Por Douglas Belchior¹

Si los grandes medios, sobre todo la Globo;
Si la industria del entretenimiento;
Si la dirección de las grandes universidades;
Si la mayoría conservadora del parlamento;
Si el PSDB, la FIESP y las fuerzas políticas de derecha;
Si el aristocrático poder judicial brasilero;
y si las fuerzas del capital, llamado mercado, quieren a Lula preso o como mínimo desmoralizado, yo no quiero.
¡Y no podemos admitirlo!
Y eso o quiere decir estar del lado de Lula o del PT o menos aun defender y/o ignorar posibles cosas mal hechas. Eso quiere decir no estar del lado y no estar de acuerdo con la truculencia selectiva y golpista de la derecha histórica.
Los errores, equivocaciones y traiciones que me duelen son de una línea de tiempo que sigue de la Carta a los brasileros, en 2002, a la reciente tentativa de entrega del Pré Sal a los gringos. ¡Y son cuentas a cobrar en política! Sin espectáculo y sin usurpación de los derechos.
Al fin, lo que se busca con todo esto, más que la humillación pública de una persona o de un partido es, en realidad, la destrucción de los valores de las izquierdas y de la autoestima del pueblo.
Es hora de ejercitar, por más difícil que parezca, nuestro sentido de lado.
Y se muy bien cuál es el mío.

¹ Profesor y activista social, militante del Movimiento Negro, Movimiento de Cursinhos Comunitários.
http://negrobelchior.cartacapital.com.br/

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