Es imperativo crear espacios de escucha para los supervivientes y concientizar sobre la complejidad del duelo por suicidio.

Por María Silvina González Astobiza

El suicidio ocupa el primer lugar entre las causas de muerte no natural en España y constituye un desafío global, con tasas que fluctúan considerablemente entre países por lo que es imperativo crear espacios de escucha para los supervivientes y concientizar sobre la complejidad del duelo por suicidio.

En los países de habla hispana, a la persona que ha perdido a un ser querido por un acto suicida, se la llama superviviente, término que resalta la dificultad y complejidad emocional vinculada a esta experiencia. Por lo tanto, la palabra superviviente busca reconocer la fortaleza requerida para enfrentar y superar las circunstancias del duelo por suicidio.

En este proceso, el doliente puede cargar con estigmas, preguntas sin respuesta, así como sentimientos de culpa o confusión. Visibilizar el dolor se convierte en un paso esencial para fomentar un entorno de comprensión y apoyo.

La sociedad debe trabajar para desterrar el estigma asociado con el suicidio y brindar un ambiente compasivo que permita a los afectados compartir sus emociones sin temor al juicio, facilitando la expresión del dolor.

Así, participar en Grupos de Duelo para supervivientes implica reconocer y validar las experiencias compartidas entre quienes han perdido a un ser querido a raíz de un suicidio. Estos grupos ofrecen un espacio seguro donde la empatía y el respeto son fundamentales, permitiendo que cada individuo comparta su dolor y encuentre ayuda en la comprensión mutua.

Es crucial destacar que la escucha desempeña un papel crucial en el proceso de recuperación de los supervivientes. La búsqueda de ayuda es un paso significativo para abordar el impacto de la pérdida y encontrar herramientas efectivas para afrontar el duelo.

Cabe resaltar que la prevención del suicidio y la promoción de la salud mental son ejes cruciales para construir una sociedad más empática y comprensiva.

La educación sobre las señales de alerta puede desempeñar un papel clave en la reducción de las tasas de suicidio y en la creación de una red de apoyo sólida para los supervivientes.

 

María Silvina González Astobiza es Diplomada en Tanatología Asistencial y Educativa. Acompañante de Fin de Vida y Duelo. Doula de Fin de Vida. Coordinadora del Grupo de ayuda: Duelo por Suicidio. Facilitadora de Death Café Málaga y Co-coordinadora del “Ciclo de Conversaciones”.