La imagen que acompaña este artículo la dibujé concentrado en los pequeños trazos de piedras del muro conducente a la Basílica de la Natividad de Belén, en Palestina. Dibujo para la exposición Bethlehem Reborn- Las Maravillas de la Natividad que, recorriendo el mundo, me invitó a incorporar 4 de mis croquis en su paso Chile. Están en la exposición del Centro Cultural del Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, hasta Junio.

Hacer croquis suele ser mi actividad silenciosa, la que oculta la estridencia activa de mi acción política. Con mis croquis vuelo, con la política sufro. Sin embargo en estos días, con mi pluma focalizado en esas piedras de Belén no dejo de pensar en el sufrimiento de Palestina. Ya no vuelo, aterrizo.

Quizás mi detallismo es un recurso para esconder entre esas piedras mi emoción al dibujar de Palestina, no solo porque es testimonio territorial de mi compromiso con su existencia y la libertad de su gente, sino porque también es una reconexión con mi abuelo que nació allá, en Aka, Al Zeib y llegó a Chile en 1910. Con mi abuela formó la familia de mi madre y en 1948, mientras vivía en Traiguén, supo que toda su familia que seguía viviendo en Palestina había sido expulsada militarmente de sus casas, para siempre, a un campamento de refugiados ONU, al sur del Libano, llamado Ain Helweh. Mi familia materna es víctima de la Nakba, una de las primeras crueldades que Israel desarrolló desde la partición de Palestina que dio origen al Estado de Israel, actualmente reconocido por todos los países árabes incluida Palestina, mientras que Palestina no tiene ese reconocimiento por parte de Israel.

Mi ojo está entre las piedras. Decido que esas piedras milenarias dominen la expresión de mi croquis porque el valor de un croquis reside en su capacidad interpretativa. Quiero que el observador perciba el entorno palestino de estos muros de 1700 años, cuyas superficies muestran su edad. Son el encaje que envuelve la Basílica. Mi mano las distingue, remarca con tinta china, contrasta, pinta canterías, salientes y el bordado de las irregularidades del paso de la historia. Más tarde desplegaré mi vista y mi brazo, ampliamente, para organizar la perspectiva del conjunto. Primero, las piedras de Palestina.

Dibujo sintiendo la responsabilidad de “explicar” a mano alzada una construcción de 14 y 17 siglos, que ha sido símbolo cristiano planetario protegido por musulmanes y persas, confirmando la convivencia cultural civilizatoria que ha representado Palestina. Esa capacidad articuladora de identidades culturales practicada por los palestinos por milenios como rotula entre el lejano Oriente y Europa por el paso obligado por siglos. Mezclas de románico, mosaicos bizantinos, columnas salomónicas contiguas al pesebre, orientalismos abundantes, humo, penumbras, mármol y siempre la piedra viva, anfractuosa, resistente, decorada por siglos.

Dibujar esta arquitectura de reflexión histórica agrega una comprensión intelectual al emocional oficio de croquear. Todo croquis facilita la contemplación de aquellos aspectos que nunca logran ver bien aquellos que no dibujan. Sé que cuando dibujo la Basílica, puedo ayudar que quienes miren mis obras comprendan mejor esta expresión de la arquitectura en Palestina. La arquitectura siempre es testimonio del desarrollo material, cultural e histórico. La Basílica es testimonio del respeto con que se cuidó uno de los espacios de las tres religiones monoteístas, desde siempre.

Este croquis destaca las masas verticales que conducen el acceso de los peregrinos, como protagonistas milenarios de mi croquis. Distinto al de la Gruta del pesebre, que muestro en la exposición, expresando su interiorirmo que conocí bien en 2011, en viaje invitado por el Presidente Piñera, pudiendo contemplar con calma el recogimiento.

Participar artísticamente, dibujando Belén, me revivió la resiliencia que evoca Palestina con la belleza de aquella parte de su arquitectura que aún no ha sido demolida pero sí perseguida, acosada, restringida, oprimida por las décadas de dolor colonizador militar que sufre su pueblo cruelmente oprimido por la ocupación, por los asentamientos ilegales apoyados por el ejército israelí y las violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional sancionados por la ONU. Sufrimientos denunciados por destacadas y destacados judíos y judías que repudian la persecusión y crueldad que oprime Palestina más allá de los crímenes contra Gaza en 2024-25. Judías y judíos valientes que deben soportar presiones familiares, sociales, grupales, muy difíciles, solo por ser justos con la verdad.

Vuelvo a revivir el dolor al dibujar Palestina, disminuyéndose esa felicidad que siempre acompaña mi mano croqueando. Esta vez me duele. El arte y la cultura son expresión de identidad. Palestina, es dolorosamente bella.

Dibujando la Basílica reviví a mi abuelo. Imaginando cómo él, que llevaba 38 años en Chile, habrá recibido esa noticia que toda su familia palestina había expulsada de sus casas, que les quitaron sus naranjales, sus tierras y les prohibieron volver hasta nunca más.

Hoy día gracias a esta exposición llamada “Belen Renace”, íntimamente también renace mi familia palestina.