Un 30 de enero de 1948, Mahatma Gandhi, líder fundamental en la liberación de la India del dominio británico y ejemplo vivo de no violencia activa, era asesinado a sus 78 años por un fanático hinduista.

Como abogado y activista, inspiró su temprana lucha por la defensa de sus connacionales, discriminados y maltratados en Sudáfrica, en una combinación de la cultura hindú, las ideas del anarquista cristiano ruso Tolstoi y la acción de desobediencia civil propugnada por el escritor estadounidense Henry David Thoreau.

A su regreso a la India en 1915, comenzó el movimiento que el mundo conocería como  Satyagraha, un neologismo acuñado por él mismo que significa “fuerza o insistencia de la verdad”.

Uno de los momentos cúlmines del Ahimsa sería la Marcha de la Sal en 1930, acción masiva mediante la cual Gandhi alentó a sus compatriotas a desafiar abiertamente el monopolio impuesto por el gobierno británico sobre la producción y distribución de sal.

Finalmente, y luego de mucha lucha, represión, huelgas de hambre y encarcelamiento, luego de dolorosas matanzas entre hermanos, llegó la independencia, lo que es parte de su gran herencia. Sin embargo, Gandhi no pudo evitar la partición en dos países, lo que a la postre serían tres, India, Pakistán y Bangladesh.

Pero no hay cómo reseñar en pocas líneas el profundo significado de la vida y la lucha de “Bapu” para la India y el mundo, por lo que recurrimos a algunas de sus frases que resuenan, inspiran y mantienen su vigencia hoy como ayer, en un momento de la humanidad donde la división y el descorazonamiento parecen reinar.

“En realidad hay tantas religiones como individuos…. Las religiones son caminos diferentes que convergen hacia el mismo punto. Qué importa que tomemos caminos diferentes mientras lleguemos a la misma meta. ¿Cuál es el motivo de las disputas?”

“He aprendido por amarga experiencia la suprema lección de conservar mi cólera, y como el calor conservado se transmuta en energía, así nuestra ira controlada puede transmutarse en un poder capaz de mover el mundo.”

«La no violencia es el primer artículo de mi fe. También es el último artículo de mi credo».

Y por último:

“Un pequeño grupo de espíritus decididos, animados por una fe insaciable en su misión, puede alterar el curso de la historia».

¡Gracias por todo, Alma Grande!