Continuando con la difusión de los aportes en distintos campos vertidos durante el V Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas en la subsede Asunción del Paraguay, reproducimos el texto de la ponencia de Jorge Pompei en el marco de su participación en la mesa redonda «Ciencia y conocimiento al servicio del ser humano». 

Jorge Pompei es médico sanitarista y profesor adjunto de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Buenos Aires. Cofundador del Centro de Estudios Humanistas de Buenos Aires, es también autor del libro Teoria y Practica del Metodo Estructural Dinamico. 

Vamos a revisar cómo se construye conocimiento hoy, pero antes haremos un pequeño recorrido por la historia que nos permita encuadrar mejor el tema.

Si bien no pretendemos en esta exposición hacer un pormenorizado recuento de la historia de la ciencia ni del conocimiento en general, nos parece apropiado destacar algunas formas de conocimiento que podemos reconocer en la historia humana.

Según nos cuentan los estudiosos, antiguamente el conocimiento del mundo que nos rodea, la explicación de por que sucedían las cosas y  los valores que debían considerarse para orientar nuestra acción cotidiana, no se generaban aquí, sino en otro mundo.

Se producían en un lugar diferente al mundo cotidiano y perceptual, en un mundo sobrenatural.

Por eso para poder acceder a ese conocimiento, era necesario que algunos cumplieran la función de puentes entre la fuente de conocimiento y los simples mortales.

Así el conocimiento se construía por revelación y se acumulaba por tradición. La validez de lo revelado estaba ligada al prestigio del brujo, la sibila o el augur, siendo este mismo procedimiento utilizado también por monarcas o por  referentes de distintas religiones que representaban al poder divino. Este conocimiento era incuestionable y tenía características dogmáticas.

Por otra parte la tradición se constituía en suficiente respaldo para que un conocimiento  fuera considerado valido.

Paralelamente en el cotidiano se desarrolló otro conocimiento que llamaremos empírico. Un conocimiento que se construía por ensayo y error y permitía mejorar la vida de las comunidades con el desarrollo de elementos y técnicas que facilitaban la vida. Así, el conocimiento y uso del fuego, la rueda, la caza, las plantas medicinales, la domesticación de vegetales y animales fueron conocimientos que marcaron grandes avances en la vida de las comunidades y se transmitían de generación en generación.

Volviendo al conocimiento revelado, fue recién al final de la edad media y comienzos de la moderna que este tipo de conocimiento entro en crisis por no dar respuesta a las necesidades psicosociales de la época. Así comienza con el Renacimiento y la modernidad un cambio en la dirección de la mirada.

De todos modos no podemos dejar de destacar que un poco antes, el desarrollo de la escolástica ya denota que no eran suficientes las opiniones de los sabios de la época, sino que se debían compatibilizar con la lógica aristotélica que resurge en esa época.

El descubrimiento de América por los europeos, la teoría heliocéntrica de Copérnico y la Reforma protestante encabezada por Lucero son alguno se los hechos que  marcan un cambio de época y un cambio radical en el modo de conocer.

Se tambalea la autoridad divina y se comienza a mirar alrededor con otros ojos. Ojos que buscan comprender lo que sucede en el mundo natural pero sin acudir a explicaciones de otro plano y buscando entender racionalmente las causas de eso que ven.

En este proceso del gran tronco de la filosofía comienzan a desprenderse las ciencias básicas que ya no buscan explicaciones en los cielos, sino en el mundo perceptual  y en la razón.

Con esta intención surgen dos corrientes que si bien diferentes ponen los cimientos de la ciencia moderna.

Por un lado el planteo de los empiristas ingleses como Bacon, Berckeley, Hume y otros para quienes existe el mundo y el conocimiento es un producto del trabajo de los sentidos que producen las percepciones que llegan a la conciencia. En este caso el sujeto aparece como pasivo, como “tabula rasa” que es constituida por la acción del medio. En este caso el conocimiento se produce a posteriori de la experiencia.  Esta visión se halla relacionada con métodos inductivos de conocimiento. Así operan las ciencias naturales, que a partir de datos sensibles llegan a ideas abstractas. De observaciones particulares a teorías generales.

Por otro lado para los idealistas y racionalistas como Descartes, Leibniz, Kant, Hegel y otros,  fundamentalmente existe el yo y el mundo que conocemos es una copia imperfecta del mundo ideal o es mero producto de la actividad de la conciencia. Así dirá Descartes “pienso, luego existo”

En este caso la conciencia se  presenta como cerrada, no partiendo del mundo para conocer. El conocimiento es a priori de la experiencia e inmanente a la conciencia.

Esta visión se halla relacionada con métodos deductivos de conocimiento, métodos que partiendo de generalidades abstractas avanzan hacia lo particular y se aplican en disciplinas como la lógica y las matemáticas.

Fue Descartes en 1619, que con su duda metódica afirmó que no se podía construir conocimiento verdadero si no descubríamos lo que en los fenómenos complejos era claro y distinto.

Así se puso en marcha un proceso de pensar analítico que llevo a separar en partes todo objeto de estudio con el fin de comprenderlo mejor. El conocimiento se separó en partes cada vez más pequeñas lo que dio origen necesariamente a la especialización, dado que no era posible que una sola mente contuviera todo el conocimiento que se generaba ni era posible operar simultáneamente en muchas áreas diferentes.

Si lo vemos en términos cuantitativos efectivamente el conocimiento ha crecido como nunca antes en los últimos siglos. Ese crecimiento se aceleró en el último siglo y explotó en las últimas décadas con la revolución tecnológica.

