Se presentó en las Palmas de Gran Canaria la campaña «Grullas por la paz», coincidiendo con el aniversario del bombardeo atómico sobre Hiroshima. Dicha campaña, organizada por diversas organizaciones como Mundo sin Guerras o Escuelas Solidarias y otros colectivos pacifistas, pretende concienciar a los jóvenes «del peligro que supone mantener un arsenal nuclear como el actual, capaz de destruir la tierra más de quince veces». Se contó con la presencia de Sumie Nakamura, superviviente de tal barbarie.

 

El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre la población civil de Hiroshima (Japón) iniciando así una escalada bélica que nos ubicó, como especie, ante la posibilidad de nuestra propia extinción.

Afirma el tópico que «un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla» y por esa razón, aprovechando que el año próximo es el septuagésimo aniversario de tal ignominia, algunos colectivos nos hemos decidido a impulsar una campaña en el ámbito educativo, inspirándonos en la historia de Sadako y las mil grullas, para concienciar a nuestros jóvenes sobre el peligro que supone mantener un arsenal nuclear, como el actual, capaz de destruir la Tierra más de quince veces.

En el acto de presentación de dicha iniciativa, que tuvo lugar el pasado 6 de agosto a las 11 de la mañana en el «Pueblo Canario» de las Palmas de Gran Canaria, se contó con la presencia de algunos representantes de los distintos colectivos, con un miembro de la «Red de Escuelas Solidarias» y con Sumie Nakamura, una superviviente (hibakusha) de la catástrofe de Hiroshima que compartió con los presentes su experiencia al respecto.

HISTORIA DE SADAKO Y LAS MIL GRULLAS

Sadako creció como una niña fuerte, atlética y con mucha energía. El 6 de agosto de 1945, cuando Sadako tenía tan solo dos años, Estados Unidos hizo estallar dos bombas atómicas sobre la población civil. En el momento de la explosión, ella estaba en su casa ubicada a tan solo 1,5 km de la zona cero de la deflagración. Un día, nueve años después, mientras corría, empezó a sentirse mal y cayó al suelo. Posteriormente fue diagnosticada de leucemia, conocida como «enfermedad de la bomba A».

Su mejor amiga, Chizuko Hamamoto, le recordó una vieja tradición sobre alguien que realizó mil grullas en forma de figuras de papel (origami) y gracias a ello los dioses le concedieron un deseo. Con sus propias manos, Chizuko le regaló la primera grulla que realizó en papel dorado y le dijo: «Aquí tienes tu primera grulla». Sadako tenía la esperanza de que los dioses le concedieran el deseo de volver a correr de nuevo. Al poco tiempo de empezar su tarea conoció a un niño al que le quedaba muy poco tiempo de vida por la misma causa, la leucemia, y le animó a que hiciera lo mismo que ella con las grullas pero el niño respondió: «Sé que moriré esta noche».

Sadako pensó que no sería justo pedir la curación sólo para ella, y pidió que el esfuerzo que iba a hacer sirviera para traer la paz y la curación a todas las víctimas del mundo. Con el papel de los botes medicinales y otros que iba encontrando llegó a completar 644 grullas de papel. El avance de la enfermedad impidió que acabase de realizar la tarea, muriendo el 25 de octubre de 1955 (a los 12 años de edad) tras 14 meses de ingreso en el hospital. Sus compañeros de escuela, después de su fallecimiento, llegaron a completar las mil grullas. Los compañeros de escuela y amistades pensaron dedicarle un monumento donde se representaría a Sadako sosteniendo una grulla dorada en su mano, también dedicada a todos los niños que murieron a causa de las dos bombas atómicas.