El accidente de Chernóbil fue una de las mayores catástrofes ambientales, donde funcionaban 4 reactores. El 15 de diciembre de 2000 se cerró el último de los reactores en funcionamiento.

Los helicópteros lanzaron sobre el núcleo del reactor más de 5.000 toneladas de plomo, boro y otros productos químicos. Posteriormente, se construyó un enorme sarcófago hecho con 410.000 metros cúbicos de hormigón y 7.000 toneladas de acero, que ya debería haber sido sustituido por otra estructura, dada la fuerte corrosión que sufre por el contacto con las sustancias radiactivas.

El reactor dañado permanecerá radiactivo como mínimo los próximos 100.000 años.

La ciudad de Pripiat, que contaba con 50.000 habitantes antes del accidente, hoy está abandonada y en la llamada zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de Chernóbil sólo habitan 556 ancianos, porque no tienen otro lugar donde vivir.

Un total de 105.000 kilómetros cuadrados presentan una contaminación superior, quedando inutilizable permanentemente para sus actividades agrícolas. En Ucrania más de 8.000 personas han muerto y 12.000 están seriamente afectadas por la radiación.

Las consecuencias de Chernóbil perdurarán durante varias generaciones. En 1995 el cáncer de tiroides era de 285 veces más frecuente que antes de la catástrofe y las enfermedades superaban lo normal debido al debilitamiento del sistema inmunológico causado por las radiaciones.

Los niños son los más afectados, el cáncer de tiroides infantil se multiplicó por cien, además de leucemias y tuberculosis que es una de las enfermedades que más ha aumentado, igualmente las enfermedades del sistema endocrino nervioso, digestivo y cardiovascular. La mortalidad general ha aumentado en un 30 por ciento. Miles de personas contraerán cáncer a consecuencia del accidente en los próximos 20 años.