Asamblea de la ONU
Un tema central en la retórica de los países en la Asamblea 80 de las Naciones Unidas, fue Gaza. En un momento de cuestionamiento generalizado a esta instancia respecto de sus capacidades efectivas de atender positivamente la resolución de los conflictos bélicos, y la consiguiente protección de la vida de las poblaciones civiles; en particular la de las niñas y niños de esas sociedades, futuro de la especie humana, en tales contextos. Con llamados urgentes y variados a reformar el Concejo de Seguridad, hoy usado para los intereses de los poderosos en desmedro de las naciones que componen las Naciones Unidas.
Masoud Pezeshkian, plantea en un plano histórico mundial, la validez de la regla de oro, detallando su manifestación en las distintas culturas de la humanidad, como base ética y moral de las mismas, para luego en pregunta abierta a la asamblea mundial cuestionar si en la actualidad dicho principio es aplicado en las relaciones políticas, culturales, comerciales de los Estados nación en sus actuaciones presentes. El iraní responde con pesadumbre con un No.
Petro nuevamente calza con el plano correcto del ámbito, en un discurso referido a la situación mundial, a la amenaza que implica para el presente y futuro humano, la mantención de un sistema capitalista que bajo la lupa científica resulta depredador, extractivista, desigual, consumista y por sobre todo apologista de la codicia. Sistema que no trepida en el asesinato selectivo y masivo de civiles, para ostentar el poder y su capacidad de destrucción en contra de quienes se oponen a su acción, buscando infundir un terror que inmovilice a la población mundial.
La eslovena Nataša Pirc Musarlas, declama … “las ganancias deben servir finalmente al desarrollo para todos, la innovación y la sostenibilidad deben impulsar la tolerancia, el respeto mutuo y el diálogo inclusivo, ¿es mucho pedir?, si nosotros los líderes de este planeta no podemos ofrecer nada más que terror, conflicto,
contaminación, miedo, desigualdades y guerras a 8000 millones de personas, entonces, debemos enfrentar la verdad: somos cómplices de crímenes contra nuestra civilización y nuestro planeta, y no solo nosotros jefes de Estado, sino también los líderes e instituciones internacionales, directores ejecutivos y todas las personas con el poder de marcar la diferencia, compartimos esta responsabilidad; ninguno de nosotros puede alegar ignorancia de lo que está en juego, si creemos en la dignidad humana para todos, debemos ofrecer más, un mundo que llene vida no que las amenace. Debemos decir si al multilateralismo y un no rotundo al multipolarismo.
Demostremos que esta asamblea general puede y debe marcar la diferencia y lo hará, como lo ha hecho a menudo antes. Demostremos que rechazamos la arrogancia, el odio y la ceguera deliberada ante la falta de igualdad y de justicia ante las guerras de agresión, los delitos de lesa humanidad y el genocidio, porque nos separan durante generaciones; y proclamemos con toda seriedad y sinceridad que asumimos la responsabilidad personal y colectiva de defender la humanidad, el desarrollo sostenible y el derecho internacional, porque esto nos mantendrá unidos como civilización durante generaciones”.
La Flotilla de la esperanza, y la valentía de la gente
A pesar de todo, la gente común del mundo no se inmoviliza. El genocidio, y por consecuencia la grave crisis humanitaria, que ocurre en Gaza ha desencadenado un debate mediático ético y político en gran parte de la comunidad civil internacional y una serie de manifestaciones organizadas y espontáneas en apoyo al pueblo
palestino y repudio absoluto a Israel en todo el mundo.
Una de las acciones noviolentas de la sociedad civil que ha logrado mayor visibilidad y apoyo es la Flotilla Global Sumud, iniciativa internacional de organizaciones no gubernamentales, que zarpó desde diversos puertos del mediterráneo con alimentos, medicamentos y más de un centenar de activistas de varios países, con el propósito de romper el bloqueo impuesto por Israel y poder abrir un corredor humanitario permanente. Esta iniciativa, si bien es cierto no logró su cometido, pues fueron interceptados por la fuerza militar israelí en aguas internacionales, contribuyo al desprestigio de Israel y dejo en evidencia la inacción de los Estados occidentales frente al tema, porque reconocer el “genocidio” representa un umbral político y jurídico demasiado alto que la mayoría de los países no están dispuestos a cruzar, sin comprender el momento histórico que se perfila: Humanismo o antihumanismo.
