México lo tiene todo, menos el control. Sus recursos son oro para otros, miseria para los suyos. Lo saquearon ayer con cruces, hoy lo hacen con contratos.

El siglo XX irrumpió con pólvora revolucionaria, pero también con los mismos intereses sobre el petróleo, los metales y la tierra. Las banderas cambiaban, pero las minas seguían firmando contratos con firmas extranjeras

Esta tercera parte se sumerge en el México contemporáneo: desde la expropiación petrolera de Cárdenas hasta el modelo neoliberal de los 90, pasando por los TLC, los megaproyectos extractivos y la paradoja actual de ser un país rico en recursos pero con millones en la pobreza.

6 – Siglo XX y XXI

El saqueo moderno. Virreyes con corbata, contratos sin alma

El siglo XX no trajo justicia, trajo contratos. La Revolución Mexicana habló de tierra y libertad pero no devolvió la soberanía sobre el subsuelo. Se redactó una nueva Constitución pero las leyes mineras fueron redactadas por y para los mismos de siempre. Las empresas cambiaron de idioma, el saqueo cambió de forma, la muerte siguió hablando español, inglés y ahora también canadiense, chino y corporativo.

Porfirio Díaz fue derrocado pero su modelo extractivista no. Durante todo el siglo XX la minería, el petróleo, el gas, la madera, la energía hidroeléctrica y desde fines de siglo, los metales raros siguieron alimentando las fortunas ajenas. México exportaba recursos pero importaba miseria. Los pueblos indígenas seguían desplazados, sus territorios militarizados, sus aguas contaminadas, sus derechos anulados.

La creación de Petróleos Mexicanos en 1938 fue uno de los pocos momentos de soberanía material pero incluso Pemex terminó siendo desmantelada desde dentro, transformada en empresa de deuda, chantajeada por tecnócratas y vaciada por décadas de corrupción política. El cobre, el oro, la plata, el zinc y ahora el litio, todos salieron del país con autorización del Estado. Y el indígena siguió sin acceso a hospitales, a títulos de tierra, a justicia lingüística o cultural.

En la segunda mitad del siglo XX y hasta hoy, los contratos de minería a cielo abierto entregaron el territorio a empresas extranjeras con exenciones tributarias, garantías diplomáticas y protección policial. Canadá se convirtió en el nuevo imperio informal del norte, China entró con inversiones, Estados Unidos nunca se fue.

Se calcula que entre 1950 y 2020 México exportó más de 10.000 toneladas de cobre, con un valor actual superior a los 85 mil millones de dólares. En el mismo período se exportaron al menos 4.000 toneladas de oro, valoradas hoy en más de 250 mil millones de dólares y cerca de 60.000 toneladas de plata, equivalentes a 55 mil millones de dólares actuales.

Desde el año 2000 el país también ha exportado litio, zinc, plomo, tierras raras y gas, por un valor combinado que supera los USD 40 mil millones. Y en todo ese tiempo las comunidades cercanas a las faenas siguen sin agua potable, sin clínicas, sin escuelas ni caminos pavimentados. El saqueo es legal pero sigue siendo saqueo.

En estados como Sonora, Chihuahua, Guerrero, Zacatecas y Oaxaca las empresas mineras han contaminado ríos, desplazado pueblos completos, cercado territorios sagrados y reprimido con armas a las comunidades que resisten. Los contratos están firmados, las armas apuntan y la prensa calla.

El caso del litio es simbólico
México posee una de las reservas más prometedoras del continente pero las empresas extranjeras ya operan sobre el salar de Sonora sin control estatal efectivo. La Ley Minera reformada en 2022 reconoce al litio como propiedad de la Nación pero sin presupuesto, sin fiscalización y con operadores extranjeros dentro, la declaración es letra muerta.

Hoy las mineras no llegan con arcabuces, llegan con abogados, embajadas y acuerdos multilaterales pero el efecto es el mismo: el cerro muere, el pueblo se va, la empresa gana y México pierde.

