Hoy nos sacudió la noticia de la partida de Liliana Ambrosio, militante del Humanismo Universalista y siloísta.

Fue parte fundamental de la historia del Partido Humanista en Argentina, desde su rol de abogada, ejerció distintos cargos en los cuales siempre se destacó por la enorme capacidad de trabajo, la tenacidad y la disponibilidad para resolver el tropel de problemas que se fueron sucediendo a lo largo de décadas de intensa vida política.

El algoritmo que maneja mis redes sociales me llenó de mensajes de mucho amor y reconocimiento para con ella: “Así voy a recordarte siempre querida amiga, con tu sonrisa amplia y el corazón desbordante de humanismo”; “seguirás a nuestro lado en la memoria de tus acciones, siempre acompañadas por tu corazón generoso, tu claridad y tu certeza. Amiga del alma, tu ejemplo siempre estará a nuestro lado”.

Incluso el Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de Argentina, Jorge Kreyness envió sus condolencias al Partido Humanista y reconociendo que se trataba de una penosa gran pérdida.

De entre los testimonios que he visto circular, quiero compartir el de Leandro Sánchez, quien desde Tucumán da cuenta de su relación con Liliana.

Dice así “Me avisan que partió Liliana Ambrosio. La que militaba 24/7 en el Humanismo. La que se quedaba jornadas de hasta 36 horas si era necesario (yo la vi hacerlo), la que enseñaba todo lo que sabía. También era la que le hablaba a la computadora cuando no existía el receptor de voz, la que me regalaba monedas de los países que visitaba porque, decía, que quien las recibía después viajaba a ese país. Era su modo de mostrarme sus buenos deseos hacia mí y su afecto.

Era la intransigente del grupo y para convencerla había que tener argumentos sólidos. Aportó al siloísmo y al humanismo todo lo que pudo y pudo mucho.

No la despido porque estará siempre conmigo, por todo lo que aprendí a su lado, como todos los que estuvieron cerca.

Seguro que extrañaré su voz ronca, su risa franca, y las amanecidas en el local de Esmeralda y el de Montevideo, en la redacción de El Humanista, en las largas jornadas de militancia, en las marchas. La extrañaré cuando haya que consultar un tema legal de derecho político.

Pero como siempre, extrañarla será también un modo de tenerla.

«Pregúntale a la Lili», solíamos repetir cuando no estábamos seguros de algo.

Ahora, sin esa fuente, tendremos que aprender a resolver y en ese sentido hemos quedado un poco huérfanos”.

Otra despedida la describió así “Luchadora incansable por la Dignidad y liberación humanas. Gracias por todo amiga, hermana nuestra. Por tu contacto permanente con la belleza y la alegría de vivir. Serás por siempre Guia alentándonos a no bajar la guardia ni un instante, con esa gran fuerza luminosa que animó tus pasos”.

Sin duda, alrededor del mundo se la conoce por esa capacidad de trabajo y entrega permanente en el trabajo siempre voluntario en el Humanismo. Claro que también era familiera, amiguera, compinche y divertida. Reactiva para dar una mano y disponible para todos sus seres queridos, que no eran precisamente pocos.

Hasta siempre, querida Lili.