Esta y otras iniciativas noviolentas, surgidas desde las comunidades civiles, han dejado al descubierto una gran paradoja: el derecho internacional nació tras el Holocausto judío, con la promesa solemne de “Nunca más” y, sin embargo, hoy bajo los ojos del mundo entero y con transmisión en tiempo real, se ejecuta una
destrucción sistemática de un pueblo, mientras los mecanismos creados para evitarlo se muestran incapaces de actuar. La Flotilla y Gaza constituyen el mayor fracaso de las Naciones Unidas por la falta de voluntad política de los estados más influyentes y del derecho internacional en su misión esencial: proteger la vida de los pueblos indefensos frente al exterminio programado e implementado paso paso, con frialdad y cálculo inhumano.
Mientras los pueblos del mundo se rebelan contra el silencio de sus supuestos “representantes” y llaman por su nombre GENOCIDIO, a lo que hace Israel contra el pueblo palestino, los gobiernos prefieren callar o disfrazarlo con eufemismos, estableciendo un precedente doloroso en que, mientras los Estados prioricen alianzas geopolíticas por sobre la vida y dignidad humana, todas las instancias y entidades gubernamentales que se formen para proteger y valorizar la vida seguirán siendo letra muerta. Solo los pueblos del mundo, con una nueva conciencia, tendrá que tomar el futuro en sus manos.
La posición política humanista frente al genocidio
Exhortamos a la conciencia internacional para que se tomen acciones concretas contra esta violación sistemática y masiva sobre el derecho a la vida y la paz.
Ha llegado la hora de abandonar las ilusiones pasadas y reconocer que el acuerdo de Oslo, sus protocolos y conferencias para la solución pacífica de la implementación de la solución de “Los dos Estados” han fracasado y que Israel ha tomado la decisión de ir contra esta solución.
Valoramos que un alto porcentaje de la sociedad israelí es consciente y lucha por una salida pacífica y democrática contra el sionismo. Asimismo, apoyamos a las comunidades internacionales que reconocen la gravedad de los hechos y se expresan realizando marchas y manifestaciones multitudinarias, en todo el mundo, denunciando las masacres y hambrunas de personas indefensas, el bloqueo de la ayuda humanitaria, la destrucción de ciudades enteras, los bombardeos de hospitales, escuelas y mezquitas, la represión de manifestantes, los asesinatos y encarcelamientos de periodistas y activistas internacionales que denuncian los tratos crueles e inhumanos, la degradación de los derechos humanos y que reclaman la posibilidad de una Palestina libre y soberana.
Exigimos que las y los líderes políticos y religiosos del mundo se pronuncien contra esta indescriptible situación de abuso y crueldad, donde el poderío militar israelí actúa con total impunidad, atropellando todos los derechos del pueblo palestino, se realice un llamado al boicot y no cooperación con el Estado de Israel y exijan que cumpla con sus obligaciones del Derecho Internacional, como así también a los estados cómplices de una nueva Shoah. Israel debe ser juzgado por los permanentes atentados contra la integridad física y mental, la libertad y la dignidad de las, los palestinos y sus crímenes deben ser condenados. El pueblo palestino debe ser liberado y sus derechos territoriales y políticos, reconocidos.
Lo que hoy presenciamos NO es una guerra, es UN GENOCIDIO, no solo contra el pueblo palestino sino contra toda la humanidad.
Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos, Guillermo Garcés Parada, César Anguita Sanhueza, Ricardo Lisboa Henríquez, Sandra Arriola Oporto y Claudio Medina Briones. Comisión de Opinión Pública













