Discreta y suavemente, un poco antes de cumplir sus 86 años, el 3 de junio pasado, falleció Boris Koval. Había enviudado hace nueve años de su esposa Vita, y su hija Tatiana, así como su nieta Ana, mantenían contacto frecuente con otro de los que fuera, como Boris, Vice-Presidente de la Internacional Humanista, Antonio Carvallo, a quien Tatiana le comunicara esta noticia.

Ya el año pasado, cuando por esta misma época lo visité en su dacha, tuve la impresión de que estaba partiendo. Conversamos muy bien, él recordaba con mucho afecto los años extraordinarios de actividades con los Humanistas que le significaron – así como a todos los amigos del Nuevo Pensamiento de Rusia – un período muy importante en sus vidas. Me propuso ayudarlo a escribir ese capitulo de su autobiografía en la que estaba trabajando…”, nos relata Antonio. “Como él decía en situaciones difíciles, con su excepcional vitalismo, «la vida continua» y así lo siento, él continua viviendo en nuestras memorias comunes”.

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Nuestro querido amigo ruso era Doctor en Historia, ex-director del Instituto de Politología de la Academia de Ciencias de la URSS, ex-director del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia, Director del Centro de Investigaciones Civilizatorias Comparadas de la Academia de Ciencias de Rusia, Especialista en Latinoamérica. Era también autor de numerosos libros, entre los que se destacan: “La pobreza en Latinoamérica: análisis, propuestas y perspectivas”, “El sentido de la vida, discusiones y reflexiones”. Fue miembro fundador del Centro de Estudios Humanistas de Moscú y Vice-Presidente de la Internacional Humanista durante varios años. Vivió en Moscú, Rusia.

No puedo evitar recordar ahora las palabras de Boris para despedir a Silo, en septiembre del 2010:

Usted es quien continuó la línea de Protágoras, Platón, Aristóteles, Erasmo y otros pensadores brillantes pero referido a la situación de hoy. Usted no repitió las ideas de estas figuras sino que produjo una filosofía nueva que puedo caracterizar como ciencia de la vida humana; el nuevo humanismo.

La combinación de filosofía y psicología le dio la posibilidad de organizar una práctica nueva, una posición nueva, unas posibilidades de vivir de una manera nueva en el sentido espiritual, moral, político, familiar, social, cultural y otros.

En este contexto, mi querido amigo, lo considero a usted como mi maestro, como una persona que yo amo y quisiera entender muy profundamente; quiero declarar que su influencia en mi corazón y en mi cabeza es más grande y más orgánica que todos los trabajos de los teóricos marxistas que estudié durante muchos años de mi vida. Usted para mi es un guía y una fuente de inspiración y siento un profundo agradecimiento por ello. Por eso, mi querido amigo, no es muy importante que vivamos en diferentes mundos porque conjuntamente continuamos nuestras luchas y trabajos en favor de los más altos valores del humanismo.

La situación de hoy es difícil, hay muchos problemas nuevos y no es fácil entender el sentido de estos problemas y buscar la alternativa, por esto estuve siempre consultando con usted sobre aspectos actuales y encontrando así ideas para responder a estas dificultades y es muy interesante y fructífero para mi discutir permanentemente con usted los aspectos nuevos de la vida actual. Sin su enseñanza realmente no tengo ahora otros apoyos.”

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Y tampoco puedo dejar de editar algunas de las palabras de su ponencia en ocasión del Simposio Internacional del Centro de Estudios Humanistas en el que participó:

Pasaron dos décadas desde el momento en que las ideas del Nuevo Humanismo echaron sus raíces en Rusia. Hasta ese momento, en el transcurso de 70 años se enseñoreaba la ideología oficial del bolcheviquismo. La existencia del ser humano, su conciencia, moral y actividad cotidiana, no tenían un significado primordial y no eran vistas como un objetivo sino como un medio para la construcción del orden socialista. En el centro de la atención no estaba el ser humano sino el Estado.

El curso de la perestroika comenzada por M. Gorbachev abrió las puertas para los nuevos vientos de las intenciones humanistas. Por iniciativa de Silo, Antonio Carvallo, Luis Milani, Salvatore Puledda y otros líderes del Movimiento, por una parte; y del Club Humanista de Moscú, Boris Koval, Sergei Semenov, Emil Dabaguián, T. Riutova por otra, se establecieron contactos regulares de trabajo.

En 1993 se realizó en Moscú un gran Foro Internacional de humanistas y el segundo Congreso de la Internacional Humanista. Desde aquél momento fueron organizadas más de veinte conferencias internacionales, simposios y actividades sociales en diferentes países de todos los continentes. En colaboración con los humanistas moscovitas Sergei Semenov y Boris Koval, Silo, Carvallo, Puledda y otros crearon el “Diccionario del Nuevo Humanismo” (1996). Se editaron en lengua rusa una serie de obras de Silo, documentos del Movimiento y de la Internacional. Un gran trabajo de organización de seminarios educativos con jóvenes humanistas fue llevado adelante por los activistas del Movimiento en diferentes ciudades de Rusia. Luego el Centro de Estudios Humanistas de Moscú reinició sus actividades bajo la coordinación de Hugo Novotny. Ello infunde esperanzas.

Pero la situación actual en Rusia se diferencia radicalmente del período de los ´90 y comienzos del siglo XXI. Se ha hecho más difícil mantener vínculos internacionales.

En Rusia rigen ahora condiciones más severas en la esfera ideológica y de la actividad política. La libertad que caracterizaba a los tiempos del “nuevo pensamiento” de Gorbachev, quedó en el pasado.

