Por Edilma Prada Céspedes

Especial para Pressenza International Press Agency

Alianza con www.agendapropia.com

Hacerle frente a los altos índices de pobreza, aumentar la inversión en el agro, y reparar a las víctimas del conflicto armado, son los principales retos del proceso de paz que adelanta el Gobierno Colombiano con la guerrilla de las FARC.

Al cumplirse el primer año de la firma del “Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera” entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, víctimas, analistas y representantes de la sociedad civil coinciden que el Proceso de Paz debe garantizar, en primera medida un reconocimiento y reparación integral de quienes sufrieron los horrores de más de 50 años de violencia, y en segundo lugar: el mejoramiento de las condiciones del sector campesino, el mismo, que en las últimas semanas ha reclamado atención a su problemática y más inversión en programas que fortalezcan el agro.

“El compromiso para la paz se demuestra a través de una disponibilidad de dar la cara y escuchar a las y los que más han sufrido y que continúan sufriendo por la ausencia de paz, y quiero aclarar que esta demanda no viene del Gobierno, viene de las víctimas”, dijo Fabrizio Hochschild, coordinador residente y humanitario de la ONU y representante del PNUD en el acto de entrega de las propuestas ciudadanas de las mesas de trabajo regionales para contribuir al fin del conflicto, realizado el pasado 27 de agosto en la ciudad de Bogotá.

Llamado que las propias víctimas realizan; ellas esperan ser escuchadas y atendidas, pero sobre todo que sus preguntas sean respondidas por los propios victimarios; en este caso las FARC. Y una vez se enfrenten a esas versiones, vendrá lo que consideran el paso más duro: “el de quitarnos el estigma de víctimas y volvernos parte activa de la sociedad civil, volvernos útiles para la sociedad”, dijo Luis Fernando Ocampo, víctima del desplazamiento forzado.

Los indígenas, también han solicitado ser escuchados en la mesa de diálogo. Señalan que los puntos que se discuten en La Habana, Cuba, no deben ser tratados únicamente entre el Gobierno Nacional y las FARC; argumentan que allí también deben hacer presencia campesinos, indígenas y afrocolombianos, pero sobre todo quienes tuvieron que desplazarse a las ciudades, abandonando sus tierras obligados por la guerra, y aquellos a quienes el conflicto, los ha tocado de cerca.

«Lo que si hemos dicho es que habrán temas que le corresponden al movimiento indígena, el que tiene que ver con territorio. Esa no es tarea de la discusión allá entre Gobierno y guerrilla, porque nuestras políticas son diferentes, y nuestra lucha ya tiene un marco jurídico y político», manifestó en su momento, Jesús Chaves, ex consejero Mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC.

Mientras las víctimas, piden ser escuchadas, en Cuba los negociadores han puesto sobre la mesa diversos temas que han generado altibajos en los diferentes ciclos de las conversaciones -13 en total a la fecha-. Entre ellos, la participación política de las FARC; un referendo por la paz propuesto por el presidente, Juan Manuel Santos; la negación de las FARC como un grupo dedicado al narcotráfico; los ataques de la guerrilla contra la población civil y la Fuerza Pública, entre otros.

El acuerdo agrario

El único acuerdo concreto que se ha realizado en el primer año de diálogo se logró el pasado 26 de mayo. Ahí las partes establecieron avances sobre el primer punto de la agenda denominado: “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral”, donde concertaron lograr acuerdos sobre los siguientes temas:

• Acceso y uso de la tierra. Tierras improductivas. Formalización de la propiedad. Frontera agrícola y protección de zonas de reserva.

• Programas de desarrollo con enfoque territorial.

• Infraestructura y adecuación de tierras.

• Desarrollo social: salud, educación, vivienda, erradicación de la pobreza.

• Estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. Asistencia técnica. Subsidios. Créditos. Generación de ingresos. Mercadeo. Formalización laboral.

• Políticas alimentarias y nutricionales.

Alejandro Reyes Posada, asesor del Gobierno Colombiano en políticas agrarias
y asesor de la delegación colombiana que negoció mencionado acuerdo en La Habana, dijo que éste permitirá “transformar el campo colombiano, a favor de los campesinos con mayor justicia social, con mejor distribución de la tierra, con derecho al desarrollo rural”.

Reyes, de igual manera señaló que luego de la firma de la paz, el país deberá estar preparado para solucionar un sinnúmero de conflictos sociales. “El principal de los conflictos es la brecha de bienestar y de desarrollo que existe entre el campo y las ciudades. El campo colombiano está muy atrasado, las sociedades rurales no tienen sus necesidades atendidas, no tienen acceso a la tierra, no tienen bienes públicos, educación, salud, infraestructura, es necesario hacer una enorme transformación del campo colombiano, para acercar un desarrollo, al desarrollo que se ha logrado adelantar en las ciudades”, dijo.

Finalmente, el asesor puntualizó que el papel de la sociedad civil y de las organizaciones sociales de base, será el de proponer cambios desde lo local.  “El poder completo comienza a trasladarse hacia las organizaciones de base, y hacia los territorios y las regiones, todo el poder nacional tiene que comenzar a construirse de abajo hacia arriba, desde las regiones, desde sus territorios y desde las organizaciones locales de la sociedad civil”, concluyó Alejandro Reyes.

La reconciliación otro factor determinante para lograr la paz

Miguel Ángel Balcárcel, experto en resolución de conflictos, cultura de paz y democracia, y quien acompañó los procesos de posconflicto en el país de Guatemala, afirmó que un punto importante que se debería considerar en el caso colombiano es la reconciliación, un factor que según él, aportaría al proceso de paz, pero principalmente para las víctimas.

Como aprendizaje del caso guatemalteco, Balcárcel, señaló que aún en su país hay heridas por sanar del conflicto armado interno que se vivió entre 1960 y 1996, y ello se debe a que los acuerdos de terminación del conflicto no se enfatizaron en la reconciliación, sino en la dejación de las armas.

“La pregunta que uno se formula es sobre la víctimas, ¿quiénes son las víctimas?, ¿en dónde están las víctimas?, ¿cuál es el origen de esas víctimas?, ¿dónde habitan esas víctimas?, y lo que allá (Guatemala) se encontró es que eso pasaba por una concepción del territorio, y entonces resultaba que combatientes de uno y otro lado se encontraban finalmente en una comunidad concreta de donde eran originarios y que tenían que retornar después del enfrentamiento a un espacio físico, que le era común, habiendo sido fuerzas distintas; ahí yo creo que fue lo que nos falló, porque la variable desde mi perspectiva, no consideraba suficientemente profundo donde la sociedad no hizo verdaderamente el esfuerzo, como fue la variable de reconciliación, y se pensó que simplemente lo operativo podía ser la respuesta, pero sin duda la guerra te afecta emocionalmente, te afecta sicológicamente, y ahí es donde se debe entrar a actuar”, puntualizó.

Lo que viene en los diálogos

Discusiones sobre la participación política de las FARC, la reparación a las víctimas y los mecanismos de refrendación de los acuerdos para la terminación del conflicto, corresponden a los temas que harán parte del nuevo ciclo de negociaciones que se reanudarán el 9 de septiembre de 2013.