Hacía varios días se sentía incómodo. Revisó todos los rincones para ver qué era lo que lo sacaba de su confort. Su paja seguía igual. Los barrotes estaban limpios y firmes como siempre. Su plato de comida seguía llegando regularmente.

Inquieto, preocupado, pasó oscuras horas hasta que finalmente tomó una decisión. Sacó la mano por entre los barrotes de la puerta cerrada con doble candado, y levantó el cartel en el que se leía JAULA. Lo dio vuelta y, con un pedazo de carbón que escondía celosamente, escribió LIBERTAD. Puso el cartel de nuevo en su sitio, y se fue a dormir tranquilo.