El 2025 cierra con la criminalidad desbordada y un Congreso que continúa desafiando la institucionalidad del país. La historiadora y docente universitaria Carmen Mc Evoy recurre a nuestro pasado para tratar de entender nuestro desafiante presente y llama a elegir de la mejor manera posible en el 2026. «Con este Estado, no vamos a llegar muy lejos», advierte.

Por Enrique Patriau Hildebrandt – Ojo Público
DESPRESTIGIO. Carmen Mc Evoy, una de las historiadoras más reconocidas del Perú, afirma que la institución presidencial se encuentra degradada.
Video: OjoPúblico / Giuseppe Vicente

De acuerdo con Mc Evoy –profesora en Estados Unidos, que ha llegado a Lima para participar en un conversatorio en homenaje a José Faustino Sánchez Carrión– la correlación de poderes favorece actualmente al Congreso, al punto en que ya estamos frente a un régimen de corte parlamentario.

Mc Evoy es autora de libros como Un proyecto nacional en el siglo XIXLa Guerra del Pacífico y En el umbral de lo desconocido, que abordan cultura política y conflictos bélicos.

«Está en nuestras manos, como electorado, pensar que necesitamos, por ejemplo, de un buen Senado».

En su última columna, titulada Recordar es resistir, escribió: “duele mucho admitirlo, pero enfrentamos un 2026 imprevisible en el que, si no se rectifica el rumbo de un Estado carente de un proyecto de país, su maquinaria tarde o temprano implosionará ante los ojos de quienes lo han venido conduciendo al desastre». ¿Es posible rectificar el rumbo? 

Bueno, siempre hay esperanza, que es lo último que se pierde. Le debemos esperanza a los niños, a los jóvenes que están saliendo desesperados a buscar oportunidades en otro lugar. Está en nuestras manos, como electorado, pensar que necesitamos, por ejemplo, de un buen Senado.

Que va a ser muy poderoso. 

Sí, porque ya sabemos que el Congreso es la maquinaria del poder y entendieron que pueden administrarlo como quieren: sacar presidentes, poner presidentes. Nosotros tenemos que rectificar y tratar de elegir bien para poder llevar a cabo un tránsito. Se van a requerir varias presidencias para reformar este Estado. Con este Estado, no vamos a llegar muy lejos.

En otra columna, dijo: «el Estado peruano ha venido implosionando en cámara lenta en los últimos años y es muy probable que se encuentre en su fase terminal». La he entrevistado antes y sentía que guardaba algún espacio para el optimismo. ¿Lo ha perdido?

Cuando hemos comenzado a ver las masacres en las calles, cuando te extorsionan y vuelan tu edificio, cuando queman los ómnibus y matan a los choferes, creo que ya hemos empezado a entrar en otra fase. Recuerdo que me entrevistó César Hildebrandt y le dije que ya no estábamos en el borde del abismo, que estábamos cayéndonos. El tema es que, en cada piso, va saliendo un monstruo peor que el anterior.

No hay que ser inocente de pensar que esto va a parar. Más bien, hay que tener la fortaleza para aceptar que esto ha sido creado en el largo tiempo. No es algo del último quinquenio. El Perú viene cometiendo una serie de errores, probablemente desde los 30. Hemos llegado al momento en el que vamos a tener que enfrentar a este Estado, que es una suerte de Frankenstein.

Estamos en una suerte de Estado parlamentario. Ha habido un viraje en el balance de poder que se ha ido al Parlamento. Eso significa un gran cambio político. Teníamos un régimen mixto. Y ahora estamos en un régimen parlamentario. Lo mío no llega a ser pesimismo porque el Perú siempre tiene fuerza. Yo siempre he trabajado la Guerra del Pacífico y eso fue la catástrofe total: se derrumbó el Estado. Hay que tomar conciencia de nuestros propios errores.

«Estamos en una suerte de Estado parlamentario».

Hemos construido el descalabro actual. 

Exacto. Y no nos damos cuenta de que ese descalabro actual es una consecuencia de muchos descalabros que se han ido acumulando hasta que, finalmente, ya no lo podemos negar. Por ejemplo, que una señora salga a la calle a vender emoliente y que la maten, o que maten a una familia que tiene su pequeño negocio.

