Machirulo en España es el hombre que presume de ser machista sin disimulo, y se usa generalmente con un sentido despectivo. En Chile, la palabra que se utiliza es machito. Luis Rubiales, el suspendido presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), ha confirmado en cada actuación el bien ganado título de “rey de los machirulos” o “el rey de los machitos”.

No fueron suficientes las primeras declaraciones con explicaciones insuficientes, ni con una declaración institucional que citaba a Jennifer Hermoso, la víctima, con palabras que no habían sido pronunciadas por ella. Mientras arreciaban las críticas y los pedidos de renuncia, realizó un discurso que quedará inscrito en los anales de cómo coronarse el rey de los machirulos o machitos.

Rubiales conoce bien la cultura patriarcal en la institucionalidad del fútbol español y el ambiente que encontraría en la Asamblea extraordinaria de la RFEF por abordar su caso. Por eso en su discurso asume el rol de víctima acusando: “al falso feminismo que es una gran lacra en este país (España)”. No es de sorprender entonces el aplauso de la mayoría de los hombres presentes y de sólo una mujer que probablemente era su hija o su madre.

El fútbol hoy es machista, con expresiones que se manifiestan desde el ámbito escolar. Basta con la observación crítica cotidiana para confirmarlo, pero también lo hemos constatado en el estudio sobre violencias en contextos escolares de Fundación Semilla. Utilizando el método etnográfico, pudimos observar, que los espacios recreativos escolares llamados comúnmente multicanchas están ocupados por los hombres monopolizando el espacio jugando una pichanga de fútbol, mientras las mujeres ocupan espacios secundarios.

Como buen machirulo, Rubiales utiliza, según texto, los códigos patriarcales. Explica que no hay deseo y que fue como “besar a su hija”, pero nada dice de que el cuerpo de una mujer es inviolable sea o no su familiar. Al apuntar hacia el feminismo falso, implícitamente quiere transmitir que hay uno “bueno” del cual es partidario, pero nada dice respecto de que las jugadoras españolas de fútbol debieron hacer una huelga para conseguir, en 2019, un sueldo base de 16.000 euros y un mes al año de vacaciones pagadas.

Hacer pasar las discriminaciones por situaciones naturales o divinas son consustanciales al patriarcado. Y así lo hace ver Rubiales durante toda su intervención, en la que señala que el beso fue consentido, en una situación de euforia, que son una familia con las jugadoras, y que la respeta y se enorgullece de ella a pesar de haber fallado un tiro penal.

En Chile no estamos muy lejos de lo que sucede en España. El ámbito deportivo sigue siendo cosa de hombres: en la cancha, el camarín, los medios de comunicación, las tribunas, el periodismo deportivo, en la política pública. Ejemplos sobran: Martina Weil no corrió los 200 metros en el Mundial de Atletismo en Budapest, ya que la Federación Nacional no la inscribió. Por otro lado, Christiane Endler, plantea su continuidad en la selección si no se hacen los cambios que el fútbol femenino requiere.

Los cambios culturales no ocurren de manera rápida, pero los procesos son importantes y, sobre todo, las señales públicas. Es por eso que el caso Rubiales es tan importante. Un nuevo ejemplo que puede ser llevado al aula para desarrollar el pensamiento crítico del estudiantado.