Inversiones extranjeras en minería en México desde 1950 y participación del Estado

1950–1960 inversión extranjera estimada 1.200 millones USD participación estatal estimada menor al 15 por ciento principales empresas American Smelting and Refining Co Grupo Peñoles

1960–1970 inversión extranjera estimada 2.100 millones USD participación estatal estimada 18 por ciento empresas destacadas Kennecott Copper Co Asarco Mexicana

1970–1980 inversión extranjera estimada 3.400 millones USD participación estatal estimada 22 por ciento empresas operadoras Grupo Industrial Minera México Cerro de Pasco Mining

1980–1990 inversión extranjera estimada 4.900 millones USD participación estatal estimada 25 por ciento actores clave Southern Copper Corporation Minera Frisco

1990–2000 inversión extranjera estimada 6.200 millones USD participación estatal estimada 16 por ciento debido a políticas de liberalización empresas activas Newmont Mining Grupo México

2000–2010 inversión extranjera estimada 9.800 millones USD participación estatal estimada 10 por ciento principales beneficiarios Goldcorp Inc Pan American Silver First Majestic Silver

2010–2020 inversión extranjera estimada 14.500 millones USD participación estatal estimada 7 a 9 por ciento operadores clave Agnico Eagle Mines Torex Gold Endeavour Silver

2020–2024 inversión extranjera estimada 8.300 millones USD acumulados participación estatal estimada 5 por ciento compañías dominantes Fresnillo PLC Grupo México Minera Cuzcatlán Equinox Gold

Total acumulado 1950–2024 más de 50.000 millones USD invertidos promedio nacional de beneficio fiscal para el Estado mexicano entre el 10 y 14 por ciento

Comparación entre minería y reforma energética de 2013

Sector minero apertura formal a capital extranjero desde los años 90 inversión total acumulada 50.000 millones USD aprox participación estatal baja entre 7 y 15 por ciento promedio operadores predominantes empresas canadienses estadounidenses y conglomerados nacionales privatizados como Grupo México

Sector petrolero reforma energética de Peña Nieto en 2013 permitió apertura parcial inversión comprometida entre 2013 y 2020 superó los 80.000 millones USD participación estatal estructurada vía contratos compartidos con Pemex en promedio 45 por ciento principales consorcios Shell BP Chevron Total ENI

Resultado el Estado mexicano recibe cuatro a cinco veces más ingreso proporcional por petróleo que por minería pese a ser dueño del subsuelo en ambos casos la minería ha entregado la riqueza a privados sin control público real

Inversiones mineras versus inversiones petroleras

1 – Inversiones mineras en México desde 1950 y participación estatal

Desde 1950 hasta la fecha, México ha recibido más de 50.000 millones de dólares en inversiones extranjeras destinadas a la explotación minera. Sin embargo el porcentaje que ha quedado en manos del Estado mexicano ha sido consistentemente bajo. Durante la década de 1950 las inversiones superaron los 1.200 millones de dólares, con una participación estatal estimada en menos del 15 por ciento. Empresas como American Smelting and Refining Company (ASARCO) y el naciente Grupo Peñoles marcaron la pauta de una relación desigual.

En los años 60 la inversión se duplicó a 2.100 millones de dólares y la participación estatal subió apenas al 18 por ciento. Kennecott Copper Co y Asarco Mexicana ampliaron sus operaciones. Para la década de 1970 las inversiones ya bordeaban los 3.400 millones de dólares, con una participación estatal levemente superior, en torno al 22 por ciento. Actores como Grupo Industrial Minera México y Cerro de Pasco Mining operaban sin contrapeso nacional real.

Durante los años 80 las inversiones crecieron a 4.900 millones de dólares, con un 25 por ciento de retorno para el Estado, el punto más alto del periodo. Southern Copper Corporation y Minera Frisco fueron actores clave. Pero en los 90 con la liberalización económica, la participación estatal cayó bruscamente al 16 por ciento pese a inversiones por 6.200 millones de dólares. Newmont Mining y Grupo México comenzaron a dominar el escenario.

En el periodo 2000–2010 la inversión alcanzó los 9.800 millones de dólares pero al Estado solo le quedó cerca de un 10 por ciento. Empresas como Goldcorp, Pan American Silver y First Majestic Silver se consolidaron. La década siguiente, entre 2010 y 2020, se rompió todo equilibrio: 14.500 millones de dólares invertidos, con retornos estatales entre el 7 y el 9 por ciento. Agnico Eagle, Torex Gold y Endeavour Silver expandieron sus dominios. Finalmente, entre 2020 y 2024 las inversiones acumuladas suman 8.300 millones de dólares, con solo un 5 por ciento estimado para el Estado. Fresnillo PLC, Grupo México, Minera Cuzcatlán y Equinox Gold concentran la riqueza.

