Barcelona (Reino de España).

El juzgado de lo penal número 28 de Barcelona ha condenado a un joven a tres años y nueve meses de prisión por lanzar una botella a la policía en las protestas por el derribo del centro social Can Vies. En total cuatro de los cinco encausados, han sido condenados por delitos de desórdenes públicos, daños al mobiliario urbano y atentado a la autoridad.

Los juicios, celebrados la semana pasada, fueron los primeros relacionados con las protestas de Can Vies -que el pasado mes de mayo se saldaron con más de 80 detenidos tras varios días de manifestaciones-, con la excepción del «casteller» S. Rubia, el único encarcelado por los disturbios y que fue juzgado y absuelto el pasado mes de septiembre. El juez de instrucción decretó el ingreso en prisión provisional sin fianza. Allí, en la cárcel de Brians II, permaneció 23 días, hasta el pasado 20 de junio, cuando el juzgado de lo penal número 28 de Barcelona acordó su puesta en libertad con cargos. El desalojo del centro social okupado de Can Vies desembocó, entonces, en una oleada de disturbios que se saldó con casi 70 detenidos. . El ingreso en prisión del casteller desató una campaña de solidaridad en las redes sociales. La familia presentó en la Ciudad de la Justicia más de 6.000 firmas de personas que exigían su inmediata puesta en libertad.

Can Vies es un centro social autogestionado usado como vivienda y como centro social en el que se organizan talleres de teatro, fiestas, proyecciones de películas y documentales, asambleas, comidas populares… Funciona como una asamblea y en ella participan varios colectivos. Con el tiempo, Can Vies se ha convertido en uno de los emplazamientos más emblemáticos del movimiento okupa en Barcelona y cuenta con el apoyo de buena parte de los vecinos.

Según el periodico La Vanguardia (13.02.15) “Los policias que detuvieron a uno de los jóvenes, al que aseguran incautaron en un bolsillo la cabeza metálica de un martillo, ratificaron que el procesado formaba parte de un grupo de una veintena de personas encapuchadas que se concentraron para lanzar objetos a la policía, atacar escaparates y levantar barricadas con contenedores y jardineras.

«Era una situación prebélica», ha afirmado el agente autor del atestado policial, tras añadir que los manifestantes fueron avisados repetidamente por megafonía de que debían abandonar la marcha y que «los que se quedaron es porque no quisieron irse». La sentencia, que a diferencia de la Fiscalía no considera probado que el procesado formara parte de grupo organizado alguno, aplica a la condena la atenuante de disfraz, porque el manifestante actuó «con la cara tapada con una bufanda a fin de no ser identificado».

Sin embargo, estas declaraciones se contradicen gravemente con las imágenes mostradas a continuación en este vídeo, donde puede verse a la Policía acorralando a los manifestantes retenidos y como se les obliga a fotografiarse encapuchados.

 

 

Según el periódico “La Directa” 01.06.14): “El operativo comenzó a las once y cuarto de la noche, cuando un grupo de manifestantes avanzaba en dirección a Sants cortando el tráfico de la Gran Via, después de participar en la gran movilización que aquella tarde desbordó el centro turístico de Barcelona. Cuando se acercaban a la calle Rocafort, furgonetas de la Brigada Móvil a gran velocidad cortaron el paso de los manifestantes, y los agentes antidisturbios les encapsularon. A continuación expulsaron a la prensa y dispusieron los vehículos de tal forma que los medios gráficos no pudieran tomar imágenes a pie de calle.

Veto a los medios gráficos

Dentro del perímetro acordonado la Policia retuvo a la masa de manifestantes en la esquina del lado mar/Besós, y les advirtieron de que tenían dos opciones: dejarse identificar y retratar voluntariamente o ser denunciados por desobediencia. Las personas retenidas fueron pasando a una cola, vigilada a ambos lados por agentes antidisturbios, hasta llegar a un espacio habilitado entre furgonetas donde los agentes los registraban, grababan en vídeo sus DNI, sus caras y sus cuerpos, y los ponían con ropa como sudaderas con capucha y pasamontañas. Alguna de la ropa no la llevaban puesta cuando eran registrados, y estaba tendida en el suelo en una acera cercana.

Forzados a retratarse

Una vez sometidos a este procedimiento, los afectados iban siendo expulsados del perímetro. Algunos de los que salían narraron haber recibido golpes de porra durante la operación, y dos chicas explicaron que los agentes estiraban del brazo a algunos de los retenidos para llevarlos a la cola. Imágenes grabadas por “La Directa” demuestran que los policías agredieron a algunos encapsulados cuando éstos intentaron hacer valer su derecho a no ser retratados con capucha en ese contexto.