Por Alejandra Gonzalez Muniz.-

No soy abogado, por eso me pregunto como ciudadana y como psicóloga cuando leo que el Artículo 1° de la actual Constitución Política de Chile dice “El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos (….) su mayor realización espiritual y material posible” y lo contrasto con el resumen que comparte Pedro Pablo Vergara Meersohn sobre algunas características de nuestro Chile de hoy:

“Es Chile uno de los países con más desigualdad social en el mundo; respuesta: sí. Es Chile el país con más suicidios juveniles en el continente; respuesta: sí. Es Chile el país con una deuda familiar entre las más altas en Latinoamérica; respuesta: sí. Es Chile el país, donde se consumen más ansiolíticos, calmantes, somníferos y psicofármacos en Latinoamérica; respuesta: sí. Ha sido Chile acusado por el tratamiento discriminatorio y casi genocida que les da a sus aborígenes; respuesta: sí. Es Chile el país donde las estafas económicas y la malversación de fondos públicos y de jubilación afecta a una gran parte de la población empobreciéndola; respuesta: sí. Es Chile el país donde los costos de la salud arruinan económicamente a muchas familias y donde las aseguraciones rápidamente se lavan las manos por la falta de control y seriedad por parte del Estado; respuesta: sí. Es Chile es país con el sistema educativo más elitista en el continente; respuesta: sí. Es Chile el país con la más baja movilidad social en Latinoamérica; respuesta: sí. Es Chile el país con los más altos gastos militares en el continente; respuesta: sí. Es Chile el país donde se hacen más fraudes financieros afectando a las personas y familias con menos recursos en el continente; respuesta: sí. Es Chile el campeón de estrés en Latinoamérica, respuesta; desgraciadamente: sí…”.

Ante esta foto del país y los datos que nos ofrecen diversos estudios como:

  • La relación existente entre suicidio y desigualdad – El análisis de las tasas de suicidio en el país para 1981 a 2003 muestra una curva accidentada ascendente y correlacionada con algunos resultados económicos tales como la curva del PIB. El modelo globalizado de economía social de mercado en Chile produce crecimiento económico, pero no mejora las condiciones de salud mental de la población al considerar el suicidio como indicador de esta, observándose inequidad económica y de salud, precarización laboral, desconfianza interpersonal y debilitamiento de las redes sociales
  • O aquellos que nos hablan de la relación existente entre estrés, patologías y desarrollo humano, gracias a las aportaciones que la neurociencia está realizando, donde podemos observar la relación de aspectos epigenéticos de las enfermedades mentales, y en concreto la responsabilidad que el sistema ambiental, exposición crónica a estresores, tiene sobre la modificación de la expresión genética
  • o aquellos que nos plantean la relación entre desigualdad, tendencia hacia enfermedades, estrés, desarrollo humano y vínculos. Los primeros estudios han mostrado la asociación entre la calidad de la vida familiar –en particular el vínculo materno– y el desarrollo de diferencias individuales en el comportamiento y en la presencia de enfermedades a lo largo de la vida. La hipótesis explicativa propuesta señala que las enfermedades crónicas emergerían como respuestas alteradas al estrés. Otra evidencia epidemiológica proviene de la asociación observada entre la pobreza y el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. La pobreza, por su parte, se asocia con mayor variabilidad en el apego y con conductas punitivas. En este sentido, el impacto de la pobreza sobre el desarrollo de los niños estaría mediado por la manera en que la madre vive esta situación. Del mismo modo, parece mediar en este efecto el alto estrés vivido durante la transición del embarazo a la crianza

… me es inevitable preguntarme solamente considerando el artículo 1 de nuestra Constitución ¿Desde hace cuánto tiempo el actuar de muchos de nuestros gobiernos podría considerarse anticonstitucional…?, ¿desde hace cuánto tiempo un porcentaje alto del mundo privado podría estar ayudando a esto con sus prácticas desde los sueldos que tenemos, la excesiva carga laboral y extensos horarios que no nos permiten compatibilizar nuestros roles? Reflexiono sobre esto y pienso que ante esta foto de país que tenemos no quiero un padre/madre Estado, no quiero un padre/madre Mercado, no quiero la ilusión de un Chile de izquierda o derecha que no para de sembrar semillas de violencia y de luchas de poder mientras nos hablan de representatividad… cuando observo a su vez que el discurso ideológico facilita esconder un sinfín de abusos en nombre y con el dinero de todos los chilenos en vez de focalizarnos en las problemáticas reales que atañen a la población.

En medio de esta transición que vivimos y viviremos, pienso que quiero un modelo de gobernabilidad que asegure leyes y acciones que potencien un entorno que facilite el desarrollo y bienestar de las personas, porque es solo desde ese lugar cuando comenzaré a creer en eso que llaman desarrollo país… porque es ahí, en el ser humano, donde comienzan los cambios hacia una sociedad evolucionada, no en su maltrato ni destrucción.