El promedio de beneficio fiscal para el Estado mexicano en más de siete décadas de minería ha oscilado entre un 10 y un 14 por ciento. El resto se ha ido. A Canadá, a EE.UU., a fondos privados y a conglomerados nacionales privatizados.

2 – Minería vs. petróleo: una comparación reveladora

Mientras el Estado mexicano ha entregado su minería sin control ni soberanía fiscal, el sector energético ha seguido otro camino. Tras la reforma petrolera de Enrique Peña Nieto en 2013, México abrió parcialmente su sector a la inversión extranjera pero lo hizo con contratos compartidos. Entre 2013 y 2020 se comprometieron más de 80.000 millones de dólares en inversiones petroleras, principalmente con gigantes como Shell, BP, Chevron, Total y ENI. A diferencia de la minería, el Estado mexicano garantizó su participación mediante Pemex, con un promedio de 45 por ciento de ingreso por producción compartida.

Eso significa que por cada dólar extraído del subsuelo en petróleo, el Estado recupera entre cuatro y cinco veces más que por cada dólar que se extrae en minerales. Y eso sin contar que en ambos casos el dueño legal del subsuelo sigue siendo el Estado mexicano.

La gran diferencia es política. Mientras la reforma petrolera fue vigilada y estructurada con contratos, la minería ha sido abandonada a la autorregulación empresarial. El resultado es obvio: mientras el petróleo sigue generando ingresos estratégicos, la minería ha servido para enriquecer a otros. Y al Estado apenas le llegan las migajas de una riqueza que le pertenece.

La resistencia de los pueblos indígenas se mantiene en pie pero sus defensores son asesinados. Según datos de organizaciones internacionales, México es uno de los países más peligrosos del mundo para ser defensor del medio ambiente o de derechos indígenas. Cada mina moderna deja una comunidad más pobre, más dividida, más envenenada.

El saqueo hoy no es explícito, es técnico. No se roba el oro, se transfiere con permisos. No se destruyen templos, se barren cerros completos. No se cuelgan cuerpos, se silencian dirigentes pero los muertos son los mismos. Los territorios son los mismos y el saqueador, aunque hable inglés y firme convenios de responsabilidad social, es el mismo. México no recuperó su riqueza, solo aprendió a justificar su pérdida.

Ni perdón, ni olvido, ni excusas. A México no lo mató el tiempo, lo mataron los barcos que llegaron por oro, lo mataron las minas que tragaron cuerpos, lo mataron los virreyes que firmaban títulos sobre sangre y los siguieron matando las empresas que llegaron con contratos, camiones y abogados.

Fueron más de 25 millones de personas indígenas exterminadas, desplazadas o reducidas al silencio entre el siglo XVI y el XXI.

Cada tonelada de oro tiene nombre, cada onza de plata tiene rostro, cada dólar exportado sin justicia lleva el peso de una lengua perdida y de un pueblo invisibilizado.

La historia oficial habla de civilización pero no hay civilización que se construya sobre huesos, no hay república que se sostenga borrando a sus pueblos, no hay desarrollo cuando las manos que extraen el mineral no pueden pagar un pasaje en su propio país.

México no fue un territorio conquistado, fue un cuerpo saqueado durante cinco siglos y sigue siendo tratado como zona de sacrificio por las mismas potencias, ahora con nuevos logos.

Pero los pueblos originarios no murieron, están vivos. En la resistencia yaqui, en la memoria maya, en los cantos zapotecos, en las marchas rarámuris, en las comunas de Oaxaca, en cada niña que aprende náhuatl, en cada viejo que todavía riega maíz con palabras antiguas.

Esta columna no es un acto de nostalgia, es una acusación. Y los que saquearon, mataron, legalizaron el robo y celebraron la ruina, tendrán que responder algún día, si no es ante sus cortes, será ante la memoria porque donde haya un pueblo de pie, la historia sigue viva.

Y esta vez, no la escribirán los vencedores.