En la definición de Weber, el Estado tiene el monopolio de la violencia, pero esa función, que es la del cuidado de la población, ya no la tiene. Es verdad que el Estado está implosionando porque no está dando seguridad a los ciudadanos.

Y la seguridad es lo mínimo que garantiza la adhesión de los ciudadanos al Estado. 

Así es. Y, después, hay temas como la salud, por ejemplo, en donde hay montones de enfermos de cáncer que no han recibido tratamiento. Esto es una septicemia, no es una infección leve, y tenemos que hacer algo para poderla controlar.

Sobre eso, ¿tiene alguna expectativa de las elecciones que vienen?

Estamos viviendo un gran embate, que es inocultable, porque cada día aparece algo diferente. Lo que está pasando en Trujillo, o lo que está pasando con la minería ilegal, es terrible. Ya nos olvidamos de los socavones llenos de cadáveres. Pero, al mismo tiempo, hay asociaciones civiles que están discutiendo un proyecto de lo que se espera del Perú en el futuro. Entonces, hay una toma de conciencia.

No vamos a tener a los mejores candidatos, pero, dentro de lo malo o de lo regular, hay que tratar de elegir bien porque las elecciones que vienen son decisivas para poder rectificar el rumbo. Hay espacios del Estado que hay que comenzar a reformar, como por ejemplo la salud.

Y reconquistar. 

Y reconquistar. Esa es otra cosa. El Estado ha sido territorializado por las mafias, por los sindicatos del crimen. Hay zonas tomadas en la selva, por la madera ilegal, por el tráfico de drogas, el tráfico de menores. Y lo que hay que tener —y yo siempre lo recomiendo— es tranquilidad, sangre fría, porque no queremos ser totalmente un Estado fallido, que ya vamos camino, ¿no?

 «Esto es una septicemia, no es una infección leve, y tenemos que hacer algo para poderla controlar».

¿Considera que es verdad aquello de que vamos hacia ser un Estado fallido? Siempre escucho eso. 

El Perú es un país que siempre va camino a… y nunca termina de definir hacia dónde. Sin embargo, también tiene sus fortalezas. Cuando vemos las sombras, no nos damos cuenta de las luces. Hay sectores económicos que, en medio de este caos, crecen y exportan, por ejemplo, café. Hay un Perú constructivo, pero que se pierde.

¿Entre las malas noticias? 

Entre las malas noticias y las realidades trágicas del día a día.

Me gusta esta frase que le leí: “el garito congresal”. Resumen la mala reputación y lo ilegal como características predominantes de nuestro Poder Legislativo. Me ha dicho que nos hemos convertido en un sistema parlamentario. ¿Las elecciones al Congreso van a ser tan o más importantes que las presidenciales?

Absolutamente. Ya se armó una maquinaria que tiene su propia dinámica, su propia lógica, bien aceitada, que sabe que puede ejercer el poder y ya sabe cómo hacerlo.

Ser presidente en el Perú, también se lo he leído, suele venir acompañado de un destino trágico. Los últimos mandatarios o están presos, o han estado en la cárcel, o son investigados. Sin embargo, como nunca tenemos la lista de aspirantes más grandes. ¿Cómo se explica algo así?

Claro, es como esos animalitos que se acercan a la luz, que saben que van a terminar quemados. Hay ahí una adicción, una atracción extraña para ir a ese lugar desde donde, después, vas a pasar a la cárcel. La presidencia peruana ha sido siempre trágica.

Pienso en el ejemplo de La Mar, que es este presidente que tenía ciertos estándares. Decía: «yo pago mi fiesta, no quiero que lo haga el Estado peruano». Y lo ponen en un barco, lo deportan, no le hacen juicio político.

Sí, el presidente peruano ha sido abusado, pero, al mismo tiempo, hay como una suerte de delirio por ese poder efímero. Si te pones a pensar, Gamarra muere, a Manuel Pardo lo asesinan. Todos iban pasando por lo que ellos llamaban el palo encebado, donde tú subes y abajo están esperando a ver en qué momento te caes.

«El presidente peruano ha sido abusado, pero, al mismo tiempo, hay como una suerte de delirio por ese poder efímero».

Y que, ahora, está más encebado que nunca.

