El viernes por la noche, mientras veía en la televisión el intento de golpe en Turquía, mi amigo turco que vive entre Italia y Estambul me dijo, mientras que toda la televisión hablaba de la derrota de Erdogan: «Vas a ver que el golpe fracasará. Los oponentes militares a Erdogan han sido inducidos a salir a la luz, han creído que podrían hacerlo, van a salir finalmente derrotados y abrumados por una verdadera avalancha de gente que se les opondrá. Esas imágenes le darán un nuevo impulso a Erdogan, que por lo tanto será capaz de seguir produciendo una limpieza en el ejército, descabezándolo, fomentará una enmienda a la Constitución y establecerá un sistema más autoritario, restando cualquier legitimidad a aquellos que tratan de oponerse «. En sustancia, Erdogan se habría anticipado al juego, coartando a una oposición que fue creciendo día a día en el ejército; la quemó y ahora la destruirá. Un juego complicado, pero si así fuera, se está mostrando vencedor.

No sé si lo que dijo mi amigo será así, sé que lo que había predicho la noche del viernes, completamente en contra de la tendencia que se observaba en los medios, hasta ahora se ha cumplido. En cuanto a Turquía, el futuro próximo parece cada vez más negro, como el destino de los kurdos y de todos los demócratas que se oponen al régimen de Erdogan, parece cada vez más difícil; la indiferencia e incluso la complicidad de la UE, le permite cualquier cosa a Erdogan, siempre y cuando sea capaz de bloquear a los desesperados que buscar emigrar hacia el Oeste.

El viernes por la noche, como había sucedido antes en Egipto, fuimos testigos del enfrentamiento entre los militares y las fuerzas autoritarias vinculados al fundamentalismo religioso; parecen ser los únicos dos protagonistas capaces de moverse en esta escena, obviamente con las alianzas y el apoyo que cada uno de los contendientes ha logrado garantizarse entre los países occidentales. La voz de los demócratas no se siente, o en todo caso es cada vez más débil, sumisa y se reduce a un trágico y desesperado gemido. El crecimiento del fundamentalismo religioso con el correlato de su terrorismo despiadado, el desarrollo del populismo de derecha en la mayor parte de la UE, han logrado derrotar a los nuevos movimientos democráticos y anti-globalización que se han desarrollado desde el año 2000 hasta el 2011, desde los Foros Sociales Mundiales, pasando por los movimientos de julio de 2001, las grandes manifestaciones contra la guerra que se hicieron en febrero de 2003, hasta la primavera árabe de 2010/2011.

Hemos sido vencidos. Quienes, defendiendo a un mundo profundamente injusto, dominado por un poder financiero rapaz y por una enorme acumulación de riqueza en manos de un número cada vez menor de personas, han hecho de todo para suprimir esos grandes movimientos por la libertad, y han contribuido a la situación actual. Esto puede variar en profundidad solamente si surgen nuevos, grandes movimientos de los ciudadanos organizados y de la sociedad civil en las diferentes costas del Mediterráneo. Movimientos que por ahora no se ven para nada en el horizonte. Pero este es el único objetivo por el que vale la pena trabajar. Si queremos salir del infierno actual.