Nevatim, Negev. En la madrugada del lunes 16 de junio, alrededor de las 02:30 hora local, misiles balísticos lanzados desde Irán impactaron en las inmediaciones de la base aérea de Nevatim, una instalación estratégica ubicada en el corazón del desierto del Negev, al sur de Israel. La base alberga parte de la flota de cazas F-35 de la Fuerza Aérea Israelí y constituye uno de los pilares operativos del poder aéreo del país. Los impactos —que fueron captados en video por residentes locales y difundidos ampliamente en redes sociales y canales internacionales— evidencian fallas significativas en los sistemas de defensa antimisiles desplegados.
Fuentes cruzadas y registros visuales muestran al menos una intercepción fallida, con lo que parecería ser un interceptor del sistema Iron Dome o una batería Arrow desviándose y cayendo sobre su propia zona de lanzamiento, provocando una explosión secundaria y un incendio visible a varios kilómetros. A pesar de que el gobierno israelí no ha emitido aún un comunicado oficial sobre esta falla específica, medios especializados y observatorios militares independientes confirman que Nevatim fue efectivamente alcanzada durante la segunda y tercera oleada de la ofensiva iraní “Promesa Verdadera III”.
En el marco de los últimos tres días de enfrentamientos, esta secuencia se suma a una serie de episodios que ponen en entredicho la fiabilidad operativa de la defensa multicapa israelí, la cual combina los sistemas Arrow, David’s Sling e Iron Dome. Aunque estos han logrado interceptar con éxito cientos de misiles, la creciente saturación y la utilización por parte de Irán de trayectorias combinadas y misiles hipersónicos parecen estar superando algunos umbrales críticos de reacción.
Por su parte, voceros de las Fuerzas Aeroespaciales del IRGC (Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica) afirmaron que los ataques del lunes fueron «quirúrgicos» y que la base aérea de Nevatim fue un «objetivo militar legítimo» debido a su rol en las operaciones ofensivas israelíes sobre territorio iraní. Medios afiliados al gobierno iraní sostienen que los misiles alcanzaron estructuras de comando y hangares de mantenimiento, aunque sin detallar la magnitud real de los daños. También aseguraron que parte de la operación consistía en evaluar la capacidad de saturación del escudo aéreo israelí y que el objetivo fue «cumplido con éxito».
Fuentes israelíes, en contraste, han minimizado los daños y se han enfocado en destacar el alto porcentaje de intercepciones exitosas. Sin embargo, expertos internacionales coinciden en que las imágenes de Nevatim reflejan, al menos, un incidente técnico significativo que podría tener implicancias operativas y simbólicas en el actual equilibrio de poder.
Como ocurre en toda guerra, establecer con certeza el alcance de cada impacto y las pérdidas reales de uno y otro bando es una tarea compleja. En conflictos de alta intensidad como el actual, la información se transforma inevitablemente en un arma estratégica. Para los gobiernos involucrados, los datos pueden ser amplificados o minimizados según las necesidades de guerra psicológica, propaganda o disuasión, especialmente en momentos donde los sistemas tecnológicos empiezan a mostrar sus límites. En este caso, más allá del relato de unos u otros, los misiles lograron atravesar el corazón del espacio aéreo israelí y golpear una de sus bases más protegidas. Ese hecho, en sí mismo, ya constituye una señal.













