Texto y fotografías de LolaMora Producciones


Entre el 20 de enero y el 8 de febrero pasados, Gislaine dejó de ingresar alrededor de 50 dólares diarios -lo habitual es que gane entre 70 y 90- de su negocio de recarga de teléfonos móviles. La culpa de esta pérdida recae en su gobierno, que bloqueó, en toda la República Democrática del Congo, el envío de mensajes SMS, el internet en los teléfonos móviles y el acceso a las redes sociales.

Todo comenzó a partir del 18 de enero, cuando miles de jóvenes y miembros de la oposición política salieron a manifestarse en diferentes capitales provinciales como Kinshasa, Kisangani, Goma, Bukavu… para protestar contra las reformas a la ley electoral, consideradas una maniobra del presidente, Joseph Kabila, para mantenerse en el poder después de 2016, fecha final de su mandato, según la Constitución. Según Human Rights Watch, la represión de las manifestaciones causó la muerte de 36 personas, entre ellas, un policía, y más de 300 detenidas, algunas permanecen detenidas hasta hoy, sin juicio.
Fue duro para Gislaine, quien cada día pasa muchas horas bajo una sombrilla de colores, sentada en su puesto de venta, en una calle de Bukavu, capital de la provincia Sur Kivu. 20 jornadas vendiendo “como mucho” 10 dólares, a los cuales debe restar la tasa diaria de 5 dólares, es mucha pérdida para una mujer sin pareja y con un hijo.

En vivo y en directo desde las calles

El artículo 8 de la reforma electoral proponía realizar un censo nacional como condición previa a los comicios de 2015 y 2016; registro que, según la ex diputada nacional M’Bachu Nyenyezi, podría durar al menos 3 años dado el tamaño del país (más de 2.300 km2), su deficiente o inexistente red de carreteras y la enorme movilidad de su población, bien por desplazamientos motivados por conflictos, bien por migración económica.

En un país con tradición de protesta y una juventud en posesión de nuevas herramientas, Facebook y Twitter fueron los canales más utilizados para intercambiar información sobre la evolución de las manifestaciones entre diferentes ciudades del país. A través de ellas, se denunciaron las muertes de varias personas, a manos de la policía, con fotos y vídeos publicados en tiempo real desde las marchas.

En un país donde no existen líneas fijas de teléfono, los móviles se cuentan por millones, alrededor de 21 millones de personas los usan en la RD Congo. A pesar del negocio que esta cifra supone, las compañías de telefonía móvil se plegaron a las exigencias del gobierno, es decir, a cortar la casi totalidad de las conexiones de particulares y de pequeñas y medianas empresas, así como impedir el modo más barato de comunicar. Con el corte de las comunicaciones y el bloqueó de las cadenas de SMS, que convocaban a las protestas, el gobierno y las compañías ejercieron la censura informativa y violaron el derecho fundamental a la libre expresión, a informar y ser informado, entre otros.

En un país, donde la discriminación y la violencia contra la mujer son altas, los días de bloqueo telefónico significaron una amenaza para la seguridad de las mujeres de la provincia de Sur Kivu, según constató Femme au Fone.
Finalmente, y ante las muertes y la tensión, el Senado y la Asamblea Nacional recularon y retiraron del artículo 8 la exigencia del censo previo a las elecciones. Pero el bloqueo de SMS e Internet en los móviles siguió hasta el 8 de febrero, y el acceso a las redes sociales continúa a día de hoy prohibido.

Bloqueo de comunicaciones = inseguridad para las mujeres

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“No consigo enviaros SMS desde hace una semana. Intento llamaros pero la red se corta. Tengo informaciones sobre casos de vecinas que necesitan ayuda”. Este fue el mensaje que, ocho días después del bloqueo, pudo comunicar por teléfono una “reportera” de Femme au Fone, desde su casa, en Shabunda, un territorio selvático, montañoso y rico en oro de la provincia Sur Kivu, que vive un conflicto armado permanente, a 2.000 Km de Kinshasa.

En Shabunda, el ejército nacional (FARDC) combate por el control del territorio contra Raia Mutomboki (Ciudadanos indignados). Los Raia Mutomboki formaron un grupo de autodefensa, en 2005, para repeler a grupos armados de origen ruandés, y quienes tras haber logrado su propósito, reprodujeron las tácticas de sus enemigos, controlando minas de oro y casiterita, robando, violando y secuestrando civiles. Ante la inestabilidad, toda la información que llega de Shabunda sobre seguridad y violaciones de derechos humanos, y en especial de las mujeres, es tratada con carácter de urgencia por el proyecto mediático y de presión llamado Femme au Fone o FAF.

