Dos millones y medio de personas, según los organizadores, han marchado esta tarde por el centro de Madrid para pedir ‘pan, trabajo y techo’.

La fiesta ha acompañado a la reivindicación. Todo ha sido tranquilo. Los incidentes finales, ya en la noche, que algunos medios se han empeñado en resaltar, no reflejan en absoluto el ambiente que se ha vivido entre los millones de manifestantes que han inundado el centro de Madrid.

Las distintas marchas provenientes de todos los rincones de la geografía española han salido en la mañana desde distintos puntos de la periferia para dirigirse al centro de la capital.  Algunos negocios cercanos dan la bienvenida a los manifestantes.  Atocha, lugar de encuentro, está desbordado una hora antes de que comience la manifestación.

Han participado expresiones de todo tipo. Las banderas hablaban de ello. Desde partidos políticos, sindicatos, organizaciones culturales, de inmigrantes, de derechos humanos hasta expresiones espirituales comprometidas socialmente, pasando por colectivos que reivindican temas concretos, sin que hayan podido faltar representantes de las distintas mareas.

Todas las edades estaban presentes. La diversidad era inmensa.

Y, mientras, la policía tranquila en los laterales de las calles mientras otros de sus compañeros salvaguardaban el Congreso, cada día más alejado de la gente.