El aspecto más importante de la violencia no es el acto en sí, sino sus consecuencias.

Querido Hamás: el bombardeo del sábado hace imposible que la mayoría de tus amigos apoyen tus acciones. La lógica de «la venganza justifica la violencia» sólo hace que cada vez sea más complicado encontrar una solución. Mirar el mapa de los territorios ocupados por Israel en las últimas décadas debería hacer que cualquiera se cuestionara si una solución violenta ha sido alguna vez una estrategia real de emancipación.

Hamás: ¿estás echándole aceite al fuego sólo para mantener vivo el concepto de «guerras permanentes» y justificar así grandes presupuestos militares, fuerzas policial armada, etc.?

Muchos de mis amigos no apoyarán mi postura a favor de la no violencia, pero me sigue desconcertando su creencia de que la violencia traerá finalmente la paz. En cambio, fíjense a lo que nos ha conducido la falta de oposición a este sistema violento actual y la ineficacia de la izquierda en los últimos 30 años, generando un espacio para el florecimiento de las ideologías de extrema derecha en todas sus formas.

Pertenezco a una generación que llevó a cabo una campaña no violenta contra el régimen del apartheid en Sudáfrica y vio cómo Nelson Mandela era elegido presidente de un país liberado de la discriminación institucional. Hay muchos otros ejemplos de éxitos no violentos y del trabajo que hay que hacer para desarrollar una estrategia a largo plazo para una «revolución» no violenta (para empezar, véase la Conferencia #NoWar2023).

Hamás: si buscas el verdadero reconocimiento del pueblo palestino y su derecho a vivir en paz como una sociedad democrática, la no violencia debería ser tu hoja de ruta hacia el futuro. Con esta última acción, sin embargo, estáis luchando contra el pasado en lugar de construir el futuro.