Pressenza: Has mencionado como un tema urgente la crisis alimentaria…

P.P.: esta crisis no es una crisis solamente financiera, es una crisis civilizatoria. No se mide con indicadores financieros tradicionales que son bastante confusos y desorientadores. La crisis alimentaria que se anuncia y es inminente, es un problema estructural, su raíz está en el funcionamiento mismo de este sistema.

Pressenza: ¿En qué consiste y cuáles son, desde la perspectiva de la NAFR, sus causas y características?

P.P: Hay un proceso muy profundo de averías y distorsiones de los mecanismos básicos del funcionamiento de la economía precisamente por la hipertrofia del capital financiero. Lo que al principio, hace cuarenta años, en otros momentos de la crisis estructural del capital, se convertía en un elemento de dinamización y de formación de ganancias, ahora se convierte en lo contrario.

Se relocaliza la producción, buscando mano de obra más barata, pero al tiempo que se relocalizaba la producción, se bajaba la capacidad de consumo y así, la rentabilidad se hace mucho menor y aparece la financiarización: para mejorar la rentabilidad de los grandes capitales.

Ahí están los dos vectores fundamentales del capitalismo tal como lo conocemos ahorita, en la raíz de la búsqueda de la mayor ganancia por parte del capital financiero transnacional están la globalización y la financiarización y sus correlatos políticos autoritarios, concentradores, represivos.

Llega un momento en que el remedio resulta peor que la enfermedad y viene la crisis financiera de los últimos años y la respuesta es inyectar miles de millones a los mismos sectores que generaron la crisis. No hay una “purga”, todas las políticas económicas refuerzan esas prácticas y poderes más concentrados y como no hay salida en el aparato productivo, el desarrollo de tecnología sigue sin ser rentable y la alternativa es insistir nuevamente en burbujas especulativas: fueron las hipotecas, revienta eso y fueron los créditos para la compra de automóviles, revienta eso, y viene una burbuja especulativa contra Europa y luego revienta eso y entonces se construye una burbuja sobre los alimentos.

Pressenza: ¿Podrías ilustrar con un ejemplo lo que estás diciendo?

P.P.: el precio del arroz, por ejemplo. Aunque en Ecuador, regiones enteras no están dedicadas a la exportación de este producto, sí están viendo la evolución de los precios internacionales , tanto de insumos como de producto final. Esto hace que, si el precio internacional no cubre los costos de la producción internos, se deja de sembrar, de producir. Este era el arroz que cubría nuesras necesidades básicas de consumo y comienza a escasear, por tanto, hay que importarlo.

Esta situación se agrava con los TLCs y el caso mexicano es el más ilustrativo: el cultivo del maíz se desbarató completamente. Se permitió la entrada del maíz de USA con precios artificialmente más bajos, rompiendo el tejido productivo de regiones enteras. Es tan grave que ha convertido a México que era uno de los países más sólidos de América Latina en un Estado fallido, bajo amenaza desde todos los lados.

Esta circunstancia, de burbuja sobre los alimentos, significa que en este momento, el plato de comida diario se “arma” con productos que vienen de diferentes lugares del mundo, obligando a una logística enorme y a un aumento en los costos, conforme a las necesidades del gran capital transnacional. Una logística fragmentada a nivel global y mediada por decisiones financieras. El plato de comida diario ya no se resuelve localmente.

Y como todo es financiero, con papeles, el mismo quintal de trigo se puede vender cinco veces… no son los comunistas, ni los socialistas, ni los anarquistas, los que han destruido la propiedad privada, la ha destruido el propio capital financiero, porque si hay varios títulos de propiedad disputando al mismo tiempo el mismo producto, ese conceptos, que está en el corazón mismo de los mercados, se ha distorsionado… y eso se expresa en la distorsión de los precios…

En este caso la situación es tremendamente delicada porque por presión y “torcidas de brazo”, el FMI , el BM y sus aliados locales se encargaron de desbaratar todos los sistemas de reservas estratégicas que se tenían en el sur, se privatizaron.

Pressenza: ¿Cuál es, desde la perspectiva de la NAFR, la alternativa?

P.P: Hay que moverse rápidamente en varios planos. En el plano global es urgente tocar a los intelectuales, los gobiernos, la academia, los movimientos sociales, movilizarse y exigir que haya una regulación global en el tema del mercado de alimentos, debería prohibirse la especulación en el mercado de los alimentos, prohibir vender lo que no se tiene, la venta a futuro, cerrar esa puerta que es la de escape para los especuladores. Aunque parezca difícil, no hay que perder esta mirada, y los países “pequeños” juntos, podemos presionar y lograrlo. Así se han logrado varias decisiones importantes en los últimos años en las Naciones Unidas.

