“Hoy estamos aquí para constituir una mesa de diálogo permanente de los pueblos indígenas con el Estado argentino, teniendo en cuenta que el Estado argentino no es indígena, teniendo en cuenta que la Constitución nacional reconoce nuestro pasado, pero no nuestro presente y menos aún el futuro”.

Israel Alegre, miembro del pueblo qom, iniciaba así su participación en la asamblea que entre el 17 y el 19 de este mes se realizó en Burzaco, Provincia de Buenos Aires, con representantes de pueblos indígenas de todo el país.

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El resultado fue la Mesa de trabajo y diálogo político de los Pueblos Indígenas de Argentina con el Estado nacional, el paso más reciente de un larguísimo proceso que se proyecta a futuro.

Se trata de un objetivo ambicioso que pretende terminar con la división y la atomización que los pueblos originarios sufren al defender sus derechos, como parte de un largo proceso que el Estado y los sectores de poder siempre han promovido y aprovechado en beneficio propio.

“Han manipulado a los líderes indígenas mediante la prebenda y los programas sociales”; “han sido obligados a ser parte de un partido político para recibir las migajas del Estado” decía Félix Díaz, qarashé del pueblo qom.

Sin embargo el enfoque no fue sólo hacia afuera. A lo largo de todo el encuentro fueron explícitos y evidentes los esfuerzos por superar distancias y fortalecer las relaciones internas.

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Relmu Ñanku, referente mapuche, decía el primer día:

“Quiero pedir una reunión en respeto. Quizás no todos vamos a pensar igual, no vamos a acordar una misma idea pero este es el espacio para debatir. Es feo ver o escuchar en otros lados hermanos que critican y ni siquiera se dan el tiempo para llegar acá. Aprovechemos para vernos cara a cara, estar con el hermano, compartir…”; “…la diversidad que tenemos es algo muy bueno a la hora de construir lo que queremos que es una política que nos refleje como pueblos originarios de este país.”

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La diversidad incluyó ceremonias andinas, la invocación a Dios de los pastores evangélicos, expresiones en distintas lenguas, tonos calmos y tonos encendidos, mate, tereré y muchas rondas de conversación.

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“Las reuniones fueron muy intensas, fuertes y por momentos duras… pero supimos poner por encima las coincidencias y pudimos construir colectivamente una organización que nos va a representar ante el Estado argentino.”, sintetizó el diaguita Moro Flores.

La mesa

El documento elaborado define el carácter vinculante de la mesa y aclara su objeto: “establecer, desarrollar y consolidar una estructura de diálogo entre el Gobierno Nacional y los Pueblos Indígenas”, bajo el amparo de la legislación nacional e internacional vigente. Recuerda al Presidente de la Nación su compromiso de priorizar la política indígena, le reclama dar a la mesa carácter institucional y real participación en la gestión de las políticas públicas relativas a sus derechos. Consigna los nombres de sus más de 70 integrantes y convoca a sumarse a las comunidades de provincias que no estuvieron presentes. Finalmente, refleja la designación de Félix Díaz y el referente wichí Jorge Palomo, como Presidente y Vicepresidente respectivamente.

Al cierre de la Asamblea se presentaron Claudio Avruj (Secretario nacional de Derechos Humanos) y Raúl Ruidiaz (Presidente del INAI).

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Al momento de intervenir, ambos funcionarios resaltaron la disposición del gobierno al diálogo y pidieron paciencia. Los voceros de la asamblea los escucharon “con el respeto que se merecen” pero precisaron su posición. Al entregarles copia del acta elaborada, Félix Díaz expresó:

“Queremos valorar el gesto que está haciendo el gobierno nacional de escuchar nuestra voz y de estar presentes en este momento.” “…Espero que podamos alegrarnos más adelante con los logros que podemos tener: que nos devuelvan los territorios, que nuestros enfermos sean curados, que nuestras comunidades tengan agua, que nuestros jóvenes tengan trabajo, que nuestros mayores tengan los beneficios que les corresponden, que nuestra vida esté asegurada con todos los derechos que nos corresponden…”

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Más tarde, Relmu Ñamku aclaraba:

“No confiamos plenamente en el gobierno porque venimos de más de cinco siglos de resistencia. Argentina cumplió 200 años hace muy poco y la historia que tenemos de represión, de marginalidad, es muy reciente. Nuestros mayores todavía tienen en su memoria cómo nos masacraron, cómo nuestros antepasados fueron diezmados por el Estado argentino. Hoy nosotros, como generaciones actuales, tenemos la responsabilidad de honrar a nuestros antepasados en una lucha que tiene que ser de diálogo, por eso es que aceptamos esa mesa a que nos llamó en su momento el gobierno actual y esperamos que realmente cumpla con las demandas que presentamos. También tenemos claro que en el momento en que no se cumpla volveremos a hacer lo que conocemos hace 500 años que es la resistencia, que es la lucha… Sería muy lamentable que este gobierno, tal cual el anterior, nos de la espalda nuevamente pero para nosotros no va a ser nada nuevo ni vamos a tener que improvisar mucho porque es lo que conocemos hace 200 años en este país.»

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«Seguiremos alentando a la unidad de los pueblos originarios y aprovechando todos los espacios que tengamos para difundir nuestra propia voz, porque es feo también cuando hablan en nombre nuestro. ¿Qué mejor que seamos los propios pueblos originarios los que hablemos por nosotros mismos?”

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