Femme au Fone, que significa Mujeres al Teléfono, es una herramienta tecnológica de comunicación e información, basada en la sistematización de los SMS recibidos y al servicio de la seguridad de las mujeres de la provincia de Sur Kivu. Este sistema identifica y clasifica cada mensaje (unos 200 al mes) según su nivel de urgencia y el asunto que contiene. El equipo de FAF está instalado en la radio comunitaria Maendeleo, donde se emiten programas para ejercer presión a las autoridades. El sistema funciona desde 2013, cuando se llevó a cabo una fase piloto de prueba.

Un equipo formado por periodistas, juristas y trabajadoras sociales pulsa cada día el botón de arranque de FAF, aunque quienes le dan vida son las mujeres y los hombres que informan de las incidencias, crímenes y abusos de derechos relacionados con la seguridad humana, la participación de las mujeres y la paz en sus comunidades. Teniendo en cuenta que la seguridad y la estabilidad en esta provincia son de las más frágiles de la región de los Grandes Lagos, cuando entran SMS graves o urgentes, FAF activa un protocolo para enviar la información a instancias u organizaciones que puedan ayudar a las mujeres allí donde se encuentran.

Contra el aislamiento y los abusos

La última autoevaluación realizada por FAF revela que a pesar de la presión que se trata de ejercer para colocar el asunto de la seguridad de las mujeres en la agenda política y de seguridad nacional, quedan muchos obstáculos por superar, entre ellos el machismo y todas sus consecuencias. Pero FAF tiene además el reto de consolidarse como un centro estable que no sea desmantelado cuando las organizaciones congoleñas y las internacionales que lo idearon y pusieron en marcha, dejen de recibir apoyo financiero del exterior.

El desafío para este proyecto se ha hecho más evidente aún durante el bloqueo telefónico. Primero, porque las mujeres han convertido FAF en su canal más seguro para comunicar incidentes y casos de abusos; segundo, porque en 2015 están previstas elecciones municipales y en 2016, provinciales y presidenciales.

Solamente cuando terminó el bloqueo telefónico al que el gobierno congoleño sometió a la población civil, FAF supo de un grupo de mujeres que había salido caminando de Shabunda en dirección a Bukavu (350 Km.) para denunciar y hacerse curar, tras haber sido asaltadas y violadas por los Raia Mutomboki. Las mujeres tardaron 15 días en llegar: partieron 10 pero llegaron 9; una de ellas no sobrevivió a las heridas.

Cuando finalmente, se restableció el envío de SMS, estos entraron en tromba al sistema FAF. Las mujeres los enviaban y contaban casi con atropello todo lo sucedido en esos días. El equipo de FAF comprobó 22 denuncias de violencia doméstica, con el resultado de cuatro mujeres asesinadas a manos de sus parejas, dos de ellas tras haber sido acusadas de brujería por su familia política.

Sin derecho a… nada

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Las protestas sirvieron también para exigir otra modificación sustancial a la nueva ley electoral, la del artículo 13 que elimina la obligación de los partidos políticos de respetar la paridad en sus listas electorales. Pero el 13 no fue objeto ni de revisión ni de debate mediático. Prudence Shamavu, presidenta de la Red de Mujeres Miembros de Partidos Políticos en Sur Kivu, expresa su decepción: “Nuestra Constitución reconoce la paridad. No entiendo por qué nuestras autoridades no respetan la constitución y la aplican a la ley electoral. Aquí pasan cosas terribles que afectan a las mujeres y, muchas veces, es porque no se nos da poder para participar”.

Actos de discriminación como este, son abiertamente perpetrados en todo el país, y especialmente en los Kivu, como constata FAF. En Bukavu, Kizito Bulindi, del partido de la mayoría presidencial Alianza de las Fuerzas Democráticas de Congo (AFDC) revela que existe un grupo de lobby formado por hombres legisladores que militan para que haya una revisión del artículo 14 de la Constitución, “eso de la paridad, es una cosa que trajeron las feministas de Beijing, no es algo nuestro de Congo”. El político considera una amenaza la paridad: “Nosotros tenemos una cultura que no nos ha preparado para la paridad. Por eso nuestro Código de Familia, que tiene fuerza de ley, reconoce al hombre como el jefe del hogar y a la mujer supeditada a él. Y luego está la religión, yo nunca leí en ninguna escritura sagrada que hubiera paridad”.

En las antípodas, está el Observatorio Nacional de la Paridad. Frente a los dos años electorales que vivirá la RD Congo, “el combate por la paridad atañe a la sociedad porque la reconstrucción, después de años de conflicto, debe hacerse con la aportación de todos y todas”.