En el plano local hay un gran cantidad de opciones. Estamos planteando desde la delegación ecuatoriana el fideicomiso, que nos pueda incluir a todos/as, como ya se ha dicho. Con ese fideicomiso atraemos rápidamente a otros bancos de desarrollo, se puede desplegar una red de silos y de mini silos con el asocio de gobiernos locales y regionales, que permita conservar los alimentos y que los productores no estén presas del período de los alimentos, ni de los intermediarios, ni de los usureros y articulados a nivel continental en un sistema de computadoras que controle los inventarios para mantener una reserva estratégica de todos los alimentos básicos, conforme a lo que científicamente se ha recomendado, estableciendo así un control de precios. Con el manejo de los inventarios es posible estabilizar precios y mercado y se dinamizará el crédito de fomento para los pequeños, medianos y grandes productores. Disminuye así la incertidumbre en el mercado y hace posible garantizar que todos los/as ciudadanos/as latinoamericanos/as vamos a tener asegurada la alimentación.

Pressenza: ¿Estamos frente a la posibilidad real de un modelo financiero, productivo y comercial nuevo y propio de la región?

P.P: Sí. Es posible ir tejiendo de otra manera la relación comercial, con el principio de reciprocidad: yo te compro, tu me compras, nos apoyamos de modo complementario y favorecemos la organización del intercambio en la región. Si yo le compro a otro país estoy garantizando que ese país me compre a mi, esto cambiaría completamente la historia: en lugar de pelearnos y estar de espaldas unos a otros, para competir abaratando mano de obra por presión de los mercados externos, apoyar los propios mercados y posibilidades.

La vieja arquitectura financiera construye muros, lo que necesitamos es ventanas, puertas, corredores, que la gente se sienta en casa y que pueda circular, adaptar todo el modelo a la lógica de la economía popular, desbloquear las energías de la creatividad humana y dar condiciones y oportunidades para su desarrollo, reconocernos como hermanos y como vecinos. Necesitamos mercados que permitan la inclusión de la gente, que valoren la cultura, que recuperen el conocimiento ya existente en la región, que valoren la creatividad, la iniciativa de la gente y que lo paguen, que sea viable y sustentable. Romper con la lógica y el filtro del capital financiero internacional.

Pressenza: ¿Cuáles son los desafíos más urgentes y necesarios para avanzar en esta propuesta?

P.P: es necesario fortalecer capacidades. Este modelo nos ha reducido a la impotencia, nos ha hecho creer que nada es posible fuera de él y aquí está una de las mayores dificultades y por tanto, desafíos, derrumbar esa creencia que está instalada en las subjetividades, no importa la ideología. Unos lo ven como una payasada, otros como un asunto del comunismo y otros como un asunto del capitalismo. El modelo está haciendo agua por todos lados y sin embargo estamos convencidos de que no hay otra forma posible, tenemos tan interiorizado que es la única forma de vida posible, que nos impide desplegar la creatividad.

Estamos hablando de una nueva cultura política, una nueva promesa de convivencia social, en la que apostemos todos y la integración se va construyendo sobre la marcha. No es un asunto de ideologías: ningún país se va a quedar fuera de la red de ferrocarriles, nadie se va a quedar afuera de políticas de soberanía energética. La NAFR es la posibilidad de incluir a todos

Un segundo desafío, que está en el espíritu de este proceso, es la inclusión de todos y todas. Es urgente ampliar la participación de comunidades epistémicas, a los intelectuales, los académicos, los campesinos, las organizaciones sociales, que se apropien del proyecto, en nuestra región y en el planeta, construyendo nuevas solidaridades.

Finalmente, es urgente tomar iniciativas ya frente a la crisis alimentaria, movilizarnos frente a este tema.

Pressenza: ¿Una invitación final?

P.P: No nos derrotemos frente a la supuesta omnipotencia del capital financiero, es posible hacer cambios, es necesario sacudirnos de los viejos paradigmas, encontrar con el aporte de todos una construcción creativa, en el que la gente tenga voz y haga suya las cosas que construya. Nos vamos equivocar mil veces, bueno, equivoquémonos juntos y corrijamos juntos.