Los siloistas celebran este sábado el aniversario de la Arenga de Silo en Punta de Vacas, en la cordillera de los Andes, el 4 de mayo de 1969.

Mario Rodríguez Cobos más conocido por su apodo, Silo—, multifacético, intelectual, líder social, guía espiritual, es una figura poco común en la historia. Un personaje que forma parte de esa otra historia subterránea y poco visible para la historia humana común.

A Silo le importaba poco el postureo, su NO al sistema de violencia establecido era total e inequívoco.

Efectivamente hay «otra historia», una que busca el sentido de lo existente desde una nueva comprensión.

Con el paso del tiempo la «doctrina» que impartía Silo se denominó Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista y con ello alcanzó la dimensión social.

Hoy sigue vigente en múltiples formas, frentes, partidos, etc., siendo los Parques de Estudio y Reflexión su manifestación más notoria.

Pero, esencialmente la «doctrina» es interna; es en este nivel donde adquiere su pleno sentido.

La organización nuestra no debería ser externa, debería ser básicamente interna. De tal modo que así como existe una suerte de personalidad y círculos externos de personalidad, también debería existir un centro de gravedad interno, una suerte de esencia desde el punto de vista organizativo. [1]

Sería muy difícil precisar si se trata de una corriente en declive o por el contrario se trata de una corriente capaz de regenerarse y crecer para sustentar el gran cambio humano necesario, lo cual siempre fue su cometido.

Por lo tanto, no tiene sentido responder a esta cuestión, ya que toda hipótesis encontrará argumentos para validarse. Lo esencial será si la doctrina es válida internamente para sus seguidores.

No hay duda de que la orientación de Silo es expresada a diario por voz de gente común, de intelectuales y de jefes de estado. Es más que evidente, pero ¿a quién le interesa el copyright, el reconocimiento?

Entonces ya no son necesario personas, alguien al cual hay que referirse, alguien que dirige. Nadie dirige nada, por la sencilla razón de que el proceso mismo lleva a internalizar el concepto de organización. Y entonces cada uno cumpliendo con ese «triángulo interno» puede generar sin referirse a determinados individuos o a determinados estamentos. Y desde ese punto de vista tal organización sería inextinguible, porque allí donde existiera un solo triángulo interno habría que acabar con él. Pero cada día se tendría que acabar con más triángulos internos. Y esto sería una matanza continua. Además tendríamos que matarlos en todo el planeta. [2]

¿Dónde buscar la doctrina de Silo entonces?

Búscala en los demás seres, ya sean cercanos o lejanos, en un día luminoso, en un dibujo, en una poesía…

Búscala en el sentimiento de trascendencia que nos permita representar a los no-vivos como parte de humanidad y a los vivientes como parte de lo mismo.

Ascendiendo de comprensión en comprensión tal vez alcanzaremos a captar que todo va más allá de la realidad objetal.

Hay indicadores para no perderse en la búsqueda. Si tu camino es demasiado recto, ten por seguro que ya te perdiste, pues se trata de una aventura para valientes de espíritu, lejos de la conservación que te lleva al encerramiento. Pero siempre estaremos a tiempo de retomar el impulso, integrando toda experiencia como parte del camino y del aprendizaje. Cuanta más contradicción acumulada, más costoso será el cambio de rumbo.

No es fácil trasladar a las breves palabras un proceso tan complejo que acumula ya 55 años desde su primera manifestación pública.

Hay un mundo interno que mueve las cosas. Hay mundos que están aunque no se los vea.

Hay estados internos desde donde se inspiran las cosas.

Y si no ¿desde dónde surge la poesía, la pintura, las grandes acciones, sino es desde esos estados?

No fueron gentes a quienes no les pasó nada por dentro.

Fueron personas que hicieron cosas con mucha fuerza y desde allí acarrearon grandes cambios o produjeron cosas con tanta fuerza que cambiaron el curso de las cosas y de una época.

Los cambios históricos se dan cuando la conciencia humana conecta con lo profundo y es desde allí donde se dan los cambios y pasos evolutivos, las otras cosas que nos cuentan de la «historia» son anécdotas.

Lo que mueve a la historia es ese motor interno. Es desde lo profundo, que puede resultar inspirador.

Hay algo que mueve las cosas, que no se ve. La gente describe las cosas, pero no se fija en lo que las mueve.

Describes el auto, las ruedas, el volante, etc., pero no te fijas en el motor. Es ese motor el que mueve al auto. [3]


 

1 y 2: Extracto de conversación. Silo 1973

3: Extracto de conversación. Silo 2008

El artículo original se puede leer aquí