Pero esto que permitió adentrarse en el conocimiento profundo de la materia, no hizo gran cambio en el mundo social de las personas ni en el mundo interno del psiquismo humano.

Es decir que no hay correspondencia entre el avance en el conocimiento y manejo de la materia y los avances en conocimiento y modificación en lo psicológico y social.

No decimos que no haya avances, solo señalamos que la velocidad de cambio en el conocimiento de la materia no es proporcional a lo sucedido en la esfera psicosocial.

Continuando con el desarrollo vemos que dada la explosión de información y la especialización creciente, si bien aumenta el conocimiento en términos generales este conocimiento sufre un proceso de atomización creciente que nos plantea dificultades en su aplicación. Es decir, tenemos cada vez más información sobre problemas complejos pero esta información, si esta aislada, no sirve para comprender el fenómeno y entonces tenemos necesidad de conectar las distintas ramas para poder producir un avance en su aplicación.

A modo de ejemplo supongamos un caso de neumonía en un niño que asiste a la guardia de un hospital. El medico podrá hacer un buen diagnóstico clínico y recetará un antibiótico,  el bioquímico aislara el germen productor del cuadro, el radiólogo vera la imagen de esos pulmones afectados, el psicólogo evaluara las conductas de los padres frente a su hijo, el trabajador social estudiara a la familia del niño viendo que por ejemplo el padre está desempleado y  no puede comprar la medicación o que las condiciones habitacionales son deficientes.

Frente a este cuadro cada uno hará su informe y podrán profundizar en su especialidad, pero si toda esta información no es relacionada no se comprenderá la dimensión socio sanitaria del problema y cada uno planteara la solución desde su particular campo de conocimiento.

Así ese proceso fuertemente analítico que se ha dado hasta ahora, se ve reorientado por la necesidad de poner en relación los conocimientos ya adquiridos y generar nuevas síntesis que mejoren nuestra comprensión.

Esta necesidad de relacionar información  la vemos, por ejemplo, en el desarrollo de las cada vez más poderosas bases de datos que mecánicamente pueden cruzar gran cantidad de información en poco tiempo, pero estas computadoras que pueden ayudar a producir información no pueden producir conocimiento porque este es un producto de la compresión humana.

Por esto para poder producir nuevo conocimiento que dé respuesta a los problemas complejos de hoy necesitamos trabajar en equipos interdisciplinarios que puedan conectar los conocimientos de distintas ramas del saber.

Tenemos la imagen del sabio investigador que desarrolla su conocimiento en la reflexión producida en la soledad de su laboratorio.

Y seguramente esto fue así. Pero si aspiramos a dar respuestas integrales a los complejos problemas que se presentan hoy día en la sociedad y la ciencia parece más apropiada la imagen de un equipo multidisciplinario que incorpore la mirada de distintos estudiosos formados en campos que hasta ahora tenían muy poca relación.

Ahora bien. La construcción de un equipo interdisciplinario encuentra varias dificultades. Para comenzar la formación universitaria no nos prepara, en general, para esto, sino que sigue la inercia del pensar analítico y por otra parte la sociedad actual privilegia la competencia antes que la colaboración.

Entonces si queremos avanzar en este trabajo, debemos reflexionar sobre los antepredicativos que están en nosotros y dificultan esta construcción.

Cuando hablamos de antepredicativos nos referimos a  las ideas, valoraciones y prejuicios que tenemos antes de ponernos a dialogar.

Así es común que cada participante del equipo considere que su conocimiento y visión es superior a la de los demás, siendo solo una muestra de tolerancia el considerar la opinión que proviene de otras disciplinas.

Estos antepredicativos que anteceden a los juicios que realizamos deben ser tenidos en cuenta y en lo posible atenderlos para que no dificulten el dialogo.

Un punto importante en ese sentido es comprender que cada uno, que cada disciplina, ve desde un lugar, contempla desde una perspectiva que le es propia y que, en ese sentido, no existen puntos de vista falsos, sino solo diferentes.

El otro aspecto importante es que, signados por la época, el dialogo se da en un contexto de competencia es donde cada integrante del equipo busca imponerse no comprendiendo que la riqueza de lo producido está en relación directa con la coherente incorporación de todos los puntos de vista posibles y no exclusivamente del suyo.

En realidad la participación de diferentes disciplinas y puntos de vista es un requisito fundamental para enriquecer nuestra comprensión.

La atención a estas circunstancias son las que nos pueden permitir construir una visión tridimensional para salir del plano habitual de la  propia disciplina.

Es cierto que al plantear esto estamos observando que la formación de cada profesional, ha preparado muy bien el terreno del ejercicio exclusivo de la propia disciplina. Pero para trabajar en equipos inteligentes  debemos incorporar nuevas aptitudes y habilidades que nos permitan hacer del trabajo en equipo el modo habitual de trabajo.

El objetivo de esta presentación fue poner de manifiesto el ejercicio creciente de la interdisciplina que ya se está dando en muchos espacios y que desarrollamos en los Centros de Estudio del Nuevo Humanismo.

Pero opinamos que este modo de construcción de conocimiento aún se desarrolla poco en los Colegios y Universidades donde se forman los profesionales del futuro y entendemos de gran importancia que la enseñanza nos prepare para acompañar este fenomenal proceso de crecimiento del conocimiento entendiendo que ya no es información lo que falta sino el ejercicio adecuado para comprender la complejidad y la ética del buen conocimiento para aplicarla en beneficio de todos los seres humanos.

Jorge Pompei

Asunción del Paraguay – 29-10-2016