7 de agosto 2023, El Espectador

Difícil este momento para el Gobierno y para Colombia. Difícil para la familia del presidente y para el ser humano que ejerce el poder.

Será clave la institucionalidad para que perdure la democracia sin morir en el intento y sin desconocer que —para bien o para mal— toda nuestra vida pasa por la condición humana. Las leyes las hacen, las respetan y las atropellan los seres humanos. La justicia la construyen, la imparten y destruyen los humanos. De la matriz al cementerio, existir es un acto imperfecto, atravesado por héroes y cobardes, por usureros y pensadores, por abrazos, puñaladas y ancianos que duermen en las calles.

Difícil momento para seguidores y detractores del presidente, porque es en la complejidad donde se mide la grandeza, donde queda clara la diferencia entre adulación y lealtad, entre persecución y control político, y se les mide el aceite a tantos adalides hechos de burbujas y cartón, que ojalá se preocuparan más por el país que por decir: “Se los dije”.

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