Ernesto H. de Casas

Mendoza, Abril 2014

Con motivo del prólogo hecho a la nueva edición de Habla Silo de reciente publicación por León Alado Ediciones, España, veo que podemos presentarlo también en formato de artículos, para dar a conocer más al autor. Encontramos aquí a Silo en una de sus facetas más destacadas: el escritor y orador, el comunicador directo de su pensamiento, su sentir, sus reflexiones, exponiendo con solidez sus propuestas.

Lo encontramos en diversos escenarios, en la montaña, la sala de conferencias, en el teatro, o un estadio y en la playa. Con y sin micrófonos y altavoces. Acude a numerosas ciudades, entonces no escatima en esfuerzos de todo tipo para hacerse escuchar; en llegar a los demás, una y otra vez. Es patente su disposición a expresarse de los modos más variados a fin de llegar a públicos diversos. Apela a variados registros: lo serio, lo cercano, lo técnico, lo erudito o la verdad simple y llana. Lo hace para que la audiencia, sea quien sea, pueda entenderlo a pesar de la complejidad temática. Con lo cual se establece una buena relación autor-lector, quien la recibe podrá estar o no de acuerdo, abrirá su mente, o no, a otros puntos de vista o a otra mirada, más amplia y profunda, pero con seguridad encontrará un matiz, una relación, un ángulo o una faceta por demás atrayente.

Sin duda es un orador brillante, cuyo mayor interés está en llegar a los demás y que puedan seguirlo sin mayores distracciones; el tono de voz, firme y amable, con sus tonalidades, facilita la apertura emocional y comprensión intelectual a sus nociones.

Quizás llame la atención que no se refiere a sí mismo en general, prefiere sin duda abocarse al tema de interés y exponerlo. Tampoco suele mencionar otras referencias (autores, textos, publicaciones), sino que opta por centrarse en su propia reflexión. La desarrolla, la amplía o la concentra y la expone. Trata el tema de interés pensando de modo fundamental y procede a su comunicación, destinada-al-otro. Eso es lo que más le interesa.

Es, entonces, un pensador esencial, cardinal, que nos trasladará todos sus descubrimientos generosamente. Lo hace con determinación, sin vacilaciones. Eso, a veces, incomoda a un auditorio relativista que prefiere dilaciones, evasiones o imprecisiones. Acostumbra a ir a lo principal y especificarlo, siempre sobre lo más substancial, jamás sobre asuntos alejados, ni llamativos, de moda o superfluos. Se aboca a los grandes temas que importan a la vida de las personas y nos los comparte.

Quienes tuvimos el privilegio de escucharlo en diversas ocasiones, disfrutamos y nos conmovimos ante el hecho de atender a un hombre excepcional, comunicando verdades a los demás. Cada evento es un verdadero acontecimiento. Breve o prolongado, es siempre intenso. Expone por el solo interés de hacerlo, sin esperar nada a cambio; ni la aceptación o el rechazo, el aplauso, ni la crítica. Cada instante fue penetrante, significativo, notable y, cómo no, trascendente. Diría si se me permite, que fueron momentos mágicos, inspiradores.

Su discurso se despliega además con estética singular. La prosa, la el giro lingüístico, la metáfora, o lo poético, se amalgaman con el ensayo y la descripción minuciosa, que se van hilando en un entretejido de certezas que la audiencia reconoce, relaciona y asiente por propia experiencia y observación.

Los estilos son igualmente variados, cubriendo una amplia gama, desde la arenga, al exordio, a la narración o relato, a la nota informativa, y la opinión categórica, de quien siente que tiene mucho que decir sobre los temas que importan.

 Además, su interés principal no es solo transmitir ideas, sino también sentimientos y alentar a tener experiencias interesantes. En frecuentes ocasiones nos invitará a la experiencia interna. No solo para aumentar la comprensión de nosotros mismos, de las condiciones de vida, sino para que se vislumbre -por propia vivencia- un sentido más elevado o un estado mental inspirado. Para convertir condiciones desfavorables y tener vivencias francamente positivas.

En todos los casos nos transmite algo de él mismo: unidad interna, coherencia personal. Lo hace porque es lo mejor que puede hacer por los demás, y nos invita a profundizar en ello. Creando una atmósfera alentadora, que realza las aspiraciones más importantes de las personas, consciente de que vivimos una época cargada de adversidades.

Las situaciones escogidas son disímiles, a una audiencia multitudinaria, u otra reducida, amigos, invitados, o reunión de expertos, de religiosos, de estudiosos, todos entusiastas de su discurso.

En general se dirige al público más amplio posible, al ser humano común y corriente con su medio inmediato: amigos, familia, compañeros. Allí donde vive cada uno sus días de afán, trabajo y sucesos varios.

