El X Simposio Internacional del Centro Mundial de Estudios Humanistas (CMEH), que se inicia en solo dos días, el 8 de mayo próximo, será sede de la mesa redonda “Contribuciones y retos contemporáneos en la construcción de una Educación Humanizadora, desde la región Andina” conducida por Carlos Crespo (Ecuador), Yanet Honor Casaperalta (Perú), Ismenia Íñiguez Romero (Ecuador) y Fredy Figueroa Samaniego (Ecuador).

La mesa redonda rescata la sabiduría de los pueblos originarios que nos enseña valores como la solidaridad, la cooperación, el Buen Vivir, entre otros. Y muestra los esfuerzos que vienen realizando diversos educadores en la región Andina para difundir la No violencia activa y la superación de la discriminación. La cita es este viernes 9 a las 20:30 GMT y será transmitida en español a las zonas horarias de Italia, Argentina-Brasil, Chile, Perú y México.

Pressenza conversó con el educador Carlos Crespo, de Ecuador, quien amablemente respondió a tres interrogantes sobre la utopía educativa que ya está en marcha en el continente americano, derribando los muros del modelo educativo actual.

Pressenza: ¿En qué consiste la utopía de la Educación Humanizadora en la región Andina?

Carlos Crespo Burgos: En el X Simposio presentaremos una mesa que hemos denominado “Contribuciones y retos contemporáneos en la construcción de una educación humanizadora, desde la región Andina”.

Buscamos animar el intercambio de experiencias de educadoras y educadores sensibles, con larga trayectoria de compromiso social en la región Andina y América Latina, que animan diversas redes nacionales e internacionales de educación, basadas en el encuentro humano, el diálogo creativo y horizontal y, el aprendizaje compartido y aplicado en la vida cotidiana de la No Violencia Activa y la superación de la discriminación.

En América Latina y en la región Andina, la sabiduría de los pueblos originarios puede enseñarnos que la solidaridad y la cooperación de las comunidades son muy superiores al individualismo egoísta y competitivo de las sociedades capitalistas. Contribuyen a un despertar de conciencia de que nuestro destino reconoce la necesidad de vivir en armonía, amplitud y hermandad,  bajo utopías como la del  Buen Vivir o Sumak Kawsay.

Pressenza: ¿La utopía ya está en marcha? ¿De qué manera?

C.C.B.: En las dos últimas décadas se multiplicaron en el mundo las expresiones educativas que buscan la superación de la discriminación, la violencia y la exclusión ante las urgencias vitales de la sociedad actual.

Múltiples modalidades pedagógicas y experiencias en muy diversos ámbitos de la educación formal y no formal, dan cuenta de la convergencia en la diversidad por un mundo humanizado, no violento, equitativo.

En América Latina, las contribuciones al vínculo pedagógico, la educación no bancaria, la apertura al diálogo crítico, el reconocimiento del saber del otro y los vínculos humanos que construyen futuro, nutrieron otras formas de hacer educación, comunicación y cultura, reconocidas como Educación Popular, Comunicación Alternativa, Cultura comunitaria.

Estas han llegado hasta el presente e inspiran muchas de las experiencias y propuestas promovidas por múltiples comunidades y organizaciones sociales, desde los territorios, que buscamos compartir y difundir.

Nuestro sueño es contagiar y abrir señales de esperanza en que es posible y cada vez más necesaria la contribución de la Educación para guiar a la Humanidad hacia un futuro humano “sin muros, no violento, sostenible y equitativo”.

Construimos imágenes que, conectando memoria con proyecto, inspiren a múltiples actores sociales que se encuentran en búsqueda de una dirección evolutiva y liberadora en favor de la construcción de la Vida.

Pressenza: ¿Hay condiciones en el contexto actual para esta utopía?

C.C.B.: Reconocemos que la etapa actual de la globalización capitalista, con su modelo neoliberal, muestra una fractura social que conduce al rompimiento de la solidaridad social y de las raíces comunitarias de la vida.

El neoliberalismo se ha convertido en un estilo de vida que permea las distintas actividades humanas e impone conductas, y se ha ido extendiendo con sus formas individualistas y competitivas hacia los ámbitos de la cultura y los vínculos interpersonales.

Las tecnologías digitales han tenido, a la vez, un impacto en la conformación de una nueva individualidad, que tiene como correlato el deterioro de la vida colectiva en sociedad.

En la encrucijada histórica de esta etapa global, tanto individuos como movimientos sociales y poblaciones en distintos rincones del planeta manifiestan una creciente sensibilidad y conciencia de la necesidad de otro modelo de sociedad y de cultura, que coloque en el centro la convivencia humana solidaria, en armonía con la naturaleza, que brinde oportunidades a todas y todos y que dote de sentido a la vida humana.

Por ello, una tarea común es identificar y aprender de nuestros pueblos y culturas ricas formas de sociabilidad, de bien estar colectivo y buen vivir, que nos ayuden como semillas de la nueva civilización humana planetaria, que ya está germinando.