Del crisol de la “impecable” fiesta democrática vivida este 28 de octubre con motivo de las Municipales 2012, el indiscutible “ganador” que surge es la abstención que, promediando más de un 60 por ciento en todo el país, tuvo peaks impresionantes, como el 90 por ciento en Puente Alto y el candidato que resultó electo alcalde con apenas 20 votos en Alto Bio Bío. De este fenómeno el investigador de Comunicación Política, Fernando García Naddaf, deduce que es necesario que la clase política y la sociedad civil se hagan cargo para “restablecer los sueños del progreso”.

“Nosotros estábamos esperando que la abstención fuera en torno al 58 %, de ahí para arriba o para abajo era bueno o era malo. Está claro que votó menos gente que en la elección municipal pasada y de seguro que lo ha hecho gente de grupos socio-económicos más altos y de grupos etarios más viejos, evidentemente grupos más conservadores. En todo caso, eso es una tendencia o práctica que a nivel internacional se está dando”.

Los motivos son varios. El primero, la evidencia de una clase política ya desgastada que hace que tengamos una oferta política pobre, pues en algunas partes los candidatos ni siquiera eran opción. Claro que si las había en las listas de concejales, pero en las de alcaldes no. Era lo mismo de siempre en un mundo en que estamos totalmente desencantados, en que buscamos algún tipo de cambio. Por eso, que más del 80 % de los candidatos sea lo mismo, es un desincentivo.

El segundo factor de baja es el tema de la disparidad del financiamiento. Se estima que del aporte privado que se hace a los candidatos, el 70 % va a la Alianza, un 27 % va a la Concertación y solamente un tres por ciento a otra opción. Esa visibilidad que se logra a través de financiamiento no va hacia nadie que le de alguna esperanza a la gente que no quiere participar.

Y tercero, tiene que ver con los medios de comunicación y la desproporción de la cobertura, pues los medios vuelven a proyectar una imagen de más de lo mismo, y no dan espacio ni reflejan la situación de descontento de más del 60 % de la gente que no quiere participar.

¿Hay que revisar la nueva ley de votaciones, sobre todo esto del voto voluntario?

Hoy estamos viendo algo que ya se sabía. Acá cuando se plantea la inscripción automática prácticamente el 100 por ciento de la sociedad y de la clase política está de acuerdo, pero si se plantea la disyuntiva de si el voto tiene que ser voluntario o no. Porque, ¿cuál es el problema?… Cuando las cosas son voluntarias la gente privilegia el valor de la libertad y pone en desmedro el valor de la igualdad. Eso estaba muy estudiado, se sabía. Yo creo que en ese momento ese tema se discutió poco, por lo que creo que es muy probable que el asunto se vuelva a replantear, por presión tanto de la ciudadanía como de “las oposiciones”, y quizá alguna parte de la Derecha también, para que se vuelva al voto obligatorio. Yo creo que habrá condiciones para corregir y echar a andar el sistema antes de las próximas elecciones.

A pesar de todo, las autoridades señalaron que estas fueron unas elecciones impecables…

No les queda otra. Claro, fue una elección muy tranquila, pero muy deslegitimante para quien ejerce el poder, pues si tienes 13 millones de votantes y de esos sólo participan cuatro millones, y de esos cuatro sólo unos dos millones apoyan a las autoridades, está totalmente deslegitimado el sistema. O sea, estamos siendo gobernados por cualquier cosa, o por las lucas, o por los medios de comunicación, o por una oferta de clase política que es insuficiente. Por lo tanto, el gobierno de la democracia, el gobierno del pueblo, el gobierno ciudadano no se está encarnando, y sólo se vuelve funcional a las pequeñas elites que si logran pasar sus mensajes y sus voluntades políticas a los medios de comunicación, ya sea a través de su financiamiento o de sus posturas de privilegio.

¿Ante este escenario de abstención tan maciza, se vuelve crucial la discusión del binominal?

Es cierto, debe discutirse. Ahora hay que ver cómo la clase política asume este chorro de deslegitimación. La clase política puede hacerse “el loco” o asumir. Evidentemente esto también es un emplazamiento a la sociedad civil que hoy tiene un año para rearmarse. Pero también surge acá una gran crítica hacia las Izquierdas, para todas las facciones de izquierda que ahora están más o menos dispersas, a veces muy ensimismadas siguiendo sus propios proyectos. Hay que rearmarse para restablecer los sueños del progreso.-