No son pocos los cambios producidos en el trabajo de los humanistas rusos. El Club Humanista de Moscú canceló su actividad. En otras ciudades las fuerzas de los humanistas se han dispersado y no se ven jóvenes líderes enérgicos. Exceptuando el Centro de Estudios, no se llevan adelante trabajos de investigación sobre los problemas teóricos del humanismo contemporáneo.

Por otra parte, se advierte la aguda necesidad de modernización y actualización de la filosofía del humanismo. La vida cambia cualitativamente y exige el continuo perfeccionamiento de nuestra percepción del mundo. La globalización y la informatización han creado de hecho un nuevo tipo de hombre civilizado y un nuevo tipo de relaciones sociales. A las capas sociales mayoritarias se les ha hecho más difícil hacer valer sus intereses debido a la opresión desde el poder y el gran capital. A diferencia de la lucha de otros momentos contra regímenes totalitarios, ahora se trata de vérselas con gobiernos democráticos. Pero ellos mismos se deslizan frecuentemente hacia modelos de “cesarismo democrático”, ignorando los intereses del pueblo y sirviendo a los oligarcas.

Los sindicatos se han debilitado en todas partes. Los partidos “izquierdistas” de tipo tradicional han sido desplazados de la “política grande”. El así llamado “giro a la izquierda” en varios países de Latinoamérica (Venezuela, Nicaragua, Bolivia) no deja de mostrar contradicciones. En una palabra, han surgido nuevos desafíos frente al pensamiento y la práctica humanista.

Los trabajos teóricos de Silo anteriormente se concentraban en las cuestiones políticas y la filosofía general del nuevo humanismo. En el último tiempo, con su conocido “Mensaje”, Silo pasó a colocar el acento en la problemática psicológico-espiritual y en la conformación de una especial práctica de cambio personal sobre la base de ceremonias colectivas de pedido y reconciliación. Visto a la distancia, resulta claro lo siguiente: frente al pensamiento y la práctica humanistas se levantan hoy nuevas tareas ideológicas y políticas.

Queridos amigos! Una de las grandes virtudes de todo pensamiento humanista, a mi ver, fue y sigue siendo la moralidad humana, el deseo de bienestar y luz al otro ser humano, la capacidad de enfrentar las diferentes formas del mal sin utilizar la violencia. En todo caso, intentando al máximo evitar los métodos toscos y sangrientos. A la base de tal posición, en Tolstoy, Gandhi, M.L.King, Schweitzer y otros grandes humanistas, no ha estado el factor político sino el moral. Precisamente el principio ético, a mi entender, conforma el núcleo de toda mirada del nuevo humanismo. Todas nuestras orientaciones políticas, en mayor o menor grado, están basadas en el principio de la moral humana general.

Considero que en las actuales condiciones de profundización de la crisis espiritual mundial (sobre la crisis económica hablaremos en otra oportunidad) ha madurado la agudísima necesidad de prestar una atención especial hacia el rol movilizador y curativo del factor moral.

El hombre moral, como lo es todo humanista, representa la parte más generosa y perfeccionada de la humanidad. En este caso hablo precisamente sobre la nobleza moral y espiritual de la persona, y no sobre las tradiciones de la dogmática ético-religiosa o de las concepciones teológicas del hombre como “imagen y semejanza de Dios”. Desde los tiempos de Engels, e incluso antes de él, muchos pensadores rechazaban el especial rol de la moralidad. En opinión de ellos tienen valor absoluto los intereses prácticos, las necesidades vitales reales, el beneficio material o político. No voy a negar la importancia de estas categorías, pero de ningún modo me inclino a menospreciar la enorme y positiva fuerza de los valores morales.

El nuevo humanismo, en mi visión, parte de la posibilidad y necesidad de lograr determinada armonía entre los factores materiales y los ético-espirituales. La dignidad del ser humano, su inclinación al bien y la solidaridad, su intolerancia hacia la violencia y la mentira, hacia la explotación, el racismo y el totalitarismo, no excluyen, sino que presuponen el deseo natural del bien personal y social, la realización de todas las capacidades creativas, incluidas las empresariales, la libertad y el derecho civil de cada uno y de todos. Lamentablemente, vivimos en una situación en la que la moral cotidiana de las masas choca permanentemente con el amoralismo del poder y la elite económica. En lugar de la lucha real contra la pobreza se escuchan discursos intelectuales sobre la “diferenciación social”, lo deseable de las “iguales posibilidades iniciales”, el paternalismo y la caridad, etc. Todo esto estaría bien si no encubrieran los cálculos egoístas de los “de arriba”.

El clima actual de amoralismo y la práctica continuada de la violencia envenenan la vida de las generaciones jóvenes, corrompen su psiquismo, engendran permisividad y vicios, dividen a la gente, siembran pesimismo y decepción en las personas. En ciertos lugares renacen los fluidos de la misantropía y el odio hacia el otro, la superioridad racial, la criminalización de la vida.

La única salida en estas condiciones es precisamente la orientación altamente moral y humanista de la persona, la solidaridad de todas las personas pensantes y generosas, la acción masiva consciente y organizada contra el lado oscuro de la globalización, de la crisis económica y espiritual mundial, contra la militarización y el enfrentamiento de grandes estados. Precisamente esta línea llevan adelante los humanistas de todos los países y culturas.

Mi más cálido saludo a los queridos amigos del Humanismo y los mejores deseos para nuestra misión histórica de “Humanizar la Tierra”.”

Se ha ido un amigo extraordinario. Sin embargo tenemos la certeza de que pervive en nuestra memoria, y que también su pensamiento y sus obras se continúan más allá de su vida, sin que ni siquiera la muerte sea capaz de detenerlas.