Desde todos los ámbitos vinculados, de algún modo, con el sistema de educación chilena, con matices más o menos, se escuchan diagnósticos de una crisis profunda y sostenida. Tales voces tienen ya demasiado tiempo y, lo más dramático, tienen ya varias generaciones de estudiantes afectados en su formación de base, lo que se traduce en una mayor dificultad para la construcción de sus proyectos vitales, que incluyen los ámbitos culturales, laborales y de relaciones tanto personales como transpersonales. La falta de atención y priorización de proyectos, que den respuesta a este flagelo desde quienes tienen el poder y la responsabilidad para sacar al sistema de esta situación de crisis crónica, cada vez parece algo más intencional que otra cosa.
En este triste escenario, vemos al gremio de profesoras y profesores, retomando la movilización, por ahora con acciones de advertencia desde su instancia metropolitana, después de dos años de espera para que el gobierno, que contó con sus votos para llegar a La Moneda, diera señales de hacerse cargo del conflicto, cumpliendo sus promesas de campaña y, sobre todo, generando los espacios de trabajo concreto, incluyendo a las instancias incumbentes, para dar respuestas estructurales, de corto, mediano y largo plazo.
Los temas, más generales en cuestión, están referidos al rol del Estado en las materias de educación y la necesidad de retomar su responsabilidad total sobre, al menos, la educación pública y la educación subvencionada con pago estatal, superando el largo periodo de delegación de sus responsabilidades a diversos “sostenedores”, que bajo todos los puntos de evaluación muestran deficientes resultados. Por otra parte, está la redefinición conceptual e ideológica de la educación actual, que asimilando conceptos del mundo de los negocios (bien de consumo, competencia, estandarización, excelencia, entre otros) ha desmantelado una visión pedagógica integral y su caracterización de derecho humano, de derecho social; y base prioritaria de la inversión de los recursos provenientes de los impuestos pagados por toda la ciudadanía, sin excepción (donde las mayorías aportan, proporcionalmente a los ingresos, cifras más altas que los ricos).
En este contexto, y en su versión de detalle, se relevan las situaciones contra los intereses docentes, como la promesa presidencial de resolver con una ley en diciembre de 2022 la deuda histórica del Estado con el profesorado; la insufrible espera de años para el pago del bono retiro impidiendo su justo descanso después de años de trabajo; la indefensión laboral básica que tienen docentes en distintos puntos del país con sueldos mensuales líquidos impagos, y el apropiamiento ilícito de los dineros descontados por planilla para pagos previsionales, incluso para pagos con entidades de crédito y casa comerciales, que no son cancelados dejando a profesoras y profesores con lagunas previsionales y con demandas por no pago de sus acreedores.
Otro tema relevado, que afecta a las comunidades escolares, es el de la violencia en las relaciones y trato en la vida cotidiana dentro de los recintos educacionales absorbiendo la violencia de la sociedad adulta, en niveles que revelan graves problemas de salud mental, y que no tienen soportes profesionales que le atiendan, y menos programas (no pilotos) que por ejemplo se hagan cargo de incorporar una educación no sexista, para producir un punto de cambio en la discriminación de mujeres y diversidades, dando una respuesta acorde con las necesidades, lo que deriva en cifras de casos de violencias al alza y un deterioro de la institucionalidad, a vista y paciencia de las “autoridades”.
Se suma a este recuento, las problemáticas pedagógicas derivadas de la mirada economicista que campea, y que va cercenando la educación integral, en donde cuestiones básicas en una formación de conciencia ciudadana, de conciencia crítica, de culturización, de creatividad, incluso de habilidades de manejo del cuerpo y deportivas, entre otras, quedan relegadas por las mediciones estandarizadas centradas en matemáticas y lenguaje. Sumado a que el profesorado está teniendo agobio laboral, pues esta mirada incluye además aparejado todo un sistema burocrático que hace perder su tiempo personal, trabajando en casa en horarios no remunerados (noches y fin de semana) para responder tal trabajo burocrático que para nada sirve para hacer mejores clases como foco primero y central de la actividad docente.

