Con la misma vitalidad de siempre y la capacidad de análisis preciso que lo caracteriza, nos recibió en su casa para esta entrevista Carlos Figueroa, ex Ministro del Interior, ex Ministro de Relaciones Exteriores y ex Embajador de Chile en Argentina, por nombrar algunos de los últimos cargos que ha tenido en una larga trayectoria de vida política que comienza con su afiliación, muy joven, al partido de la falange el mismo año de su fundación.

“Me he desahogado”, nos dice riendo y casi como pidiendo excusas cuando nos despedimos, porque sus reflexiones sobre la violencia actual lo llevaron a recorrer uno a uno los países Latinoamericanos – “¡y eso que este es el Continente en el que se vive más tranquilo!”, exclama – para continuar individuando los arrastres del colonialismo en los países africanos en los que los Estados se formaron sin consideración alguna de la realidad de las etnias; desplazando la mirada luego a la zona del Mediterráneo con las fuertes y críticas oleadas de inmigrantes que están ingresando con todo el drama que su llegada conlleva para Europa, pero también realidades humanas de tremendo dolor que no logran impedir que se busquen nuevos horizontes para lograr una vida digna. “El mundo está paralogizado”, dice, “ante esta enorme tragedia humana”.

“Es cierto que llegan todos los días casi dos mil inmigrantes, pero se mueren mil antes de llegar. Y toda esa pobre gente caminando, de un país en otro, buscando dónde conseguir que los reciban, es tremendo. Y si se produce un delito cualquiera, las policías europeas salen de inmediato a buscar a los inmigrantes”.

-¿Qué cree usted que se puede hacer?

“Tal vez habría que poner en marcha una suerte de Plan Marshall para el África, o hacerse cargo del problema de un modo parecido a como se dio la integración de las dos Alemanias, pero Europa no puede seguir eludiendo este problema y recurriendo a la violencia represiva o blindando a sus países con nuevos muros. Eso de invertir en África es productivo en el largo plazo, pero esos esfuerzos no son fáciles”, señala. “También hay un problema interno en Europa, con los desplazamientos que se producen desde los países más pobres a los más ricos”.

Analiza la violencia desatada por ISIS, que de algún modo le han hecho recordar los movimientos más radicales que surgieron al final de la década del sesenta y hasta mediados de los setenta, pero que entonces no tenían una pretensión de ser mundial, como actualmente sucede. Sigue con las tensiones de Medio Oriente, para llegar hacia la China, donde prohíben tener más de un hijo, la brutal represión a las minorías, con lo que hicieron con el pueblo Igur al que trasladaron chinos para oprimirlos y terminar convirtiéndolos en minoría dentro de su propio país. “Pero es la civilización cristiana occidental la que está mayormente amenazada hoy en día”, concluye.

En Sudamérica, “pese a toda la dependencia de los mercados que compran nuestras materias primas, la política extractivista termina finalmente protegiendo más a aquellos países que son productores de alimentos, como es el caso de Brasil y de Argentina. No es lo mismo producir trigo, maíz o soja que vender minerales, porque dependes totalmente del desarrollo de tus compradores; están más protegidos que los demás lugares”.

CF+PF

Pero también en Chile estamos viviendo grados cada vez mayores de violencia y agresividad, de delincuencia, de desencuentros.

“Tengo la impresión que la Nueva Mayoría hizo un mal diagnóstico del país. Se pensó, con un dejo de soberbia, que estamos tan bien que podemos hacer cualquier cosa. Es verdad que nuestro país – en medio de la crisis general – no está mal. Las cosas funcionan, seguimos creciendo aunque sea a otro ritmo, hay una superación de la pobreza notable que se ha dado en las últimas décadas, un cambio cultural enorme. Pero nos equivocamos al creer que se podía hacer mucho más; no sólo, lo que se está buscando hacer, se está haciendo mal”, destaca.

“Cuando estás en el gobierno te estallan mil cosas no previstas y la gestión es cosa de todos los días. Se incendia Valparaíso, se inunda el Norte, los volcanes se activan en el Sur, los temporales, etc, etc… En esa gestión es donde se ve que se están haciendo las cosas muy mal”.

“Cuando fui Ministro del Interior, todas las mañanas me levantaba pensando en cómo cuidar nuestra coalisión, no tener conflicto político y poder avanzar, poder hacer frente a las dificultades que el país mismo iba teniendo, las emergencias que irrumpían, además de toda la tarea legislativa. Pero tienes que tener capacidad política y capacidad de gestión, cosa que en este tiempo no hemos visto”.

