¿Qué tienen en común el Brexit, Trump y el NO en el referendum constitucional italiano? Simple: ¿el rechazo a las políticas financieras globales y devoradoras! Aquella que sádicamente había inferido respecto de Grecia en base al precepto de “castigar a uno para educar a cientos”.

Violentando a Grecia contra cualquier sentido de límite, los financistas globocráticos cometieron el pecado de Ybris (la Soberbia) y ahora deben pagar tributo a Nemesis (la Venganza). No la venganza mezquina de una facción contra otra, sino la Venganza con V mayúscula, es decir la personificación de la resilencia que tiene en común todo aquello que vive, incluidos los humanos aún cuando sean adoctrinados por los medios de los globocráticos.

Esta resilencia profunda se manifiesta en su superficie como reacción en contra de la City, Wall Street y Piazza Affari, que habían ya demostrado que aterrorizaban a los ingleses, estadounidenses e italianos, y que siguen agitando el espectro de retirar las inversiones y activar algunos espantapájaros más concretos (desvalorización de la libra esterlina, aumento del spread italiano). Pero incluso los humanos más hipnotizados al final se despiertan gracias al instinto de sobrevivencia.

City, Wall Street y Piazza Affari reciben bofetadas fuertes pero son muy duros para morir. Quienes, en cambio, salen deshechos son sus lacayos más incautos, o sea las izquierdas que en estos tres países (como en todo el planeta) han sido “más papistas que el Papa” en servilismo neoliberal, en idolatría de lo privado y del mercado, en competencia sadomasoquista, en furia antiestatal y en belicismo.

En todo el planeta se da un reflujo nacionalista (que no se confunde con el estatalismo burocrático) y proteccionista (TTIP y CETA se hundieron desde Trump pese a los patéticos esfuerzos reanimatorios de los políticos y burócratas europeos y canadienses).

Por ahora se regodean las derechas, pero estas derechas contingentes tienen también sus armas desenvainadas, armas sobretodo de xenofobia e intolerancias varias. También esas armas se romperán muy pronto ante la resilencia vital que en casi cuatro mil millones de años ha desarrollado la sorprendente variedad de especies y el fertilísimo abrazo de los nichos ecológicos, según las reglas evolutivas más básicas: co-adaptación e co-operación en el espacio y el tiempo (y que digan lo que quieran los llamados neodarwinistas que hacen revolverse en su tumba al pobre Darwin).

Si es verdad que los polvos de los desiertos fertilizan los océanos y que las ballenas generan muchas más vida de la que ingieren, coraje, humanos: no nos dejemos amedrentar por cuatro depredadores míopes y sordos de la Bilderberg!

¡Ignoremos tanto a las sirenas como a los anatemas de sus medios!
Respondamos a su Ybris con la tenaz humildad de los líquenes antárticos, con el altruismo de mirada a largo plazo del Humanismo y con la compasión de los grandes de la Espiritualidad de cada tiempo y latitud.

Sobretodo usemos la razón, don que caracteriza nuestra especie: si ellos nos hieren con la moneda, retomemos nosotros la soberanidad monetaria: procediendo así volveremos a tener una economía real, a medida del ser humano y del ambiente, y podremos simplemente sepultar a los globocráticos bajo una fuerte carcajada!