Está súper encebado. Estás tratando de subir y ya terminaste en el piso. ¿Qué hay con el poder? Siempre pienso en los Estados Unidos y —con la excepción del actual— los presidentes saben que son dos turnos y se acabó. Nadie piensa regresar, por ejemplo, a través de una revolución.

Acá parece que estar en el poder es lo único que pueden hacer con su vida. Castilla muere haciendo una revolución, no tenía otra cosa que hacer. Esto también habría que explorar. Es un poder que te termina por destruir, aunque siempre te está atrayendo.

Ya que hablamos de presidentes, ¿qué impresión tiene de José Jerí

No sé, es light. Es un presidente que llegó como llegan muchos: de pura casualidad y que tiene que forjar una imagen. Está todo el tema de que no hay una preparación. Por ejemplo, en Chile, con todas sus limitaciones, [los presidentes] han sido, no sé, alcaldes, gobernadores, senadores. Acá es de un momento a otro. Él [Jerí] creo que fue un accesitario.

De Martín Vizcarra. 

Exacto, y todo es una cadena de situaciones que nadie esperaba. Y, cuando aparece en el escenario, dice: «bueno, ¿y yo de qué me disfrazo ahora?». No hay un conocimiento de la historia. Esa es la tragedia. Probablemente, Valentín Paniagua sí lo entendió, que hay una cadena de la que uno es parte. Todos creen que están creando la República, o que están inventando algo.

«[José Jerí] no tiene la consistencia que demanda la presidencia de la República del Perú en este momento».

O que la están refundando. 

Y no tienen ni la mínima idea de lo que significa el poder en el Perú, que, en cualquier momento, como un vórtex, te captura y te tira a lo desconocido. Entonces, yo [a Jerí] lo veo como parte de este elenco. No tiene la consistencia que demanda la presidencia de la República del Perú en este momento.

¿Diría que la institución presidencial en el Perú se ha desprestigiado? 

Absolutamente. Está degradada desde que tienes a todos los presidentes presos. ¿Qué más degradación que eso?  Es trágica una presidencia que se ha ido degradando lentamente, hasta encontrarnos con una presidencia vacía, que no tiene contenido, no tiene fuerza, no tiene conocimiento de la historia. Es una silla vacía.

La Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad de Sewanee organizan un conversatorio sobre José Faustino Sánchez Carrión. Él fue clave en el esfuerzo logístico de la guerra de independencia.

Sí, hablando de espacios vacíos, él llena un gran espacio.

«La institución presidencial está degradada».

¿Por qué es útil recordar a alguien como Sánchez Carrión en estos momentos? 

Primero, porque se cumplen 200 años de su fallecimiento, en Lurín, a los 38 años, después de hacer la campaña a la que está refiriéndose, que es la logística de la guerra. Sin él, ni Sucre ni Bolívar hubieran logrado su objetivo. Segundo, su cuerpo se pierde. De nuevo, para hablar de vacíos. ¿Dónde está su tumba? No se sabe dónde está el cuerpo.

El que podría ser uno de nuestros padres fundadores no existe físicamente con una tumba, para que se dé cuenta de esta historia paradójica del Perú. Yo creo en esta idea con la que comenzamos la entrevista, de que recordar es resistir. Hay que recordar que hubo peruanos que sí hicieron su trabajo, que no robaban, que fueron honestos, que se subieron a un caballo y cruzaron los Andes y que regresaron —como se lo dice Cayetano Heredia— con el hígado destruido. Por eso, muere.

Es momento de comenzar a recuperar a estas figuras, sobre todo en el caso de él, que es alguien que viene de Huamachuco. No es un limeño que está tomado, succionado por un sistema. Es alguien que viene para tratar de hacer la gran reforma o crear una república que tenga balance de poderes. Eso también es importante recordarlo en este año, donde el balance de los poderes ha volado en mil pedazos. Él establece esta idea de que los poderes se controlan unos a otros, porque era un abogado.

Y no es una figura muy recordada, ¿cierto? 

Para nada. Lo que pasa es que Bolívar es la gran figura que, un poco, tapa a todos.

Eclipsa a los demás.

Eclipsa a los demás. Y Sánchez Carrión venía con una formación seminarista, más bien cristiana, sin asumir la parte que le correspondía en la saga de la independencia. Lo queremos recuperar.

Puede revisar la entrevista completa en nuestro canal de Youtube y en este enlace.