“Bachelet no tiene capacidad de conducción política y además no le gusta. ¡No ha ido a la Araucanía en dos años! ¡Si tenemos a una parte del país que vive en estado de emergencia! Hay un problema de gestión brutal. Hay que entender que se te vienen los problemas y tienes que saber gestionarlos, pero además tienes que tener iniciativa política y apoyarte en gente administrativamente capaz”.

“El caso Caval demuestra la poca expertise de la Presidenta. En vez de ponerse de cara al país, llega a decir que se entera por la prensa. A mi me da pena, porque Chile no está en crisis, las instituciones funcionan, el sistema bancario está en pie, el intercambio comercial funciona perfectamente, acá se puede vivir bastante bien, sólo que no tenemos una conducción que esté a la altura del país. No puedo anticipar, pero no tengo el sentimiento de que Bachelet esté empoderando a su nuevo Ministro del Interior como debería hacerlo; ella desconfía mucho y se rodea de amistades y no de quienes políticamente pueden darle conducción adecuada a la nación. Tal vez hay que darle todavía una oportunidad y podría ser que remonte en la segunda etapa de su gobierno, pero eso está por verse todavía. Y está por verse porque en el resto de los ámbitos, si analizas ministerio por ministerio, observas que se hace agua en muchos campos. Te puedo citar todos los días errores de gestión. El Ministerio de Obras Públicas es un ministerio parado, Vivienda… ¿cuánto tiempo llevamos en el tema de la reforma laboral? ¿y tienes claro qué es lo que se está discutiendo? de la reforma educacional, ni te pregunto… ¡Estamos en un país de chiste! ¿Quién pone orden? No es tan difícil poner orden porque la dirigencia de la Nueva Mayoría se da cuenta que está arriesgando el futuro”.

Otro error brutal fue la respuesta que se dio ante los casos de las llamadas boletas ideológicamente falsas mediante las cuales las empresas financian a la política. “Peñailillo a la cabeza y todos los jefes de partido debieron haber salido de inmediato, de cara al país, reconociendo que ese ha sido el modo de proceder durante veinte años, reconociendo que así se hacía. No sé cómo vamos a salir de esto, puede llegar a ser peor. Se nos va a meter el financiamiento del narcotráfico a la política, sin ni siquiera boletas falsas, en efectivo, o que los ricos sean los únicos que puedan hacer buenas campañas. ¡Tremendo! Pero el descrédito político venía de antes, no era muy distinto. La más dañada ha sido la Presidenta, por el caso Caval. Porque si planteas como tema la igualdad y la transparencia…. ese caso y su tratamiento comunicacional fueron lapidarios”.

“El estado de ánimo de la gente no tiene que ver con el país real. No se está atendiendo a ninguna de las demandas de la gente. Esto es pura ideología, estamos entrampados en eso. La gente está pidiendo calidad en la educación pública, especialistas en los consultorios de salud, seguridad. La gente está muy clara, pero el gobierno no escucha. Esto ha ido creando un ánimo de desaliento, en el que la gente no está consumiendo, ni emprendiendo. Las personas están irritadas, nadie va contenta a su casa, a su trabajo, todos van tensos, desconfiados, es cosa de ver las caras de la gente en el Metro. Ese es otro tipo de violencia, la violencia diaria, del gesto, de la pesadez. Se ha creado un clima de mala convivencia”.

-¿Y cómo podemos salir de esto?

“Se puede salir hacia otra situación. Nosotros no estamos en crisis, este país funciona institucionalmente, económicamente, funciona comercialmente, financieramente, laboralmente, es un país que funciona bien. Estaremos funcionando en otro estandard, pero el tema es de conducción, eficiencia, gestión. El gobierno tiene un problema de gestión brutal, por falta de visión y por operadores, por malos ministros y cargos intermedios muy deficientes”.

“Hace falta aterrizar las cosas que queremos hacer, metiéndonos bien en la calidad de la educación pública primaria y secundaria; concretar la reforma laboral; en materia de reforma tributaria, cerrar el capítulo; meternos en salud en los temas que importan, dando respuesta a lo que la gente quiere; gestión en Obras Públicas; gestión en Transporte; gestión en Vivienda. Se puede salir para adelante ¡no es tan difícil! Requiere de un cambio no de ciento ochenta grados, apenas de noventa”, concluye.