Por Sol Pozzi-Escot

Conversamos con José Carlos Yrigoyen y Carlos Torres Rotondo, autores de “Crimen, sicodelia y minifaldas”, que repasa los más inimaginables ejemplos de cine de serie B realizado en el Perú. El cine malo es más humano. Descubramos por qué.

-¿Cómo definir la serie B en el contexto nacional?

-JCY: En nuestro contexto, la serie B no es algo que se pueda nombrar como tal, porque es un cine que nace en los márgenes, en la periferia de una industria, y nosotros nunca hemos tenido una industria. No es un término preciso. Por eso, nosotros hemos optado por el término psicotrónico, que se refiere a la exageración, lo extremo, el morbo, lo grotesco. Las películas que están en este libro calzan perfectamente con esta definición.

-¿Qué los motivó a publicar este libro?

-CTR: Nos interesó hacer un libro sobre la serie B en el Perú porque nos gusta el cine psicotrónico y porque nadie imaginaba que iba a haber cine psicotrónico en el Perú. Muchas personas, incluso las que estudian el cine peruano, desconocen la existencia de esta “tradición”.

-JCY: Añadiría que muchas de las películas que se trataron en el libro son de los 60 y 70 y mucha de la gente que trabajó en estas películas, que son nuestros testigos, han ido muriendo. La investigación no termina nunca, tenemos que aprovechar todo antes de que se pierdan las películas y se vayan las personas.

-¿Cuáles fueron sus primeros acercamientos con el cine de serie B o psicotrónico?

-CTR: Mi aproximación a la serie B se da por mi aproximación a los géneros, sobre todo al policial, horror y ciencia ficción. Uno de mis primeros recuerdos es ver las películas de Jacques Tourneur, en especial “Cat People” y “Leopard Man”. Es como si este libro lo hubiese estado escribiendo desde ese entonces.

-JCY: Desde muy chico, he tenido fascinación por lo extraño y lo difícil de hallar. Recuerdo que cuando era adolescente, veía en el canal 13 un ciclo de películas de los 70 y 80, de bajísima calidad, cada una peor que la otra y ahí comencé a adquirir el gusto por la exageración, por lo radical.

-¿Qué diferencias han encontrado entre la producción de cine psicotrónico nacional en comparación a otros países de la región?

-CTR: En Latinoamérica hay solamente tres industrias: la mexicana, que tiene sus propios géneros de cine psicotrónico, como el cine de cachascanistas, la argentina y la brasileña. En comparación a esas industrias, lo que tenemos nosotros es una serie de interrupciones. La película con la que comenzamos el libro es “La muerte llega al segundo show”, una de las dos películas peruanas hechas en los años 50. La historia de nuestro cine es una historia de paréntesis, de chispazos y dentro de eso, escondidas, están estas películas, que paradójicamente son invisibles: muchas ya se han perdido o no se pueden ver, como “Boda Diabólica”, que es la primera película de terror peruana del año 1968.

-JCY: A diferencia del cine de las industrias de la región, el cine psicotrónico peruano es un cine ya no artesanal, sino primitivo. Es el caso, por ejemplo, de “Interpol llamando a Lima”, una película hecha por una persona que tenía una camioneta Westfalia y una moviola de madera, cosas dignas de Bangladesh o de Camboya… Con la excepción de Robles Godoy, todo el cine de esta época podría entrar en esta categoría de cine psicotrónico.

-Sabemos que Leonidas Zegarra es tal vez el autor de cine psicotrónico más conocido al día de hoy. ¿Cómo fue la experiencia de conocerlo?

-JCY: Me pareció una persona sumamente amable, que nunca tuvo problemas en responder a nuestras preguntas, aunque yo siento que muchas de las cosas que nos contaba estaban reñidas con la verdad.  Por ejemplo, él hablaba de su película “Cantinflas no ha muerto”, que claramente es un bulo, no existe. Sin embargo, Leonidas fue una persona con una vocación indestructible, que vivía para el cine.

-CTR: La primera vez que lo vi fue en el contexto de un ciclo sobre su obra. A las funciones íbamos 4 personas, todas las cuales nos conocíamos. Sin embargo, pude tratar más con él en Arequipa y me pareció un hombre sumamente extraño, hermético, que siempre te mandaba al desvío. Un detalle que dice mucho sobre él es que cuando se proyectaban sus películas, él se metía a la cabina y siempre estaba junto al DVD para que no le copiaran su película.

-¿En qué radica el valor del cine psicotrónico y de serie B?

-CTR: En la originalidad de su mirada. El cine psicotrónico es una apuesta en contra de lo políticamente correcto, del gusto establecido. Desde ese mal gusto puedes esconder una crítica a lo “normal”. Los freaks tenemos algo que decir.

-JCY: Es un cine donde no hay ninguna coartada, que se ofrece tal como es. Es un cine liberador. Si bien ahora se han vuelto parte de un nicho, en su tiempo sirvió para saciar un morbo, que finalmente es inherente a la condición humana.