Por Daniel Diaz Heredia/El desván del museo

Hace poco más de cien años, con la ya lejana primera guerra mundial,  el mundo conoció el fenómeno de los refugiados a gran escala, esas personas que huyendo de la guerra, buscan refugio en un país vecino.

Hoy en la Europa del euro, una Europa de derechos una Europa unida, se ciñe la sombra de la vergüenza ante el tema de los refugiados de Siria, un conflicto que se alarga ya más de cinco años y que ha defenestrado un país entero. Es curioso que se les llame “refugiados” porque no se les da ese “refugio” que piden, al contrario la Europa del euro, la Europa de derechos no admite a estas personas que huyen del horror. Y es más curioso que al ver  las columnas de refugiados caminar por una Unión Europea vacía de solidaridad me venga a la cabeza el pueblo gitano, ese pueblo que ya no le dejan ser errante y que se ha de conformar con vivir en la mayoría de los países europeos como ciudadanos de segunda. Quizás los gitanos europeos hemos pagado, y seguimos pagando, el hecho de ser un pueblo “refugiado” en Europa con la moneda de la marginación y la segregación en mayor o menor medida. Y por desgracia la insolidaridad de los estados de Europa ante los refugiados no es nada nuevo, basta recordar como murieron miles de persona en los campos de concentración que el gobierno francés preparó para los que huían de la guerra civil española, o como se comportó la ONU ante la guerra de Yugoslavia, tema que aún hoy día no acaba de estar zanjado. La lista de la indolencia europea es larga…

Pero a la vez pienso, que algunos estados europeos se nutrirían muy bien de estos refugiados, como por ejemplo España, que para demostrar su servilismo con el gobierno central tiene la mala fama de ser el país que menos refugiados ha acogido, y paradójicamente es el que más los necesita!!!. ¿Por qué? Pues resulta que España fue el país con la tasa de natalidad más baja de mundo, que la mujeres  en edad fértil en la década de los ochenta fue la más estéril del mundo y en en veinticinco años nos enfrentaremos a una población profundamente envejecida. Los refugiados sirios nos aportarían gente preparada y cualificada, ya que era una zona donde la gente tenía posibilidad de estudiar y formarse, además de renovar esa carencia de vitalidad tan propia de este estado.  La llegada de gente preparada  renovaría de forma puntual e ínfima el índice demográfico.

Y es que las personas  recién llegadas siempre han sido un problema,  el desconocimiento  y los prejuicios  es el pecado original de los estados, y hemos de pensar que siendo la naturaleza del ser humano es en su origen nómada habría que pensar por qué, estamos sujetos a la creación ficticia de los países. Posiblemente por pura conveniencia.  Es el hambre y la necesidad lo que nos hace movernos, está en nuestros genes, está en nuestra naturaleza, el ser humano es el mamífero que menos energía gasta al desplazarse. En torno al siglo XIII-XIV los gitanos llegan a Europa occidental y pese la buena acogida inicial los reinos y ducados que los “acogen”, a los pocos años empiezan a crear leyes en contra de ellos.  Y es que los gitanos plateaban una forma de vida alternativa a la Europa feudal, la de vivir en pequeñas comunidades que comercian e intercambian bienes con poblaciones estables; y esto, en un mundo occidental que iba a dar a luz a la monarquías absolutistas, era una provocación. Podía cundir el ejemplo como paso en Irlanda con los Travellers.

A pesar de la distancia cronológica los refugiados de Siria a día de hoy tienen muchas similitudes con el pueblo gitano. La primera es el huir del país de origen, en el caso del pueblo gitano es un misterio, pero los expertos apuntan a un conflicto bélico, social o religioso. Ambos pueblos pasaron todo tipo de calamidades en su paso por Europa a causa de las leyes de los diferentes estados (no olvidemos que la Europa unida de Ángela Merkel gastó dos mil millones de euros en blindar las fronteras de su comunidad económica). De hecho ambos pueblos la siguen sufriendo, baste recordar las expulsiones que promulgó Sarkozy en Francia contra los gitanos o la expulsión de gitanos en Italia hace pocos años, o la más reciente expulsión de gitanos de origen kosovar, nacidos en Alemania, que fueron enviados a Kosovo, algo completamente sin sentido.

En cuanto al pueblo Sirio solo hay que ver un periódico para ver las continuas expulsiones y trabas que sufren día a día. Ambos pueblos provienen de un poso cultural complejo antiguo y rico que ha enriquecido el contexto cultural europeo. Para mostrar esto recordar que cuando los gitanos entraron en Europa sabía medir la distancia de las ciudades de oriente medio a la luna, sabían calcular el diámetro terráqueo, introdujeron en el nuevo continente formas de metalurgia nuevas, como el uso del fuelle y enriquecieron el folklore popular europeo. Esperemos que nuestros estados nos dejen enriquecernos con la llegada de más refugiados sirios.

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