Por Sol Pozzi-Escot

En medio de un cataclismo global, monstruos comeconciencias y guiada por una voluntad de liberación, la protagonista de “Esclavas” lucha por sobrevivir con sus seres queridos. Conversamos con Sophie Canal, escritora francesa, autora de esta novela distópica postapocalíptica.

¿Cómo nació la idea de escribir “Esclavas”?

La idea de escribir “Esclavas” a raíz de las experiencias que tuve con las empleadas del hogar que trabajaron en mi casa a lo largo de los 25 años que pasé en el Perú, tanto con las de limpieza como con las nanas que cuidaron a mi hijo, al volverme madre. En Francia, mi país de nacimiento, no tenemos la costumbre de tener empleadas -sólo los muy ricos las tienen-, y para mi siempre ha sido un problema posicionarse como ama de casa, dar recomendaciones y órdenes. Me educaron para hacer todo sola. Así que siempre viví esas relaciones como conflictivas. Por otro lado, soy filósofa y hace tiempo que quiero escribir algo sobre la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, figura que usa para entender la relación con el otro.

La novela tiene bastante de comentario social. La historia se ancla en una sociedad que podría ser una proyección de la realidad peruana. ¿Cómo es que su propia experiencia viviendo en Lima le permitió enriquecer la narrativa del libro?

América Latina en general y Lima, en particular, son distopías de por sí. Nada funciona como debería. Es un terreno ideal para hacer volar la imaginación.  A veces ni siquiera hace falta usarla. La realidad supera la ficción y siempre te sorprende. Lima es un laboratorio del terror político y social. Tengo con esta ciudad una relación de amor odio que se parece también a la dialéctica del amo y el esclavo que mencioné antes. Las clases sociales y los géneros son tan marcados, que uno siempre termina siendo el verdadero dominador del que domina y al revés, y sin darse cuenta.

Por otro lado, sobre su proceso creativo. ¿Cómo fue creando este universo tan complejo que uno puede leer y experimentar en el libro?

Mi proceso creativo es el de una ama de casa, madre y docente que por falta de tiempo va picoteando granos de libertad por aquí y por allá entre tareas domésticas y laborales. Escribo lo vivido en cuadernos mentales y luego ordeno para darle un sentido. De esos cuadernos siempre nacen historias y personajes. Y a lo mejor terminan siendo un cuento o una novela. Son mis respiraciones. Lo que me permite seguir ese ritmo infernal. Sin la literatura, no podría. Cada libro que escribo refleja ese mundo complejo y a veces caótico que es mi mundo interior y el en el cual evoluciono.

¿Qué le permitió, en términos creativos, el uso de la ironía a lo largo del libro?

La ironía es mi herencia filosófica. Según Sócrates consiste  en orientar al interlocutor, por una serie de preguntas, a que descubra la verdad dentro de sí mismo. De esta forma, tiene lugar otra forma de la ironía. El maestro que declara no poseer ningún conocimiento es quien puede orientar hacia el conocimiento verdadero. Quería que la protagonista de Esclavas sea una suerte de Socrates femenina que empuje al lector a cuestionarse acerca de su propia realidad. También permite que ella misma haga su autocrítica. En la ironía también hay humor. Y creo que la mejor forma de criticar es a través del humor.

La protagonista del libro se refiere a sus empleadas domésticas como sus “esclavas”. Quien niega la libertad del otro, ¿puede vivir en libertad?

El libro es también la historia de una transformación, de la mutación de una consciencia, la de la protagonista. La que narra tiene 400 años y ya está en proceso de liberación de su visión etnocéntrica. Ya no tiene esclavas. Limpia su casa ella misma y narra desde este punto de vista las historias de sus relaciones con sus empleadas del pasado, las de antes del Gran Cambio, cuando aún estaba prisionera de esa dialéctica amo-esclavo.

Se podría decir que la supervivencia es el objetivo más importante de los personajes principales. Si bien es posible sobrevivir en un panorama como el que plantea el libro. ¿Se puede, propiamente dicho, existir?

Hay varios niveles de supervivencia en la novela. Los personajes de antes del gran cambio luchan para sobrevivir a las brechas sociales y las injusticias creadas por la historia colonial. Después, la supervivencia se vuelve más  física: tienen que ingeniárselas para evitar ser comidos por mutantes. Lo hace la protagonista construyendo una torre de tres pisos en la cual se refugia con su hijo. Pero es ahí paradójicamente cuando puede por fin llegar a existir realmente, creando guiones con su hijo para confundir a los mutantes y narrando su propia historia. Existe gracias al arte.

¿Se podría decir que “Esclavas” es una novela sobre la esperanza o sobre los caminos que llevan a la esperanza?

Al final de la novela, hay tres epílogos, del menos al más esperanzador. Cada lector podrá escoger él que más le guste. Pero si quieres que te confíe un secreto, el que a mi me conmueve más, es el último. Así que para no spoilear, solo diría que Esclavas es una novela sobre los caminos que llevan a la esperanza.