En Bogotá, “2600 metros más cerca de las estrellas” necesitamos acercarnos a nosotros mismos, y crear las condiciones necesarias para vivir con más equidad, menos agresividad y -ojalá- sin miedo. Hay ciudadanos que pueden ayudarnos a lograrlo, y esos son los candidatos por los que votaré el 29.

Hay un joven abogado, asiduo lector de historia y literatura, que me gusta porque tiene principio de realidad y no promete lo incumplible. Se llama Juan Esteban Matallana, y durante su vida de alumno -pilísimo- en el colegio Helvetia, y luego en la facultad de Derecho en la Universidad de los Andes, fue por naturaleza un “ayudador académico”, vocación que heredó de su abuelo materno, un médico gestor de las mejores prácticas en salud, ética y conocimiento. Juan Esteban sabe que un edil no tiene presupuesto, ni poder político ni capacidad de ejecutar obras; y también sabe (transcribo textualmente) que “un edil puede joder por el bienestar de la comunidad” y por eso ofrece insistir y persistir para que no se vuelvan paisaje urbano los temas que atormentan a la ciudadanía. Pide que el próximo domingo los habitantes de Chapinero le demos una mano. Ya cuenta con la mía para marcar el número 87 y el partido Nuevo Liberalismo en el tarjetón de los ediles. Juan Esteban fue elegido personero de su colegio con 500 votos; ahora necesitamos que él, “el man que jode”, sea edil de Chapinero, con 5000.

Para el Concejo de Bogotá repetiré mi voto, porque Diego Laserna nunca me ha decepcionado. Me parece que lo ha hecho bien, muy bien, y además de ser un estudioso compulsivo de Bogotá, le ha respondido a la capital con un trabajo transparente, sin shows ni agresividad. Fue promotor de la consulta anticorrupción, ha trabajado con Angélica Lozano y Juanita Goebertus, dos mujeres a las que admiro por su seriedad política y su compromiso con la paz.

Diego es politólogo y economista de la universidad de Columbia y tiene una maestría en planeación urbana del MIT. Al “nerdo” de la política le gusta estudiar, para defender inteligentemente a la ciudadanía; lo suyo no es echarle leña al fuego sino atizar el conocimiento. Votaré por Diego Laserna (#4 del partido Alianza Verde), un nerdo con la cabeza bien amoblada, y el corazón lleno de responsabilidad y empatía.

Y para alcalde, acompaño a Carlos Fernando Galán, candidato del Nuevo Liberalismo. Siento que él hará posible la construcción de confianza, algo imprescindible para derrotar el escepticismo y lograr ciudadanía. Trabajará contra el hambre, porque en Bogotá más de un millón y medio de personas sufre de inseguridad alimentaria. Sabe que necesitamos erradicar el machismo, y promete consolidar programas con enfoque de género. Para acabar con la pesadilla de la inseguridad, propone -además de policía, cámaras, cuadrantes, etc.- desarticular las bandas criminales, combatir el lavado de activos y crear una ruta de prevención del delito, con oportunidades laborales para las personas en mayor riesgo de infringir la ley; fortalecerá programas que disminuyan la deserción escolar y mantendrá el programa de “Jóvenes a la U”. Galán es Galán, y ahí hay una genética de inteligencia, honestidad y valentía, que puede hacerle mucho bien a Bogotá.

Y antes de terminar, mi voto simbólico: a 335 kilómetros de mi ciudad, Puerto Berrío tiene la oportunidad de votar por la reconciliación y elegir a Pastor Alape, candidato de Comunes; lo respaldo, creo en él y en su genuino compromiso con la paz de nuestro país.

Invito a Colombia a valorar la democracia, a cuidarla de las tiranías del miedo, y ejercerla sin violencia y a conciencia.

El artículo original se puede leer aquí