Mis abuelos por lado materno vienen de Ucrania, específicamente de Odessa ( que me acabo de enterar que está en el “área rusa” de Ucrania. ).

Estando entre mis sueños conocer Odessa, me sorprende el estallido de violencias que desde hace un corto tiempo afecta al pueblo ucraniano.

Entiendo , que al igual que tantas otras “naciones” del mundo moderno, también Ucrania es una amalgama de pueblos, idiomas y culturas. Y esto, que a mi modo de ver es un atributo extraordinariamente positivo y estimulador de cara a una soñada Nación Humana Universal, se ha convertido en Ucrania y en tantas “naciones” en una pesadilla de tensiones, odios, rechazos, nacionalismos extremos, divisiones, y en definitiva guerras y violencia.

Lástima, otra vez una posibilidad de crecimiento para la Humanidad, se frena, se rompe, costando vidas humanas, prisiones y violencias por falta de tolerancia, de aceptación , de incapacidad de valorar al “otro” en su propio espacio.

Y detrás , siguen los grandes poderes empujando en procura de más poder y más corrupción. De uno y otro bando en pugna, no parece haber grandes diferencias, salvo el qué poder gigante mundial ( Rusia – Europa) apoya a uno o a otro bando. Y generando con ello inquietud y temor mucho más allá de Ucrania, haciendo temer la vuelta de una Guerra Fría, que siempre conlleva la amenaza latente de una guerra “caliente”.

Y con poderes nucleares involucrados. Donde la razón y la lógica nos dicen que no serían tan estúpidos como para llegar a ese punto. Pero, ….. creemos realmente que no serían tan estúpidos? Viendo sus actitudes tan belicosas y violentas, viendo cómo defienden egoístas y avaros intereses económicos, viendo cómo siguen en la lucha por el control del petróleo ( sí, ese maldito y contaminante generador de energía ), por el control de los mares y estrechos del mundo para así dominar y controlar las economías, viendo cómo reprimen a sus propios pueblos incluso frente a sutiles y mínimas amenazas a su enorme poder, uno podría llegar a pensar que podrían ser más estúpidos de lo que la razón pareciera indicar.

Crece entonces el temor y la incertidumbre, y con ello se siguen rompiendo los tejidos sociales que nos unen. Nos vamos aislando, separando los unos de los otros, así como los ucranianos, que hasta hace poco eran amigos que podían converger en ideas o divergir, amarse o pelearse, pero siempre cercanos y unidos en su propio tejido social, ahora se pelean con violencia, se matan, se destruyen, rompiendo vínculos de familias , de hermanos, de amigos y compañeros.

Como en la antigua Yugoslavia, donde x 10 años se mataban familiares por encontrarse en bandos opuestos, bandos que nadie eligió, en una absurda espiral de violencia.

Llamemos a crear una nueva conciencia humanitaria, solidaria, colaboradora entre seres humanos. Una conciencia que rechace toda forma de violencia, que rechace los poderes impuestos, que se rebele ante las imposiciones de una economía avasalladora y que en su afán de avaricia sin límites, no trepida en romper cuanto vínculo humano se les cruza en su camino . Esa economía defendida por los otros grandes poderes , llámense religiosos o políticos, que usan extraños artilugios para separar a sus “ovejas” y con ello acrecentar sus poderes.

Una nueva conciencia que estimule a los pueblos a buscar formas no-violentas de enfrentar conflictos y situaciones, que estimule a encontrar esa fuerza interna capaz de encontrar lo valioso en el otro y no lo “peligroso”, lo creativo en el otro y no lo “destructivo”, la colaboración y no la “separación”.

Una nueva conciencia profundamente humana, que nos haga rechazar toda forma de violencia, y nos oriente en caminos de convergencia hacia la soñada Nación Humana Universal.