Dejó de latir el corazón de Raúl Noro. Maltratado, perseguido, infundiado hasta en su propio lecho de muerte.

No tenían ni idea con quién se metieron. No tenían ni idea de la integridad y amor del que era capaz Raúl. De lo amado y respetado que era, es y seguirá siendo por millones de personas. Sí, porque Raúl pertenece a comunidades multitudinarias, además de milenarias.

Si buscaban impedir que su ejemplo trascienda y sea replicado, consiguieron lo contrario, inmortalizaron a alguien que desde su humildad y perseverancia será un ícono de la lucha inclaudicable. Para Jujuy, para Argentina, para el humanismo y para el mundo.

Ahora que la bondad se emparenta con la tibieza, con la blandura y hasta con aires bobalicones, quiero decirles que la bondad de Raúl era una bondad justiciera, perenne, irrenunciable y valiente. Su cuerpo no habrá podido más, pero sus acciones lo sostienen en este tiempo y en este espacio por mucho, mucho tiempo.

Periodista y poeta, pero sobre todo militante del amor y el humanismo, de la justicia social, entregado en cuerpo y alma durante décadas a esas pasiones, fortaleciendo, irradiando, multiplicando.

No seré yo quien nombre a sus verdugos, sus nombres no merecen acompañar esta despedida. Hago público el agradecimiento de haberlo conocido, de haber compartido momentos lúcidos y amorosos a su lado, de conocer a sus hijos, a la madre de sus hijos y a Milagro, su última compañera.

Agradezco sus esfuerzos, su trabajo, sus logros y fracasos, le agradezco por haber sido faro para quienes venimos detrás también queriendo un mundo mejor.

No hace tanto, siempre rebelde, escribió estos versos que me conmueven y lo describen a la perfección.

No sé qué me anda pasando

pero quiero aprender a bailar chacareras

hacer reír a mis amigos

alivianar el sustento familiar

traicionarme cada vez menos

y luchar

para que el pueblo tenga aquello que en verdad necesita.

 

(También quiero aprender un oficio manual

como Esteban y Marta)

Y agradecer, agradecer…

 

Al final

el hombre es el suave registro de un sentido

tres o cuatro palabras amables

una imagen

un horizonte abierto

y la resolución-impredecible- de una intención sagrada

que trasciende

al espacio y al tiempo.

 

Chau, Raúl, jikisinkama, ¡hasta siempre! ¡Jallalla!