Se cumplen 33 años del inicio de la Guerra de Malvinas aquel 2 de abril de 1982, una nefasta aventura poco planificada de la Dictadura Cívico-Militar argentina para intentar perpetrarse en el poder político. Es un día que nos invita a pensar la cuestión Malvinas también desde una perspectiva geopolítica. Son dos direcciones posibles que se abren para este archipiélago estratégico: o continúa reforzándose como una base militar de la OTAN y sirve de fuente de recursos naturales estratégicos para el Reino Unido y sus aliados o se lo convierte en un territorio de Paz para el desarrollo de los pueblos de Sudamérica en dirección a construir relaciones internacionales de cooperación.

Hoy se conmemora en Argentina el Día del Veterano y los Caídos en la Guerra de Malvinas, un enfrentamiento bélico cuyas consecuencias humanas, políticas y materiales fueron por demás negativas. Los soldados conscriptos combatientes fueron también víctimas de la Dictadura: sufrieron estaqueos -algunos de más de ocho horas- como castigo, murieron de hambre y frío y padecieron todo tipo de maltratos por parte de sus superiores. Toda guerra es negativa, pero esta lo fue desde cualquier punto de vista que se lo analice.
Es menester entonces en esta fecha recordar los vejámenes y violaciones a los Derechos Humanos ocurridos en ese enfrentamiento bélico, y solidarizarse con los ex combatientes -soldados conscriptos en aquel momento de sólo 18 años- para que tengan la reparación histórica que merecen. Recientemente la Corte Suprema de Justicia argentina clausuró la posibilidad de que se investiguen estas torturas sufridas por los soldados argentinos, por lo cual no tuvieron más posibilidad que continuarlo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Además de mantener la memoria de esa cruel guerra para que nunca más vuelva a ocurrir, en este 2 de abril es imprescindible analizar la cuestión Malvinas con una mirada geopolítica: hoy las Islas son un enclave colonial estratégico de la OTAN desde donde pueden operar en Sudamérica, es la base militar más importante de América del Sur y se trata de la zona más militarizada del mundo: cada dos habitantes hay un militar inglés. El archipiélago es además una fuente importante de recursos naturales: cuenta con hidrocarburos, petróleo, gas y recursos provenientes de la pesca.

Es entonces la relevancia geopolítica que tienen hoy las Malvinas para el Reino Unido y para sus aliados políticos y comerciales lo que impide que este país colonialista se siente en la mesa del diálogo pacífico. Todo lo contrario, envía submarinos nucleares, refuerza su presencia militar y desconoce las numersosas resoluciones de las Naciones Unidas favorables a Argentina. Se están partiendo las aguas y delineando nuevas alianzas, bloques políticos y comerciales en el plano internacional, y la cuestión Malvinas no escapa a esos movimientos.

En este complejo escenario dado por un mundo violentamente convulsionado, donde las invasiones y las intervenciones bélicas son moneda corriente, es importante que los pueblos tomemos conciencia de que la Paz y la No-Violencia son el camino que nos llevará a un destino mejor, solidario y humanista. Hay que reclamar la soberanía de las Islas Malvinas para Argentina y por tanto para nuestra Sudamérica unida, para que las potencias militares, coloniales e imperiales estén alejadas de este continente de Paz, para que un archipiélago que se encuentra a tan sólo 365,4 kilómetros de las costas argentinas -y a 12.700 de las de Inglaterra- pueda servir con sus recursos al desarrollo de los pueblos latinoamericanos.

Desmantelar su carácter de base militar y colonial y convertirla en un territorio de Paz, de libre circulación de las personas de distintas nacionalidades, de integración humana, de cuidado y desarrollo sustentable de sus recursos naturales es darle a las Islas Malvinas una función primordial en dirección de construir relaciones solidarias, colaborativas, complementarias entre los pueblos del mundo.