Nos habla libre, porque es su decisión, sabiendo que hará un aporte útil a los demás, sin condicionamiento alguno, y así tratará a los demás, sin condicionar, ni exigir nada, todo lo hará para ayudar, colaborar.

Lo hace como un hombre común, sin alardes de títulos, rangos, instituciones afamadas, o con enormes recursos. Nada de eso, parte desde el llano, de un modo abierto y se dirige a quien quiera escucharlo, sin más trámite. Decide que lo mejor es compartir plenamente sus propuestas y cada uno verá qué realiza con ello. En sus propias palabras: “…Hablo de lo que hace libre y feliz al ser humano”.

Los títulos que enunciamos aquí  son: La curación del sufrimiento, La acción válida, Sobre el Acertijo de la percepción, El Voluntario, Acto público en Madrid.  Otros seguirán en próximos artículos.

El rápido vistazo a todas sus intervenciones y publicaciones nos deja la clara sensación de estar frente a un contenido inestimable, de vital importancia. Por tanto, hemos que disponernos buenamente a estudiar a este autor que ejerce la comunicación directa siempre que puede.

 1.   La curación del sufrimiento. Aquí se presenta por primera vez. Ha quedado atrás la persona inicial que ha devenido en Silo, y empieza su vida pública dedicada a entregar una propuesta, que es mensaje, enseñanza. Nos advertirá “de no buscar falsas puertas”, nos indicará descartar el deseo y atender a la necesidad, recordando que “es necesario seguir adelante” y nos hará entrega de una esperanza, para elevar el espíritu, el corazón y el cuerpo. Con ello queda el enmarque para todo lo que seguirá manifestando por más de tres décadas.

2.    La acción válida. Deja América del Sur, vamos a la isla atlántica de Canarias, donde nos habla, nueve años después, sobre la importancia de la conducta. Hará un extenso desarrollo por la Ética si se quiere, para resaltar las acciones que tienen real validez, que dan unidad interna, se las quiere repetir y ayudan a los demás. Establece su principio de cabecera: “Trata a los demás como quieres que te traten”. Esto confirma que su mayor inquietud no es dar verdades aisladas, sino en-relación-con-el-otro, con los demás. El ser humano es, para Silo, un ser relacionante, un ser-en-comunidad.

3.    Sobre el Acertijo de la percepción. En días siguientes fuimos convocados a otra disertación, más especializada como estudiosos de sus planteos… Ahora comienza citando al Buda indio, en uno de sus diálogos memorables sobre qué pasa con la percepción. Mediante una erudición excelsa, nos conduce por esos aspectos sutiles del mirar, imaginar, que nos llevan a observar, captando cómo percibimos y configuramos el mundo. Finaliza con 14 asuntos vistos, e invita a sacar consecuencias.

4.    El Voluntario. Llegamos al año 80, en América del Norte, México, donde fue invitado a exponer sus consideraciones sobre el integrante de nuestro Movimiento[1], y de la gente más activa. Observa que presentan un rasgo destacado: su voluntariedad. Es algo cada vez más frecuente en las sociedades actuales, los individuos se abren más al medio en que viven. Esa voluntariedad es acompañada de su “disposición de poner en marcha cosas”, a no quedarse quietos, atónitos, conformistas, frente a los absurdos del mundo actual, de lo que no somos responsables, detalla.

5.    Acto público del Pabellón de Deportes de Madrid. Atrás queda la montaña y la sala de conferencias, el acto se hace en un amplio pabellón deportivo. Ha sido invitado por la Comunidad, agrupación surgida en torno sus propuestas. En rigor, será el primero de una gira en la que se harán varios actos, por distintas ciudades. Va acompañado de un Conjunto de oradores que diversifican el discurso. Comenzó como un solo hombre y ahora va en equipo, invitado por quienes conocen su obra. En esta ocasión exhorta a superar la culpabilidad. Algo decisivo para las sociedades actuales, tan necesitadas de reconciliación, de abrirse al futuro. Dirá: “¡No busques culpables!”, categóricamente, y planteará una experiencia de cambio de vida y en franca comunicación con los demás. ¡Una belleza!



[1]  El Movimiento en general y el Movimiento Humanista más específicamente, comienza en los albores de los 60 en torno a las propuestas e iniciativas que nos presentara Silo, aclaratorias de la época que se vive. Sorteando dificultades y aprovechando facilidades fuimos avanzando en el proyecto, ampliando la acción – mientras que otros movimientos desaparecían… Dando lugar además a organizaciones como La Comunidad para el Desarrollo Humano, El Partido Humanista, Mundo sin Guerras, Convergencia de las Culturas, Centro Mundial de Estudios Humanistas y diversas agrupaciones de la Educación por la No Violencia y demás que encuentran referencias en su amplia y extensa aportación. Ahora continuamos con toda la fuerza y diversidad que caracteriza al ser humano de hoy y como lo exige la época.