No puede quedar fuera de este detalle, las gravísimas deficiencias de infraestructura, por una falta de mantenimiento y de recambio de instalaciones ya caducas.
Pero dentro de este recuento, lo más grave hoy es la respuesta organizacional en el traspaso desde la educación municipalizada al invento de un cuadro Frenteamplista en su incursión en el poder ejecutivo bajo el gobierno de Bachelet, esto es los llamados SLEP (Servicio Local de Educación Pública). Explicado en grueso, se agrupan en un territorio varias comunas colindantes en un servicio administrado por un staff dedicado. La implementación fue planeada con un calendario extendido que ya cruza un tercer gobierno.
El problema es que los resultados no han mejorado la situación, y que no existe el rigor y la valentía de reconocer el error, y replantear la situación, a pesar de la evidencia negativa. (El gremio docente ya en 2021 realizó un levantamiento a través de un estudio, con la participación de mil trescientos sesenta incumbentes, que ya estaban viviendo el nuevo servicio: lapidaria-evaluación-de-docentes-y-asistentes-de-la-educación-al-funcionamiento-de-
los-slep https://encr.pw/qRxz8)
De la lista expuesta, se hace necesario ahondar para conocimiento público el tema de la deuda histórica.
Durante la dictadura pinochetista, al realizarse el traspaso de la administración de los establecimientos educacionales a las municipalidades, se produce el mayor perjuicio salarial, para profesoras y profesores de escuelas públicas, al desconocerse el reajuste que estaba contemplado en el Decreto Ley N° 3.551 (Artículo 40) por los “nuevos empleadores” y que deja sin asignaciones previsionales a muchos docentes. Finiquitar esta deuda, que alcanza la cifra de diecisiete mil millones de dólares (2020, datos estudio Fundación Sol para Colegio de profesoras y profesores) y que afecta a más de 70 mil profesores y profesoras (muchas de ellas murieron esperando), se le ha exigido a todos los gobiernos electos durante las últimas cuatro décadas. Además de considerar la Deuda Histórica la negación de un derecho salarial adquirido, que disminuyó sus sueldos afectando sus futuras pensiones, el gremio la percibe como la muestra concreta del inicio de la destrucción del sistema de educación pública nacional y la organización docente y se ha convertido, a lo largo del tiempo, en la deuda pendiente de todos los gobiernos democráticos con las y los profesores de Chile y que de concretarse su pago repararía, en alguna medida, el daño ocasionado.
Así las cosas debemos, para cerrar, decir que entendemos que la educación es la fuente más importante y tradicional de socialización de cada persona, porque contribuye a la formación de su ideología, cultura, moral, orientaciones de vida y trabajo.
Se suele hablar de educación en por lo menos dos sentidos diferentes: uno referido a la transmisión de datos y conocimientos del educador al educando y en otro sentido la educación es concebida como una preparación, del educando al mundo en que vive. Este “mundo” se refiere tanto a las cosas físicamente consideradas, como a intangibles tales como los valores y las relaciones humanas.
En este sentido, la educación pretende habilitar diferentes modos de comprensión, puntos de vista, perspectivas para comprender tanto las realidades de los objetos materiales y culturales, como las de la propia interioridad. Sin embargo, la educación formal, sus contenidos, métodos de enseñanza, líneas de investigación que se fomentan, refleja el papel que juega para quienes ejercen el poder: la educación como medio para conservar el sistema socio-cultural establecido o para introducir transformaciones de acuerdo al paradigma que ejerce el poder.
Una educación que se limita cada vez más a la transmisión de datos objetales es un factor importante de “vaciamiento” de la subjetividad y del sentido de las acciones humanas. Ese tipo de educación exige profundos
cuestionamientos y cambios. Esta tarea es prioritaria en la agenda de quienes aspiren a una sociedad con iguales oportunidades para todas, todos y todes.

Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos; Sandra Arriola Oporto; Ricardo Lisboa Henríquez; Guillermo Garcés Parada y César Anguita Sanhueza. Comisión de Opinión Pública