¿Y si el agua conservara la huella de ciertos elementos con los que está en contacto? Inmersos en el corazón de un misterio científico…

En nuestro planeta la vida se desarrolló en los fondos marinos que permitieron el surgimiento de los primeros organismos celulares. Podemos sobrevivir mucho tiempo sin comer, pero no sin beber. El agua constituye el 75% de nuestro cuerpo, pero si pensamos no ya en términos de volumen sino de moléculas presentes en nuestras células, las cifras son aún más decidoras: el agua está presente en un 99%. Además, el agua tendría la capacidad de guardar en memoria las propiedades de un elemento con el cual habría estado en contacto. En síntesis, el agua es la vida, y los lazos que la búsqueda mantiene con ella, aunque con frecuencia prometedores, vienen a perturbar el orden establecido. La historia se desarrolla en varios actos…

Acto 1: Estamos en 1980, cuando Luc Montagnier descubre junto con Françoise Barré-Sinoussi el VIH –el virus responsable del SIDA–, el investigador Jacques Benveniste realiza sus experiencias sobre la memoria del agua. Rodeado de un equipo de científicos fieles; si bien es un reconocido virólogo e investigador del Instituto Nacional de la Salud e Investigaciones Médicas (Inserm, por sus siglas en francés), está obligado a trabajar en las sombras de un prefabricado. Su teoría es diabólica puesto que no actúa según las reglas de la biología clásica, sino según las normas que regulan el universo de lo infinitamente pequeño (quantum). En biología clásica la acción de una molécula se hace por el contacto de diversas moléculas entre ellas. Sin embargo, en física cuántica una molécula es a la vez un cuerpo (llamado corpúsculo) y una onda. Pasamos del átomo al quantum; en esa escala todo es información, la naturaleza de lo real está determinada por la frecuencia y la vibración. (En la escala de la física cuántica ya no existe la materia; nuestros átomos y moléculas no son más que frecuencias de información).

El principio de la dilución (que es también el de la homeopatía) forma parte integral de cualquier experiencia poniendo en juego la memoria del agua. Benveniste demuestra que si se pone una molécula en contacto con el agua y luego se retira a la molécula por dilución, a la 24ª dilución (lo que vendría a diluir una gota de ADN inicial en todo el océano Atlántico), queda una estimulación electromagnética de la molécula de base. Su conclusión es que el agua puede emitir y captar ondas, por ende, información. Su enfoque revolucionario es ridiculizado por parte de los partidarios del orden científico bien pensante. La revista Nature lo acusa de tramposo y hace venir a un especialista de la prestidigitación para demostrar la superchería. En vano. No obstante, la desacreditación ya está lanzada. Muere en 2004, agotado de luchar.

Como dice Jaques Testart –biólogo que permitió el nacimiento del primer bebé de probeta en Francia– “Benveniste es el Galileo del siglo XX, pero las instituciones no apostaron a una cosa que sería inmediatamente combatida por las instancias científicas y farmacéuticas”. Su teoría es efectivamente revolucionaria. Según Marc Henry, profesor de física cuántica en la Universidad de Estrasburgo: “El día que admitamos que las ondas pueden actuar, vamos a tratar por medio de las ondas. Imaginémonos que introducimos la molécula de un medicamento en alta dilución y grabamos en un archivo las ondas del medicamento. Bastará volver a escuchar el archivo para simular su presencia y sus efectos benéficos. Esto implica que podríamos sanar a distancia y sin ningún costo. ¡Se termina el agujero de la seguridad social!”.

Acto 2: El documental House of Numbers, anatomie d’une épidémie salió en 2004. Fruto de una minuciosa investigación conducida por Brent Leung, el filme deconstruye una cantidad importante de clichés científicos y político-financieros sobre el virus del SIDA. Allí vemos especialmente a Luc Montagnier expresándose en estos términos: “Creo que podemos estar expuestos al VIH varias veces sin que nos infectemos de manera crónica. Si usted tiene un buen sistema inmunológico, este se deshará del virus dentro de algunas semanas. Existen numerosas soluciones para reducir la transmisión que no son más que simples medidas de alimentación: principalmente buenos antioxidantes (ndlr: a fin de evitar un estrés oxidativo) y medidas de higiene para combatir las otras infecciones. Estas medidas no son espectaculares; sin embargo, pueden perfectamente reducir una epidemia –como la que sucede en África, por ejemplo – al nivel de lo que se presenta en los países occidentales. Medidas simples, poco costosas y muy eficaces”. Las observaciones tienen el mérito de ser comprometidas y de compartir una nueva comprensión, que es la de la epigenética. En tanto la genética hace al estudio de los genes, la epigenética se interesa en una “capa” de informaciones complementarias que define cómo esos genes serán utilizados por una célula o… no serán. Como dice Hervé Morin, “Es un concepto que desmiente en parte la ‘fatalidad’ de los genes”. Se arroja una nueva piedra al surgimiento del 6° paradigma: el de la relatividad del tiempo y del espacio, sostenido por la comprensión cuántica.

