Cruje el Estado como las velas de la nave, de la canción de Lluís Llach, Viaje a Ítaca.    Independientemente del puerto al que llegue el navío, la mayoría de parlamentarios del Parlamet, ponen en tensión de ruptura al estado unitario del Reino de España. Ponen en riesgo la herencia de los Reyes Católicos y, con ello, abren una puerta que sólo los actores principales saben, o prevén, adonde da.

A mí, me gustaría que esa travesía la pilotaran los representantes de un bloque social donde la hegemonía la tuviesen los asalariados y sus aliados. Parece ser que no se dan las condiciones para eso.

En todo caso, habrá que ir viendo si el tema nacional catalán pesa tanto como los intereses de los trabajadores y trabajadoras, y se frena la ofensiva neoliberal en un territorio que ha sido vanguardia en aplicar las medidas de ajuste o antisociales que se han dictado desde el Parlamento Europeo.

Es evidente que la derrota ideológica y organizativa del bloque asalariado en el Estado Español incluye a las organizaciones de trabajadores en Catalunya, pero no hay por qué descartar que el Proceso Constituyente que se puede abrir en ese territorio, no de como resultado un Contrato Social más favorable a los de abajo, el Pueblo, que el existente en estos momentos.   Corresponde a las organizaciones de los trabajadores catalanes analizar y tomar posición más allá de los titulares de prensa, sabiendo que una ruptura del mercado español también pone en una situación de debilidad a su contraparte.

Para mí, la clave catalana se enmarca en la Segunda Transición Borbónica como una oportunidad de RUPTURA del viejo régimen, y abre las puertas a un marco legal más amplio y democrático que el existente en este momento, donde el derecho de autodeterminación de los pueblos sea un derecho ejercible, y la soberanía política y económica pueda romper los marcos de la Unión Europea.

Trasladando la situación de Catalunya a los trabajadores del Estado, no veo por ninguna parte que una disputa dentro de la oligarquía española, forzada por una fracción de la élite catalana del capital, pueda debilitar aún más las posiciones del Bloque Asalariado dentro del Reino de España. Todo lo contrario. Las energías del Estado están siendo canalizadas a taponar la grieta catalana. De ahí que las nuevas medidas de ajuste que pide la UE se hayan paralizado. El Estado no puede mantener dos frentes de esas dimensiones abiertos al mismo tiempo en un proceso de transición, de ajuste de los poderes del Estado, dentro de un marco de crisis sistémica.

Es evidente que las viejas y nuevas fuerzas políticas del régimen español se alinean frente al proceso catalán. Son las mismas
organizaciones que han sostenido al régimen actual. Ellos hablan de reforma constitucional.  En este momento histórico, la alternativa real de la mayoría de la ciudadanía es decidir por sí misma, sin tutela, el camino que quieren tomar. Posiblemente esta posición es de vértigo; pero hoy no necesitamos sastres, sino matronas. Procesos Constituyentes desde Abajo.