Porque votar no debería ser una decisión personal, sino una elección priorizando lo colectivo. Yo voté por la continuidad de banderas que considero indispensables: la soberanía, la inclusión, la democracia, el ser humano antes que el sistema financiero. Yo voté para que se sostenga el proceso científico en la Argentina, que se sigan creando soluciones para las necesidades de todos los argentinos. Yo voté para que la justicia deje de ser un nido de corruptos y de jueces y fiscales que trabajan para las corporaciones, incluidas la Iglesia y el complejo militar-industrial internacional. Yo voté para que los ministros y el resto de los funcionarios no los pongan las embajadas extranjeras. Yo voté para que los pueblos originarios que ahora pudieron tener los papeles de sus tierras puedan seguir conquistando derechos. Para que los que se despiojaban con mate cocido y un mendrugo de pan sigan escolarizados y puedan ser los primeros profesionales de sus familias. Yo voté para que sigan brotando las radios y que la Ley de Medios democratice de una vez por todas la palabra. Para que se ponga coto al desmonte y se potencie la agricultura familiar que va a ser más saludable para todos. Yo voté porque los crímenes de Lesa Humanidad dejen de ser impunes, como lo son en todo el planeta, y se investigue la complicidad eclesiástica y civil con la dictadura genocida. Voté por todos los que sienten que la política es una vía para canalizar sus sueños, para pelear por un mundo mejor y que no todos los caminos conducen a Ezeiza. Yo voté para que el Banco Central siga siendo un instrumento de la democracia y de la política y no una sucursal de la Reserva Federal del Tesoro norteamericana o del JP Morgan. Puse mi voto en la urna para que el proceso de construcción de NuestrAmérica persevere y se consolide, para no volver a ser patio trasero de nadie. Voté para que sigan avanzando los derechos de las sexualidades diversas y de capacidades diferentes. Di mi voto porque llegó la alta tensión a muchas provincias y eso permite que se creen miles de nuevas pymes descentralizadas y federales, porque por vez primera un ministerio se ocupa de que no le falten medicamentos a los enfermos. Voté para que no cambie la dirección del Estado, para que siga teniendo sentido la palabra democracia, para que podamos seguir albergando esperanza.

Y esto no es menor, porque en esta trampa en la que nos hemos encontrado, con lo que se juega es con la esperanza. Hubieron 3 gobiernos, 12 años ininterrumpidos de recuperación de la esperanza, de recauchutarla, de hacerle remiendos y de sacarle lustre. Y ahora se la quieren apropiar, quieren repartir caramelitos de colores, taparnos el sol con un globo y que traspasemos todo ese caudal espiritual detrás de una sonrisa brillante y unos ojitos claros.

No, mis amigos, eso no. Yo no voté por Scioli, voté por todos nosotros, para que sigamos sintiendo orgullo de la tierra que pisamos y de los anhelos profundos que movilizan a nuestra gente. Por eso voté a Scioli y lo volveré a votar por el futuro grande que nos abraza.