No me gusta decidir si “apruebo” o “rechazo” a la Nueva Constitución escuchando amenazas de crisis y estallidos de los totalitarios de hoy. Negar ese derecho democrático rebela mi historia personal. Miro mi croquis de este Hong Kong que sufrió 500 años de amenazas y violencia de sus gobernantes, de portugueses, británicos, japoneses, de traficantes de opio y hoy del Partido Unico.

De mi viaje, testimonio el presente dibujando el rascacielos del Banco de China que diseñó Ming Pei (el mismo de la pirámide del Louvre) junto a lanchones con formas evocando la antigua China, la herencia británica, el comercio milenario y una economía de libre mercado controlada por el Partido Comunista Chino que dice “un país dos sistemas”(¿?).

¿Qué barbarismo político vivimos en nuestro Chile cuando se levantan dictadorzuelas y dictadorzuelos aficionados a descalificar la posibilidad de votar libremente si aprobaremos o no la NC? El sectarismo antidemocrático olvida que el 80% consagró legítimas ambas opciones. Luché por Nueva Constitución defendiendo mi derecho al debate público para sumar, a las buenas propuestas ambientales, incentivos para producir riqueza con nuestra naturaleza, junto con cuidarla; para tener un Poder Judicial fuerte como anhelábamos cuando nos metía presos la Dictadura y no un “sistema” debilitado; para reformar el Poder Legislativo sin sumarme a demonizaciones infantiles que nos proponen un ente decaído, confuso y castrado. Exijo sentirme parte activa de la Democracia.

No acepto que, cuando nos reunimos con líderes políticos, nos acusen de antidemocráticos por participar públicamente del debate que nos prometieron que sería socialmente amplio. “ Vamos a rodear la Convención” decían los que hoy consideran que reunirse con los constituyentes y opinarles es antidemocrático. Es que se parecen a quienes en el Hong Kong de mi croquis, deciden de qué se puede hablar y pobre del que diga lo que a ellos no les gusta.

Me rebelo.