Dicen que son cosmopolitas y que detestan los provincianismos, pero cada vez que escucho sus propuestas se me ponen los pelos como escarpias. He leído algún artículo de Carlos Taibo en el que éste los calificaba de euro-bobos pero, la verdad, yo creo que Carlos peca de generosidad, porque estos euro-bobos son en realidad gente muy, muy peligrosa.

Para muestra, un botón: Mario Monti. Todos sabemos los pingües beneficios y privilegios que en España reporta el ser ex-algo. Ex-presidente, ex-ministro o ex-lo-que-sea. Si fuese ésta una pauta de conducta Typicall Spanish, podría consolarme un poco, pero resulta que no, resulta que en la Europa Otanizada y Usamericana el ser ex-presidente o ex-primer ministro reporta los mismos privilegios que en esas provincias que tanta molestia causan a los euro-bobos en el mismo momento en que cruzan la frontera y llegan a Bruselas.

Mario Monti, no lo duden, no pasará a la historia sólo por ser el ex-primer ministro de Italia. Pasará también a la historia por ser el ex-presidente del llamado Consejo para el futuro de Europa, un consejo impulsado por el Instituto Berggruen para la gobernanza.

¿Pero quien o quienes forman parte del consejo Berggruen? No esperen sorpresas, porque en el consejo Berggruen, junto con Mario Monti, también existe una nutrida lista de ex-algo: Condolezza Rice, ex-secretaria de Estado de los Estados Unidos; Willie Brown, ex-alcalde de San Francisco; Gray Davis, ex-gobernador de California; Ronald M. Gorge, ex-miembro del tribunal supremo de California; Terry Semel, Matt Fong, Gerry Parsky, ex-vicesecretario del Departamento del Tesoro para Asuntos internacionales… y así podríamos seguir, citando a ex-algo, hasta dar con una nutridísima lista de euro-bobos al otro lado del Atlántico: Gerhard Shroder, Felipe González, Mariano Rajoy, Gordon Brown, Henrique Cardoso, François Hollande, Tony Blair o Romano Prodi, entre otros.

No deja de ser un poco cómico que en este geriátrico pueda uno tanto oler los rancios olores del neoconservadurismo más utópico como saborear los insípidos sabores del social-liberalismo más realista: ese que habla de derechos y libertades con la mano izquierda mientras con la derecha ordena formar filas a empresarios ávidos de privatizar servicios públicos y a anti-disturbios deseosos de poner orden en la calle y en sus fronteras.

Por cierto; vayamos -y acabemos- por partes, y luego sigamos tirando -juntitos- del hilo:

1 – El instituto Berggruen se presenta a sí mismo como una organización independiente, no partidista y, al mismo tiempo, como un tanque de pensamiento y acción que involucra a los mejores empresarios, pensadores globales y líderes políticos de todo el mundo. En resumen: un think tank dedicado -transcribo literalmente- «al estudio comparativo y el diseño de sistemas de gobernanza adaptados a los desafíos del siglo XXI. Su objetivo es integrar las nuevas posibilidades de la era de la información con las mejores prácticas administrativas eficientes, decisivas y meritocráticas de Asia y con la responsabilidad democrática de Occidente. La sociedad del conocimiento permite y exige una comunidad, una democracia y una gobernanza inteligentes». (http://berggruen.org/)

2 – Su promotor es Nicolas Berggruen, filántropo de doble nacionalidad, Alemana y Estadounidense, miembro del Council on foreign relations… y, sí, del consejo de administración del grupo PRISA.

3 – El Council on foreing relations es la organización estadounidense más influyente en el diseño de la politica exterior de los Estados unidos. (http://www.cfr.org/).

Además del mencionado Consejo para el futuro de Europa, el Consejo del siglo 21, que suele organizar meetings con las élites políticas y empresariales de China y que hace énfasis en la importancia del G-20 como órgano de gobierno de la globalización, el comité de pensamiento a largo plazo de California forma también parte del instituto Berggruen.

Pueden empezar a sacar las conclusiones que quieran. Yo ya tengo las mías.

A día de hoy, después de un proceso de reflexión, lectura e interpretación de materiales, el único modo en el que podría situar al estado español en la globalización neoliberal sería en la situación de estado periférico en serio proceso de descomposición y con múltiples dependencias fraguadas en su interior: energética, tecnológica, militar, fiscal…, en resumen: política en todos sus frentes. Analizar, además, los costos sociales internos de su desmesuradísimo gasto militar -«El ciclo armamentista español» y «El militarismo en España», libros colectivos publicados en Icaria editorial, son muy ilustrativos al respecto- y de sus políticas austeritarias, debería hacernos reflexionar, a mi modo de ver, sobre la posibilidad de aglutinar a todos los movimientos sociales -pacifismo, feminismo, ecologismo- alrededor de la oposición a la «deudocracia».

A la luz de los materiales concretos que generosamente ha empezado a formalizar la Plataforma Auditoria Ciudadana de la Deuda (http://auditoriaciudadana.net/), y a la luz, también, del informe desarrollado sobre las relaciones armamentísticas entre Israel y España por la iniciativa Negocisocults: la seguretat amb a negoci (http://negocisocults.org/es), a mí me resulta cada día más evidente que la emisión de deuda bancaria y estatal tiene como intención el mantener y universalizar un modelo social muy concreto de insostenible hiper-desarrollismo hidro-carbúrico, militar y nuclear profundamente agresivo y con claros efectos sociales: Feminización de la pobreza, profundo impacto medioambiental, resolución de conflictos -internos y externos- por la vía armada, penalización y represión violenta de los movimientos sociales y privatización de aquello que, ya en los años 60, Angela Davis denominaba el Prison-industrial complex.

Los cálculos contables de la deuda, matan la vida. Y ni la caridad, como opción de vida, ni el préstamo con interés, como cálculo, podrán saldar jamás la impagable deuda moral que el capitalismo está acumulando en la corta, muy corta historia de la civilización humana.

Otro humanismo es posible si… lo pensamos y lo contruímos juntos: malos tiempos para ambigüedades e indefiniciones calculadas a la hora de aclarar cómo hemos llegado aquí, en qué situación nos encontramos, hacia qué modelo de sociedad queremos caminar… y con quien -y cómo- podemos construirla.