Con los resultados definitivos en las elecciones que tuvieron lugar ayer en España, podemos decir sintéticamente que el Partido Popular (conservadores), en el poder, ha perdido dos millones y medio de votos, lo que ha supuesto que dejará de gobernar prácticamente en todas las autonomías (regiones) que estaban en sus manos y buena parte de los ayuntamientos de poblaciones grandes. Es el resultado de tantos casos de corrupción en su haber y la política de recortes sociales y democráticos que ha impuesto a la población española.

En lo que hace al PSOE, ha bajado notablemente también el número de votos recibidos pero, por cómo se presentan los resultados, puede recuperar el gobierno de no pocas ciudades andaluzas y de otras importantes de la geografía española. Algunos analistas dicen que los socialistas han perdido votos pero han ganado poder. Para poder gobernar, tendrán que contar con el apoyo de partidos que se colocan a su izquierda y/o plataformas ciudadanas surgidas de la convergencia de esos mismos grupos políticos (comunistas, ecologistas, humanistas, etc.) y de colectivos (parte del 15M, antidesahucios, afectados por las hipotecas, diferentes mareas… ).

Los partidos minoritarios que ya tenían representación, como IU, UpyD, han recibido un buen batacazo, habiéndose producido previamente fuertes divisiones internas entre quienes querían participar electoralmente con otros y quienes se han querido presentar en solitario. Optar por esta última posibilidad les ha pasado factura. Como la que han pagado los pequeños partidos sin representación que venían de lejos y que han optado por presentarse solos.

Siguiendo hablando de partidos, los que han subido como meteoritos en estas elecciones –como apuntábamos- han sido los partidos emergentes: Podemos como fuerza progresista y Ciudadanos como nueva formación conservadora. Estos últimos en comunidades autónomas y ayuntamientos y aquellos presentándose en solitario en las elecciones autonómicas y formando parte de agrupaciones ciudadanas en las municipales.

Pero si escribimos sobre triunfadores, hemos de hacerlo en femenino. Porque mujeres son las que pueden convertirse en alcaldesas de las ciudades más importantes de España (Madrid y Barcelona), con una Ada Colau en Barcelona que va a pasar de ser arrastrada por agentes policiales, al ponerse como escudo humano delante de las casas que iban a ser desahuciadas por la policía, a ser prácticamente su jefa en la ciudad condal; o con Manuela Carmena, a quien han votado, por su honestidad y larga trayectoria como jueza en defensa de la democracia y los derechos humanos, gentes de cualquier ideología, como apuntábamos en otra nota.

Un elemento que llama poderosamente la atención es éste: la ruptura de los límites que impone esa visión decimonónica, entre derecha e izquierda. Ya podemos hablar de otra cosa, de una minoría que explota a la gran mayoría de la población y ésta, que comienza a estar cansada y que se sabe triunfadora cuando se une y decide dejar de sustentar sobre sus hombros a aquélla.

Y seguimos hablando en femenino si hablamos de las formaciones que representan ellas y muchas otras personas. Hablamos del gran éxito, y desde nuestro punto de vista, del futuro al hablar de las agrupaciones y plataformas ciudadanas. No únicamente en Madrid o Barcelona, en Vigo, en A Coruña, en Cádiz… en miles de localidades la voluntad de la calle se ha organizado políticamente.

Y no sólo es que los distintos grupos se hayan unido para desbancar a la derecha rancia y dictatorial, que llegó al poder a lomos de los desastres producidos por una socialdemocracia vendida a la banca y las multinacionales y fiel servidora de los dictámenes alemanes… no sólo es eso. Es que se ha generado una nueva forma de hacer política, la de la confluencia, la de buscar lo que une, la que dicta la gente de la calle que ha comenzado a empoderarse y ya es muy difícil que se detenga y cuya forma viene de las plazas. Carmen,a en su intervención después de conocer los resultados, decía anoche “tenemos ahora un reto ante nosotros, seducirlos (a quienes no nos han votado) de que el cambio que vamos a llevar adelante vale la pena… de que tenemos la capacidad de conseguir lo que queremos cuando todos somos capaces de unirnos”.

De hecho, pese a que muchos analistas asocian estas candidaturas ciudadanas a Podemos, que se ha presentado como tal a las elecciones autonómicas, y con otros a las municipales, estas plataformas son mucho más que Podemos.

Y Podemos, como el resto de los partidos políticos, tendrá que tomar nota de cara al futuro. No hay más que ver los resultados electorales para darse cuenta que si Podemos se hubiera asociado a otros grupos políticos en las elecciones autonómicas quizás habrían subido mucho más los votos ahora, por ejemplo, pero quizás su falta de infraestructura humana todavía y su soberbia les ha hecho presentarse en solitario. Esto puede ser operativo de cara a las elecciones generales de noviembre pero habla de un modelo que, en la práctica, sigue siendo el mismo de siempre. Un modelo que termina siendo vertical y que se apoya en mayorías y no consensos.

Por otro lado, algo que ha impedido que estas formaciones ciudadanas lograran todavía mejores resultados, ha sido que se han conformado en el último momento por dificultades de negociaciones previas y porque el nombre ha ido cambiando y, además, no han utilizado la misma “marca” en todas localidades. Esto habla de la diversidad que hay pero también de algunas resistencias que cuesta vencer y que atufan a formas antiguas que esperemos se superen más temprano que tarde.

Si estas nuevas formaciones que emergen con tanta ilusión y potencia hacen una política conectada a la calle, a las necesidades de la gente y basadas en el consenso estarán poniendo las condiciones para proyectos de largo alcance, rompiendo con la visión pragmática y coyuntural de la política tradicional y generando un modelo nuevo.

Celebremos hoy, de todos modos, que están llegando aires de cambio que abren el futuro a millones de personas.