Comienza la tarde después de mediodía y me dirijo a casa. Delante de la comisaría central, ubicada en la Canebière, muchos jóvenes están pidiendo la liberación de un manifestante. Están ahí para apoyarlo. Esta manifestación contra la ley El Khomri se había iniciado a última hora de la mañana y estaban presentes Sud PTT y Sud Education.

Trato de entender, todos explican lo mismo: “tres vehículos de la policía con sus faros giratorios activos querían sobrepasar la marcha”. Una joven dice, “era el final de la marcha, podían haber esperado, lo sabían”. Ellos querían alcanzar a sus colegas delante de la manifestación. Un auto pasó. De uno de los autos, se bajaron policías para intentar pasar a la fuerza y arrestar brutalmente al azar”. Me entero que él tiene 16 años. Frente a la comisaría, algunos están sentados en el suelo, otros parados gritan consignas pidiendo su liberación. Ninguna violencia por parte de estos estudiantes secundarios, universitarios, solo la determinación de no abandonarlo. Es un conjunto solidario.

Desde atrás, aparecen policías lanzando gases lacrimógenos al conjunto. A muchos les arden los ojos, tosen, una camarógrafa de un canal de televisión es alcanzada y no puede filmar la escena. Este acto de violencia de la policía resulta incalificable.

Rápidamente se deja oír un “no respondamos a la violencia por la violencia”. La tensión, la ira está presente pero nadie replica la provocación y todos están calmos a pesar del momento de confusión, de desestabilización debido a la situación.

El espacio público está bajo el control del poder y se nos despoja a la fuerza de ese derecho de estar juntos para decir NO, el derecho de manifestar, el derecho de elegir en qué mundo queremos vivir y cómo queremos vivir. Este sistema que declina busca todos los medios para quedarse en el poder y la violencia es su vehículo. Tienen las armas y hacen las leyes que los protegen. En todas las manifestaciones siempre hubo agitadores, provocadores de todos los extremos. El Estado por intermedio de la policía utiliza sistemáticamente a estos “agitadores” para justificar su propia violencia. No hay nada que justifique la violencia, sea que venga del Estado o de cualquier otra parte. La violencia es el fracaso de este mundo: la violencia física, psicológica, racial, sexual, económica y religiosa. Los valores de la Vida son incompatibles con la violencia. La prioridad de la acción no es satisfacer los instintos guerreros de cada cual o de vengarse de una injusticia. La prioridad de la acción es el bien de todos que se efectiviza cuando se pasa del “yo” al “nosotros”. La única solución para realizar esta transformación fundamental es la no-violencia activa como método de acción. Un mundo nuevo se está construyendo y será un mundo de solidaridad, de no-violencia activa, de justicia social. Las ideologías políticas que pregonan la violencia como método de acción están obsoletas. Cierto, es complejo, difícil y a veces frustrante. Eso es lo que sucedió ayer, todos rechazaron responder por la violencia, pese a la desestabilización, pese a la indignación y la injusticia por la situación vivida. Los violentos ya no tienen un lugar en la lucha por el respeto de lo que vive, esta es la primera respuesta.

A medida que transcurre el tiempo llegan más policía, una persona viene a avisar que hay siete camiones estacionados al costado. ¿Habrá esperado un desborde la policía para poder intervenir? La pregunta se formula seriamente. Es extremadamente impactante. El tranvía que cruza la Canebière está bloqueado y la entrada a la estación del subterráneo al lado de la comisaría está cerrada. Los policías empiezan a ponerse sus cascos y están vestidos con todo el arsenal. Tal vez sea una forma de intimidación para que aumente la presión. Forman un semicírculo alrededor del conjunto de manifestantes. Una cadena humana les hace frente para proteger al conjunto. Estudiantes y asalariados se toman del brazo, al lado mío una profesora, otro un poco más lejos. Ellos avanzan para empujarnos hacia el otro lado, a la ruta y dejar pasar al tranvía. Se toma la decisión de hacer una asamblea general para determinar la jornada de mañana.

Nos enteramos que el joven manifestante habría confirmado los hechos. Será diferido al Tribunal de Gran Instancia mañana a partir de las 9.00 h por “ofensa”, “violencia contra persona representante de la autoridad pública”. Pasará la noche en la comisaría central.

Tiene 16 años y esta velada se encuentra en una comisaría por haber defendido el derecho de no estar de acuerdo con un proyecto de ley, el derecho a su libertad de elección, el derecho de manifestar. Es la única declaración que estoy dispuesta a considerar como real.

Resultado de la asamblea general: Cita mañana viernes 18 de marzo desde la 8.30 h delante del Tribunal de Gran Instancia de Marsella en apoyo al detenido.