anónimos realizaron capturas de pantalla de nombres de integrantes de la entidad junto a los títulos de sus trabajos. Acompañadas de comentarios malintencionados y falaces, las capturas fueron replicadas por medios periodísticos en las últimas horas. Si bien se presentan como acciones individuales de usuarios de la red, hay evidencia suficiente para sospechar que son generadas por aparatos organizados de comunicación que les otorgan sistematicidad y les proveen de recursos informáticos que dado sus costos sólo pueden ser adquiridos por gobiernos o empresas.

La principal difamación apunta al financiamiento de investigaciones en el área de ciencias sociales y humanidades. Extractos de trabajos que estudian problemáticas sociales como la identidad de género, las juventudes, el rock, las barras de fútbol, las historietas, las tomas de tierras, la comunicación política, son replicadas una y otra vez, intentando presentar al gran público sus temáticas como inútiles e ilegítimas, desconociendo su relevancia en el debate académico internacional.

Estos perfiles anónimos y quienes reproducen sus contenidos no sólo exponen una incomprensión sobre la importancia que estos temas tienen para dar cuenta del funcionamiento de la sociedad en la que vivimos. Además, en su escandalizada ignorancia, no comprenden que de la misma manera que Newton no estudiaba las manzanas que caían de los árboles sino la fuerza de gravedad, estas investigaciones no estudian las barras de fútbol, el rock nacional o las películas de Disney, sino, por ejemplo, las lógicas de la violencia en las relaciones sociales, la identificación con la nación a través de la música y el papel de las industrias culturales en la educación infantil.

Las/os investigadoras/es en ciencias sociales representan el 25% del CONICET. Sus trabajos constituyen avances para el conocimiento experto, que a su vez actualizan y enriquecen la formación docente, los programas de estudio y los contenidos de la enseñanza en diversos niveles. A partir de sus descubrimientos proponen soluciones novedosas a los principales problemas públicos: la inseguridad, el desempleo y la pobreza, la violencia de género, la desigualdad y la calidad educativa, la gestión eficiente del Estado, son sólo algunos de ellos.

Estas investigaciones son evaluadas en diferentes instancias: las postulaciones para becas y estancias de intercambio académico locales e internacionales, la participación en congresos y conferencias, la evaluación anónima que realizan expertas/os para cada artículo que es publicado en revistas científicas. En particular, las/os becarias/os e investigadoras/es del CONICET están sometidas/os a un sistema de evaluación continuo, riguroso y competitivo. El prestigio del CONICET como institución científica se produce sobre la base de este trabajo cotidiano. Por ello el grado de agresividad de esta campaña es directamente proporcional al reconocimiento del CONICET como institución científica, calificada en 2015 en el puesto 220 sobre 5137 de los mejores organismos de ciencia y técnica del mundo, según el ranking SCImago Journal & Country Rank.

En este contexto, resulta no sólo incomprensible sino también indignante que frente a este nivel de exigencia extendido en un periodo de formación intensivo de cinco a siete años, un/a postulante a la carrera de investigación pueda ser expuesta/o a tal campaña de difamación. La estrategia de desprestigio se monta además, en algunos casos, sobre los posicionamientos públicos que las/os investigadoras/es han dado a conocer sobre temas que han tomado relevancia mediática, así como en su participación en las acciones de protesta que se vienen llevando adelante contra el recorte en Ciencia, Tecnología e Innovación a favor del ingreso a carrera de los 500 investigadoras/es excluidas/os. Inevitablemente resuenan allí prácticas de persecución política inadmisibles.

Estas campañas centralmente organizadas intoxican el debate público con información falsa o voluntariamente deformada contra personas o colectivos que sí expresan genuinamente con el arma noble de sus ideas y conocimientos un aporte al desarrollo de una sociedad más justa y democrática.

Frente Amplio de Graduados. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata

Firmantes:

Gloria Chicote. Directora IdIHCS – UNLP- CONICET
Juan Piovani. Director del PISAC – UNLP – CONICET
Ana María Barletta. Vicepresidenta, UNLP
Anibal Viguera. Decano, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP
Mauricio Chama, Vice Decano, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP
Laura Lenci. Secretaria de Investigación, FaHCE – UNLP
Ana Julia Ramírez. FaHCE-UNLP
María Susana Ortale. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. CIMeCS/idIHCS (CONICET-UNLP)
Pablo Semán. IDAES – UNSAM- CONICET
Federico Lorenz. Director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur
Diego Tatián, UNC-CONICET
Ezequiel Adamovsky. UBA-UNSAM/CONICET
Fortunato Mallimaci. CEII/ CONICET y UBA
CTA Regional Capital
Octavio Miloni. Secretario General de Asociación de Docentes de la Universidad de La Plata, ADULP
Mariana Busso. Directora del Departamento de Sociología FaHCE – (IdIHCS – CONICET-UNLP)
Alberto Marradi. Profesor emérito, Universidad de Florencia, Italia. Director de maestría en metodología, UNTreF.
CIAJ, Colectivo de Investigación y Acción Jurídica

Y siguen las adhesiones:
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Und0Hvol-DE1dWc6hLvhwxDMTsbxO22KJwtqfM2UpL0/edit?usp=sharing