Acto 3: Luc Montagnier, que fue dominando paso a paso la memoria del agua, se dispone a compartir sus hallazgos. En dos publicaciones que datan de 2009, su equipo describe una propiedad inédita del ADN de los agentes infecciosos, las bacterias en un caso y el VIH por otro. Plantea la hipótesis de que habría bacterias implicadas con el autismo y otras enfermedades crónicas. El ADN induciría nano-estructuras en el agua que emiten ondas electromagnéticas de baja frecuencia después de dilución. Así, las investigaciones sobre la memoria del agua permiten detectar las enfermedades gracias a la presencia de señales electromagnéticas de origen microbianas en la sangre. Las aplicaciones terapéuticas son enormes para tratar enfermedades graves como el Alzheimer, el autismo y ciertos cánceres. Mientras tanto, en la actualidad, una decena de médicos franceses prescriben antibióticos a los niños autistas con una mejoría concluyente de los trastornos en 4 sobre 5 niños entre los 200 casos tratados. Aunque prometedoras, las investigaciones de Montagnier vienen a revolucionar las aguas tranquilas de las ideas recibidas. La pista infecciosa presentada en ese momento en la Academia de las Ciencias resultó un escándalo…

En diciembre de 2010, en una entrevista en la revista Science él responde: “Me dicen que algunos reprodujeron con éxito las experiencias de Benveniste pero tienen miedo de publicarlas a causa del terror intelectual que tienen aquellos que no las entienden”. Gota a gota, el descubrimiento de las increíbles propiedades del agua es una evolución paradigmática que implica abrir la mente… Pero el objetivo ¿no es acaso comprometerse a apartarse de los caminos ya transitados?

El acto 4 nos hace dar un salto cuántico en busca del tiempo perdido.

A principios de 1900 los trabajos de René Quinton y luego de su sucesor Alexis Carrel, premio Nobel de medicina, demuestran que se puede reemplazar la transfusión sanguínea por agua de mar , pero también, que esta agua permite darle nuevamente vitalidad a un organismo fragilizado. En 1900 salva a miles de niños de una epidemia de cólera. En cada ciudad importante de Francia se crean dispensarios marinos. Científicamente y clínicamente, los investigadores demuestran que el agua de mar isotónica es el líquido indispensable para el desarrollo de la vida, que corresponde al “medio interno” definido por Claude Bernard y que esta agua de mar interviene en la regulación de la homeostasia general de un cuerpo en buen estado de salud. ¿Pero quién practica hoy en día transfusiones con agua de mar? ¿Es porque el mercado de las transfusiones sanguíneas es mucho más lucrativo? Poco a poco el plasma de Quinton cayó en el olvido.

Durante la década del cincuenta, científicos japoneses y rusos intentaron encontrar los medios que servirían para luchar contra la acumulación de la acidez en el organismo interesándose de cerca en las aguas llamadas milagrosas (Lourdes en Francia, Delhi en India, Nordeneau en Alemania y Tlacote en México). Rápidamente se dieron cuenta que todas las fuentes de agua tenían características particulares. Todas eran alcalinas, microestructuradas y contenían numerosos antioxidantes. Prepararon el agua de Kangen, un sistema poderoso de filtración que permite regular el PH. El agua Kangen está aceptada por el ministerio de Salud japonés desde 1965, más de 250 hospitales la utilizan para prevenir eficazmente un sinnúmero de enfermedades y favorecer un retorno a la salud.

A partir del momento en que nos conectamos entre la física y la metafísica, el agua provee la interfaz.

Enseguida, gracias a Masaru Emoto se pudo franquear otro umbral. Cuando fotografía cristales de agua expuestos a pensamientos, él demuestra que el agua es también tributaria de nuestras intenciones. Más recientemente Bruce Lipton, biólogo de renombre, se avocó a despertar las conciencias con aún mayor agudeza. “Incluso antes de preguntarse por nuestras células, importa dirigirse a nuestros pensamientos y a nuestras creencias, parecen ser más importantes que nuestros genes. En el nuevo paradigma, las leyes del universo confirmadas por la ciencia implican una responsabilidad personal. La clave está en aprender a actuar sobre uno mismo”.

Cualidad principal del agua. Toma en cuenta los efectos de nuestros pensamientos y del entorno en nuestros genes. Una mínima gota de agua, igual que la emisión de una creencia es ya una implicancia. Poco a poco se va dibujando un nuevo enfoque de la biología y de la medicina. Asistimos a las premisas de la biología numérica y de la medicina informacional que Jaques Benveniste entreveía en su gabinete prefabricado. Efectivamente, como lo formula Jaques Collin “a partir del momento en que nos conectamos entre la física y la metafísica, el agua provee la interfaz; y el redescubrimiento de sus modalidades de acción permite incontables aplicaciones”.

El acto 5 nos pertenece. Conscientes de esta revolución recuperamos nuestro poder de co-creación. Una buena dosis de sentido común, acompañada de conocimientos fundamentales debería permitirnos reconciliarnos con el agua que es la esencia de la vida; la importancia de las “buenas” ondas; el cuerpo y su salud, en todas sus dimensiones, tanto físicas como energéticas. Por último, comprender los lazos que nos unen al todo. ¿Y por qué no aprobar la sabiduría popular que nos invita a vivir de amor y de agua pura?

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