Es urgente que los centros educativos planifiquen actividades creativas y participativas enfocadas en comprender y procesar las emociones sobre la muerte y el duelo.

 Por María Silvina González Astobiza

 La muerte y el duelo son aspectos inevitables de la experiencia humana. Sin embargo, a menudo se les trata como tema tabú, especialmente en el ámbito escolar. Al negar o ignorar estas realidades, se priva a los niños de las herramientas necesarias para comprender y procesar sus emociones de manera saludable. Como sociedad debemos crear espacios seguros y compasivos donde los niños puedan explorar y expresar sus sentimientos en torno a la muerte y el significado del duelo.

Desde temprana edad, los niños están expuestos a pérdidas, ya sea de mascotas, seres queridos o figuras públicas. Entender cómo manejar esas pérdidas puede tener un impacto significativo en su bienestar emocional a largo plazo.

Es fundamental que los adultos, tanto en el entorno escolar como en el hogar, se puedan comunicar abierta y honestamente con los niños sobre la muerte. Esto implica proporcionar información clara y precisa que sea adecuada para su edad y nivel de comprensión. Al hablarles sobre la muerte de una manera compasiva y sincera, se les brinda la oportunidad de hacer preguntas, expresar sus sentimientos y procesar sus emociones de manera saludable.

Es importante destacar que el abordaje de la muerte en los centros educativos también puede ser parte de un enfoque más amplio de educación emocional, que promueva la resiliencia y el desarrollo de habilidades para afrontar la vida. En este sentido, los colegios pueden integrar el tema de la muerte en el currículo escolar a través de actividades, proyectos o debates en el aula que permitan a los estudiantes reflexionar.

Una de las estrategias es la utilización de cuentos, historias, películas junto a actividades creativas y participativas para generar el diálogo que aborde temas como el nacimiento, la vida, la muerte y el duelo de manera accesible y reconfortante, donde los niños pueden compartir sus experiencias y sentimientos. Esta metodología permite procesar sus propias pérdidas y fomenta la empatía y la comprensión hacia los demás.

Es esencial que los niños sepan que está bien llorar, sentirse tristes, enojados o confundidos ante la pérdida, por ejemplo, de un ser querido, de una mascota. Al validar sus emociones y proporcionarles recursos para expresarse, les estamos ayudando a desarrollar habilidades de afrontamiento que les servirán a lo largo de sus vidas.

En última instancia, la inclusión de la muerte y el duelo en la educación no se trata solo de preparar a los niños para enfrentar la pérdida, sino de empoderarlos para vivir plenamente y aprender a valorar cada momento. 

María Silvina González Astobiza es Diplomada en Tanatología Asistencial y Educativa. Acompañante de Fin de Vida y Duelo. Doula de Fin de Vida. Muerte y Duelo en Escuelas. Coordinadora del Grupo de Apoyo: Duelo por Suicidio. Facilitadora de Death Café Málaga. Co-coordinadora del “Ciclo de Conversaciones”.