Hoy me pregunto qué nos ha cegado tanto como país, como personas, como seres humanos para creer que estamos aquí para ser explotados y explotar nuestro mundo y a otros, qué nos ha cegado tanto para creer que la vida es sostener un sistema que no tiene como centro el desarrollo humano, sino el aumento del capital, del dinero, de la riqueza material muchas veces a base de injusticias, abusos y destrucción… ¡Lo siento, eso no es la vida! Ni demuestra nuestra capacidad de evolución. Y afirmo esto aún cuando, en el último tiempo, nuestro país daba signos de una transición que cada día parecía acercarse más al ideal construido de lo que aprendimos significa un país desarrollado desde el punto de vista del mercado, porque incluso en tiempos de bonanza las cifras relacionadas a bienestar humano generaban un gran contraste.

En este sentido, destaco el informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que señala que Chile está entre los países con mayor desigualdad junto a México, Turquía y Estados Unidos, como también el hecho de que se ha observado que en Chile en los últimos 15 años las tasas de suicidio han tenido un aumento creciente, un 55% entre 1995-2009, siendo el país de la OCDE donde más han aumentado dichas tasas, sólo superado por Corea del Sur. Con respecto a esto, cabe destacar que en los últimos 10 años, Chile ha duplicado la tasa de suicidio adolescente. Cifras que deberían avergonzar a cualquiera que sigue sosteniendo y defendiendo este sistema en el momento en que tomamos consciencia que estas tendencias, como afirma el psicólogo Álvaro Jiménez, estarían relacionadas con los procesos acelerados de modernización y de crecimiento económico ocurridos durante los últimos 20 años, los cuales han venido acompañados por modificaciones importantes en el mercado del trabajo (flexibilización, precarización) trayendo como consecuencias un contexto social que puede ser caracterizado como de alta incertidumbre y vulnerabilidad. En este sentido, la opinión de este profesional y estudios como el mencionado anteriormente avalan la hipótesis de que el suicidio estaría asociado también a un “modelo” de desarrollo, observándose que existe una alta y significativa correlación entre el número de suicidios, el aumento del PIB y los niveles de desigualdad de nuestro país desde los años 80. Este aspecto se traduciría en un escenario que nos dice que a mayor crecimiento con desigualdad, mayores son las tasas de suicidio.

Una forma de hacer política que siga ignorando estos puntos y, por tanto, el artículo 1 de nuestra Constitución, no me parece representativa. Al menos de la ciudadanía no lo es y por lo mismo pongo en cuestionamiento el hecho de si este accionar político no va en contra de la Constitución de nuestro país. No creo que ningún chileno de a pie en su sano juicio quiera un Chile en el que se ignoren factores que puedan estar incidiendo a este nivel en el bienestar de las personas al punto de querer terminar con sus vidas y menos lo creo cuando consideramos que esa relación entre economía, desigualdad y bienestar también se hizo presente en los análisis posteriores a la crisis europea donde se observo que factores como la pérdida de trabajo y el endeudamiento serían aspectos que influirían en estas lamentables estadísticas.

Esta información que comparto, al menos para mí, pone en cuestionamiento el nivel de competencia profesional de quienes nos gobiernan a la hora de entender que cada vez que se pone sobre la mesa la necesidad de subir el salario mínimo de forma acorde al costo de vida de nuestro país no solo estamos hablando de economía. Lo pongo en cuestionamiento porque contrasta con la claridad que parecen tener nuestros parlamentarios a la hora de evaluar lo que ellos consideran que merecen por el trabajo que realizan y las necesidades que deben cubrir en sus vidas, sin olvidar que en los últimos 13 años los parlamentarios de Chile se han subido un 245% sus sueldos según Ciper, siendo el país de la OCDE que registra mayores salarios en la clase política.

Si viera que Chile avanza en bienestar psicológico y emocional, si viera que nuestro país comprende el valor de la vida humana y su capacidad evolutiva – la importancia de respetar las bases del desarrollo desde la infancia a la adultez – como las consecuencias que las malas prácticas pueden tener para esta y posteriores generaciones no diría nada, pero lamentablemente ese escenario del que nos habla Pedro al inicio no nace por generación espontánea, viene construyéndose desde hace muchos años y gobiernos y será la sociedad civil la que pague las consecuencias si no somos capaces de comprender que las tendencias son tendencias y como tales podemos frenarlas, revertirlas. Creo que llega el momento de que asumamos como país que el modelo neoliberal que desde hace años gobierna nuestro país conlleva un grave error: ignorar que la base de todo es lo humano.

 

Este artículo ha sido publicado recientemente por Wall Street International

El artículo original se puede leer aquí