En esta, la era de oro de las grandes corporaciones económicas, la educación, al igual que los recursos naturales, los alimentos, la energía, la entretención, y todo aquello que garantiza bienestar a la humanidad, son, para quienes tienen mucho, simples oportunidades de tener aún más.
En una época -también antigua pero sólo del siglo anterior- la educación, así como la salud, la vivienda y otros tantos componentes esenciales del bienestar de los seres humanos, fue incluida entre los derechos humanos fundamentales.

La historia nos da cuenta de un lentísimo proceso que, arrancando por allá en los tiempos de Confucio, fue extendiendo el acceso a la educación a cada vez más pueblos y sectores de la sociedad, hasta llegar a consagrarlo como una obligación para los estados y los gobiernos, un deber señalado para todos los países del mundo firmantes de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero la aceleración histórica y la mercantilización de la vida humana como valor hicieron que, en el lapso de tan solo 65 años, la educación pasara de ser un derecho humano a convertirse en un nicho de mercado.

Para Camila Croso, la última fase de este proceso está poniendo en peligro la existencia de la educación como un derecho de los pueblos, o sea, de uno de los pilares del bienestar de las poblaciones.
De allí su lucidez y su pasión en el cumplimiento de su rol de Coordinadora general de la Campaña Latinoamérica por el Derecho a la Educación-CLADE: *“estamos por fortalecer el derecho a la educación, este es un tema de lucha política y nos preocupa la tendencia a la privatización en América Latina y el Caribe y que tiene eco en otros países del mundo, donde cada vez se visualiza que el sector privado se constituye en un actor poderoso para atentar contra una educación pública y de calidad”*.

En Santiago de Chile se realizó justamente el Seminario La privatización de la educación en Latinoamérica y el Caribe, organizado por CLADE y Open Society, los días 28 y 29 de mayo.
En el encuentro debatieron representantes de redes y organizaciones de la sociedad civil y expertos/as que, desde diferentes miradas analizaron y compartieron información acerca de la magnitud y las consecuencias de la ola de privatización que avanza por todo el mundo, implacablemente, a pesar de las numerosas manifestaciones de repudio en prácticamente todos los países.

Las tendencias y las cifras son contundentes. Así lo declaró Marco Kremerman, investigador de la Fundación SOL: *“Si se mantiene al actual sistema de financiamiento basado en subvenciones por estudiante que asiste a clases, la educación pública está condenada a desaparecer”*. Es que la lógica de mercado genera exclusión, discriminación y, ante la necesidad de resultados medibles, eficaces y exitosos -valores asociados al comercio- trastornan los principios básicos que sustentan a la educación.

Por su parte, el Secretario Ejecutivo del Foro Nacional Educación de Calidad para Todos en Chile, René Varas, declaró a ALER, respecto del impacto de la privatización en la igualdad y el caso chileno, *“la privatización inhibe la igualdad en el acceso a la educación, porque si bien la Constitución chilena defiende la libertad de elección, entendida como libertad de enseñanza, se ve coartada por los mecanismos y procesos de selección de las y los estudiantes”*.

Si Confucio aseguraba el fin de las segregaciones mediante la educación, el tratamiento y la formación que hoy se da a los “clientes” del negocio educativo -los alumnos- termina incentivando e inculcando en ellos la competencia, la desigualdad, la injusticia y, por ende, la desintegración social.
Por el contrario, Kremerman afirmó que la educación pública, como responsabilidad de todos, *“genera inclusión, democracia y desarrollo”*.

Y es que además está ocurriendo algo contradictorio. Las Naciones Unidas fijaron, en las metas de educación para el año 2015, alcanzar la universalidad de la educación; Educación para todos. Sin embargo, los agentes principales encargados de cumplir con dichas metas, se desligan cada vez más de su responsabilidad, confiriéndola a la iniciativa privada.
Para Camila esto se refleja claramente en el hecho de que, calladamente, en los últimos años, los organismos internacionales como la UNESCO y otras instancias similares han incorporado una silla en sus consejos directivos, para ser ocupada por los empresarios privados.
El Banco Mundial, el BID y otros organismos que tradicionalmente servían de sostén financiero a los esfuerzos de los gobiernos por ampliar la cobertura y la calidad educativa, son hoy los impulsores del proceso de privatización a través de sus políticas de apoyo a las redes de empresarios de la educación. Durante el Seminario, Toni Verger de la Universidad Autónoma de Barcelona demostró algunas de las perversidades de esta alianza, como la de fundamentar sus políticas en documentos y declaraciones, casi exclusivamente en los estudios y análisis proclives a la privatización, difundiéndolos y presentándolos como “base científica”, sin considerar otros estudios críticos que demuestran sus efectos negativos.

Nelsy Lazarazo de ALER-Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica-, por su parte, destacó el rol de la prensa que, en general, se suma a la tendencia promoviendo las políticas privatizadoras. Son numerosos los casos de medios de prensa cuyos propietarios lo son también de corporaciones o empresas que lucran con la educación. Igualmente, llamó la atención sobre la importante función que pueden cumplir los medios alternativos en cuanto a dar a conocer investigaciones y miradas distintas como las expuestas en las presentaciones de los asistentes al Seminario.

La participación de Giorgio Jackson en uno de los paneles y su relato de las movilizaciones estudiantiles en Chile y otros países, refleja lo que Camila Croso expresó cuando mencionó que la resistencia al proceso privatizador ha aumentado en América Latina, no obstante los niveles nunca antes visto que ha alcanzado la alianza pública-privada. Hasta gobiernos populares que hoy encontramos en América Latina como el de Ecuador o Brasil, sustentan la contradicción al promover la privatización.

*”A veces pienso* -dice Camila- *que no deberíamos poner energía en discutir las políticas del Banco Mundial o de otros organismos porque eso los legitimiza. Me ha tocado conversar en forma personal con algunos directivos de tales entidades y escucharlos decirme: – ¡Gracias! Ud. me ha devuelto la fe con su interés por el derecho a la Educación-*.
*Es que ellos están conscientes del daño que producen las políticas neoliberales aplicadas a la educación.*
*Debiéramos* -continúa con su reflexión- *potenciar lo que hoy no se informa por los grandes medios, lo nuestro, lo alternativo.*
*Si las Metas de Educación para todos culminan en el 2015, necesitamos preguntarnos desde ya: ¿Cuáles serán las metas post 2015? Hay que dedicar esfuerzos y nuestros estudios para influir en esas metas.”*